Turista local: volver a dormir en un hotel de lujo
Viajé a otro mundo sin irme lejos de casa. No hicieron falta aviones ni horas en aeropuertos para alcanzar ese destino soñado, a solo 40 minutos de la capital de Mendoza. Radicado en esta hermosa provincia, me convencí de que los contextos ofrecen siempre oportunidades. Es muy probable que esta pandemia, por mucho tiempo, impida alojarse en algún hotel de lujo del otro lado del globo: quién sabe cuándo saldremos de esta pesadilla. Por eso, fue un verdadero reencuentro de emociones y sensaciones, barbijo y alcohol en gel mediante, a casi tres meses del confinamiento, poder disfrutar de una cena y una noche en Rosell Boher Lodge, un complejo de villas de lujo donde el espumante y los vinos de máxima calidad están esperando al huésped, con el imponente paisaje como entorno y el mejor restaurante de bodega del mundo, elegido el año pasado por el jurado de las Great Wine Capitals.
Sucede que hoy, en la tierra del sol y del buen vino late con fuerza el turismo interno de alta gama, en medio de las flexibilizaciones de la cuarentena. Así, la provincia del oeste argentino pasó del aislamiento obligatorio al "distanciamiento social", y con él, volvieron estas posibilidades (por ahora, solo abiertas para quienes viven en Mendoza).
La mejor forma de llegar indica tomar la ruta 40, para después emprender en dirección hacia la ruta 7, camino a Chile, y dejarse llevar por la montaña, o bien tomar por la ruta 86 camino a Tupungato. En cualquiera de ambas opciones aparece de repente un gran sendero perpendicular de piedras que atraviesa miles de hectáreas, por el cual hay que transitar un par de kilómetros. Allí, en el corazón de esta zona del departamento de Luján de Cuyo, cuna del Malbec, denominada Agrelo, se esconde el verdadero tesoro, al pie de la Cordillera de los Andes.
En un abrir y cerrar de ojos aparece, entre viñedos, olivos y un gran silencio, el imponente hospedaje luxury, que ya cuenta con once "casas de viñas", a más de 1100 metros sobre el nivel del mar. De hecho, en Mendoza, son cada vez más los alojamientos de este tipo que buscan seducir a los mendocinos y a quienes han comenzado a ofrecerles tentadoras promociones.
Dejé el auto e ingresé a la recepción. Como a todos los visitantes, me tomaron la temperatura, me entregaron alcohol en gel y un barbijo, además de desinfectar mi calzado. Me sentí raro, pero tranquilo.
Tras dejar la maleta en la majestuosa casa-habitación, me dejé deleitar por la megaestructura arquitectónica de campo con cava subterránea, hogar, fogón y hasta un jacuzzi en la terraza. Luego llegó el turno de ir a almorzar al prestigioso restaurante, donde la capacidad máxima del salón es utilizada en un 50%, las mesas tienen dos metros de distancia entre sí y no puede haber más de seis comensales en cada una. Además, el espacio entre el respaldo de silla a silla es superior a un metro y las servilletas son de papel en lugar de tela.
Fue una comida de cinco pasos, maridada con espumantes. Todos los mozos tenían barbijo y según me dijeron, les iban tomando la temperatura varias veces en el día. Desde el Lodge también decidieron hacerse cargo del traslado del personal para evitar el uso de transporte público. Todo este innovador protocolo no afectó la calidad de los platos: la provoleta con un Rosell Boher Encarnación y la crema de kabutia con coco, naranja y langostinos, de la mano del Casa Boher Extra Brut me extasiaron. Ni hablar del ojo de bife con crema de remolacha, papines y panceta y emulsión de ajo negro con un Rosell Boher Grande Cuvee. Los postres, una locura: un marquise de chocolate blanco con Rosell Boher Rose y luego un tibio de coco con Rosell Boher Brut.
Más tarde hubo lugar para una degustación en formato de juego en la gran cava del lugar, donde había que elaborar tu propio vino.
Dormir allí y despertar con el sol y el blanco Cordón del Plata resultó el preámbulo perfecto para un último paseo entre las viñas. Antes desayuné en la habitación, ya que el tradicional buffet fue, por el momento, suspendido. "Tras una larga cuarentena y extrañando sus montañas y paisajes de viñedos, los mendocinos sentimos la necesidad de lo que llamamos mendocinear –me dijo Alejandra Gil Posleman, gerente del Lodge–. Estamos trabajando fuerte para que se acerquen a probar lo mejor de su propia tierra, para que cada uno sea el mejor Embajador de Mendoza con todos los que están por venir". Por eso, como tantos otros hoteles y restaurantes de lujo de la región han generado propuestas con excelente relación calidad-precio, respetando las disposiciones y protocolos de cuidado y cantidad de visitantes. "Además, junto a otras bodegas nos hemos unido para trabajar en diferentes programas, abiertos a toda la Provincia, con el apoyo del Gobierno y de la Municipalidad de Luján de Cuyo, incentivando las visitas a los muchos lugares que el departamento tiene", agregó Alejandra.
Los que estamos fuera del foco caliente de Buenos Aires somos, en este momento, privilegiados. Las circunstancias sin embargo nos demuestran que todo es imprevisible, que hoy solo nos queda el presente. En este sentido, para quien tenga la posibilidad de hacerlo, es el momento de aprovechar este trabajo de la Municipalidad de Luján tanto en alojamientos de lujo, como en las propuestas gastronómicas de las Bodegas.
"No podemos más que agradecer a los mendocinos que no dejan de apoyarnos cada vez que hacen una reserva en el restaurante o en nuestras Villas. Hemos hecho y seguimos haciendo un gran esfuerzo para cuidarlos y cuidarnos", aseguran desde el Lodge.
Más leídas de Lifestyle
60 años de tradición. Aprendió a asar a los 14 y hace 5 décadas que tienta el paladar de los vecinos con su pollo a las brasas
Después de un siglo. Hallan un barco maldito intacto que desapareció en 1909
Secreto. Levantaron el piso de la casa de George Washington y se toparon con un “tesoro” de más de 300 años