Qué es un artista
Cómo piensa, vive y gesta su obra un creador, a partir de un libro de Sarah Thornton
Yayoi Kusama le gusta empezar el día leyendo un compilado de las cosas que se escriben sobre ella, porque aunque no pasa una sola noche sin padecer alucinaciones aterradoras jamás temió ser el centro de atención; a Damien Hirst le construyeron una cabina de señalero de tren en su estancia, a la que él llama establo, justo al lado de un gimnasio con pileta cubierta y toda clase de aparatos espaciales para hacer ejercicio; a Jeff Koons ya no le importa que le saquen fotos con sus trajes Gucci confeccionados a medida porque está más allá de la que acaso sea la única máxima innegociable para un artista: no parecer un hombre de negocios. Con una prosa que fusiona la crítica culta con la semblanza doméstica a lo revista ¡Hola!, el fenomenal libro 33 artistas en 3 actos, recién publicado acá, se propone como una polaroid sin filtros o introducción indispensable al arte del siglo XXI: la historiadora canadiense Sarah Thornton, que se autodefine como socióloga del arte, se metió en las casas y los estudios de los mayores artistas de la época, nacidos en catorce países de los cinco continentes, para descubrir cómo piensan y cómo viven, cómo gestan y cómo producen sus obras y, sobre todo, cómo se relacionan con el mercado cada vez que uno de ellos sueña con el grito salvador que acompaña al martillo de una subasta: ¡Vendido!
"En una esfera donde cualquier cosa puede ser arte, dado que no existe una medida objetiva de la calidad, los artistas ambiciosos deben establecer sus propios estándares de excelencia. Generar esos estándares no sólo requiere una inmensa confianza en sí mismos: también requiere convencer a otros", escribe Thornton: "Como deidades competitivas, los artistas necesitan crear obras que atraigan seguidores fieles". Si en la Edad Media el mercado del arte tenía a la Iglesia como origen y destino, y en la era moderna se convirtió en coto exclusivo de las aristocracias, desde el siglo pasado es un fenómeno popular que exige figuras más reconocibles que sus obras, con la misma lógica cholula con que se admira a un ídolo pop o a un concursante de reality: ser artista no es sólo un oficio, sino también una cantidad de aptitudes extracurriculares que inspiran a marcas de zapatillas, desarrolladores inmobiliarios o cocineros de moda. Los artistas construyen un mercado de valores alrededor de sus nombres: en la era del hiperconsumo, es noticia a cuánto se venden los cuadros y será material de cotilleo evaluar por qué Koons arrebató a Hirst el puesto de artista vivo más caro del mundo.
"¿Qué es un artista? ¿Qué clase de artista es usted?" En dos preguntas, Thornton increpa a estos creadores de mitologías y la posición antiintelectual de algunos ("un artista es alguien que hace arte", le contesta uno, para desesperación de ella) la conduce a concluir que aunque el mundo del arte se presuma abierto al diálogo, en realidad evita las preguntas incómodas, se aferra al desconcierto como sinónimo de genialidad inexplicable y se resguarda del riesgo protegiéndose con las más poderosas razones metálicas: las fuerzas del mercado. Pero los artistas no sólo hacen arte: crean mitos perdurables que construyen el inconsciente colectivo de una época. Y si hace cien años Marcel Duchamp convirtió la creencia en una preocupación central del arte, al proclamar que un mingitorio es una obra de arte y que los artistas tienen el don de designar como arte cualquier cosa que se les ocurra, Thornton elige la frase definitiva de aquel maestro para empezar su libro y como testimonio de que el arte, más que cualquier otra cosa, es un acto de fe: "Yo no creo en el arte. Creo en los artistas".
CINCO ARTISTAS QUE MARCAN EL PULSO DE LA ÉPOCA
Ai Weiwei
Grosero y revulsivo, para la historiadora Sarah Thornton el artista chino, en eterna disputa con el gobierno de su país, es un caso único: "La aceptación le importa un bledo".
Cindy Sherman
Hace treinta y cinco años que la fotógrafa estadounidense toma fotos de sí misma, donde encarna a personajes heridos por el tiempo: afectados, teatrales, locos o enfermos.
Kutlug Ataman
Desde Estambul, el artista turco más conocido en el mundo desafía los tabúes del islam con una obra donde expresa la diversidad sexual reprimida hasta con la cárcel.
Marina Abramovic
La performer serbia recibe a Thornton en la cocina de su departamento en Manhattan. De pocas palabras, dice: "La interacción no verbal es la forma más elevada de comunicación".
Gabriel Orozco
El mexicano, uno de los más desnudados en 33 artistas en 3 actos: "Aparecemos todos en ropa interior. Por lo menos algunos conseguimos dejarnos los calcetines puestos".
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