Reconocer las hierbas que están a nuestro alrededor
Siempre trabajé en ecología de las especies invasoras y digo que Darwin debe estar revolviéndose en la tumba por lo que han hecho. Toda clase de epidemias y buena parte de la economía depende de la existencia de estas plagas. Utilicé ese conocimiento para saber qué plantas nativas o medicinales invasoras había en Bariloche. Cuando viví en México, veía a la gente comiéndose los tacos de quelites, unos yuyos, y nunca supe qué especies eran hasta que llegó a mis manos. Ya en la Argentina, leí un libro sobre la flora del valle central mexicano y descubrí que es un yuyo que estaba creciendo en la puerta de mi casa. Con un poco de temor lo recolecté, lo probé y no me causó ningún inconveniente.
Antes de comer cualquier hierba silvestre debemos consultar con algún conocedor de la zona, pero si estamos lejos de la civilización lo mejor es probar un pedacito muy pequeño y si es picante, si tiene mal gusto o es muy fibroso no comerlo. Como han hecho los aborígenes desde el inicio de la humanidad. Si en un par de horas no se siente dolor de estómago, mareos o náuseas o síntoma raro, se puede ir aumentando la dosis y al final se puede comer.
En el Conicet encontramos unas diez especies desconocidas que no se estaban usando para la alimentación. Pero un discípulo brasileño -Valdely Ferreira Knupp, de la Universidad de la Amazonia-, estudió la flora comestible silvestre de Porto Alegre y descubrió 76 especies nuevas nunca mencionadas como comestibles, lo que indica que se intensificó el estudio.
Tenemos una lista y hemos llegado a las 16.000 especies. Con esa lista fuimos a ver la flora de Gran Bretaña, uno de los sitios mejor estudiados del mundo. Y encontramos que una cuarta parte de la flora allí es comestible. De ahí deducimos que de las 10 mil especies registradas en la Argentina de la flora nativa, la cuarta parte tendría que ser comestible. Y la cuarta parte de la flora de la Patagonia, también.
Las maestras desde la escuela primaria tienen que recuperar el conocimiento y enseñar a reconocer las plantas que están alrededor de la escuela y en los campos cercanos. Yo mismo lo he hecho en escuelas de Bariloche y los chicos quedan interesadísimos, cocinamos algunas recetas, las comen. Es muy útil, más útil que saber el año que nació el General San Martín.
El autor es biólogo, ex investigador de Conicet y profesor de la Universidad Nacional del Comahue
Eduardo Rapoport
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