Al príncipe Harry no le dan (damos) tregua. Finalmente, algún día el pobre sentirá que ha sido una pésima idea renunciar a su origen en vez de combatirlo desde adentro pues, quiera uno o no, la cuna nunca nos abandona. Al mote de calzonazos que se ganó hace poco le sobrevuela ahora la sombra del ghosting, valga la redundancia, pues se cree que la figura del polémico matrimonio podría acabar fagocitada por el olvido, una clase de tragedia que puede ser dolorosa para alguien que ha pasado su existencia en la vidriera pública, y viviendo de ella, como él y su mujer ahora que no son royals.
A la desafortunada entrevista con la conductora Oprah Winfrey, y el presunto libro de memorias en que se encuentra trabajando el pelirrojo, se suma un próximo documental (aunque no de su autoría) en el que el cineasta Nick Bullen - fundador y editor de True Royalty TV- abunda en los paralelismos entre las dos parejas más irreverentes en la historia de la casa real británica: Megan y Harry, y Wallis Simpson y Eduardo VI, nada menos. Según Bullen, cuya interés en el tema no está muy claro, los duques de Sussex podrían desvanecerse en el olvido al igual que sus parientes hace más de medio siglo, aseguró en una entrevista a Fox News, refiriéndose al ex rey Eduardo VIII y su esposa plebeya. En principio, los dos se casaron con mujeres norteamericanas y divorciadas que les ayudaron, de una forma u otra, a escapar del núcleo palaciego. Luego, ambos se “auto desterraron”: uno se mudó a California y el otro se exilió en Francia tras declinar el trono. Sin embargo, los dos siguieron viviendo a costas de los dividendos públicos, pues Harry si bien ha dicho que quiere ser financieramente independiente y no recibir un centavo de los súbditos, si aceptó los millones que le dejó su madre, que más o menos vienen de las mismas arcas. Tanto uno como otro terminaron cortando lazos con sus respectivos hermanos y, más, publicaron libros cargando munición pesada contra sus pares. La crítica en su momento consideró como una obra “única en la historia de la literatura” a la autobiografía del abdicado Eduardo VIII ( o duque de Windsor desde 1936) en septiembre de 1951, a seis meses de la muerte de su hermano que debió cargar con el peso de la corona. El libro abundaba sobre su infancia y la odisea que atravesó para poder casarse con Wallis Simpson.
Harry anunció este 2021 que está trabajando en sus memorias para que el mundo conozca el lado B de la monarquía, es decir, de su familia. Quién sabe si esta estocada no resulta otro tiro por la culata: la fecha de publicación coincide con el jubileo de la reina, a la que invariablemente le quitará protagonismo.
“Es fascinante cuando trazas los paralelos entre los dos. Ambos se casaron con mujeres estadounidenses divorciadas. Todos lo sabemos, pero va mucho más allá. Eduardo y su hermano también experimentaron su propia rivalidad y se puede comparar con la tensa relación de Harry con el príncipe Guillermo” dijo Bullen al entrevistador y opinó que, si bien en este momento los Sussex son las figuritas más buscadas por los medios de comunicación, la atención puede no durar para siempre. Es más, todo indica que podría terminar como Eduardo y Wallis, quienes después de su boda en 1937 “se desvanecieron en la oscuridad y se convirtieron en actores secundarios en el escenario mundial. Los duques de Windsor eran invitados un poco incómodos en las cenas en Nueva York”, sostuvo Bullen y agregó: “Entonces surge la pregunta, ¿cuánto tiempo permanecerán Harry y Meghan Markle en un nivel tan alto? Creo que este documental es una ventana a una historia que ha sucedido antes y lo que podría volver a ocurrir”.
El príncipe por las dudas firmó un acuerdo millonario (el dinero irá a beneficencia) con la editorial Random House Mondadori, claro que él no escribe ni una línea sino a través de un ghost writer, en este caso, un ex periodista de Los Ángeles Times, coautor de las bios de André Agassi y del CEO de Nike, Phil Knight.
A estas alturas parece ser que lo que necesitan los Sussex es un buen agente de prensa, porque lo que menos tienen es sentido de la estrategia. La reina ni se inmuta ante las últimas decisiones de la pareja. Los deja hacer y deshacer. Ni siquiera parece haber pensado en quitarles los títulos, ni cerrarles las puertas. Sin dudas, la corona inglesa cae siempre en la cabeza indicada....
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