Julia Quiroga, la arquitecta a cargo de la obra, trabajó sobre la redistribución de espacios, el aprovechamiento de la luz natural y el diseño de interiores para potenciar el valor de la vivienda en función de sus nuevos usos
Como toda máxima, la que dicta "en casa de herrero, cuchillo de palo" también tiene su excepción. Para llevar a cabo el desafío de una obra de tres meses con vivienda desalojada, Alejandra -traductora de inglés freelance y dueña de la propiedad- confió el diseño y la dirección a su hija arquitecta, Julia Quiroga, ar.linkedin.com/pub/julia-quiroga/90/57a/548 no sólo por su trayectoria y talento sino también por el vínculo que existe entre ella y la casa. "Por haber vivido ahí buena parte de mi adolescencia, contaba con la experiencia sensible del usuario que entiende qué necesita, cuáles son los espacios que no se usan y cuáles se pueden transformar. A eso le sumé el juego de la arquitectura: el trabajo con las simetrías, la luz, la circulación y la técnica", cuenta Julia. Su madre, orgullosa, completa: "Ni la casa ni la remodelación fueron una inversión. Desde que la vimos, fue amor a primera vista".
Punto de partida
Cuando llegaron a su nuevo hogar en Marcelo T. -como lo llama cariñosamente la familia-, la distribución fue rápida y cero conflictiva: en el dormitorio más cercano a la puerta de entrada se instaló Alejandra, mamá de Julia, Juan y Ana (de entonces 14, 12 y 7 años respectivamente), que pasaron de compartir un dormitorio en su casa anterior a tener sus propias habitaciones. Estrenaban barrio (se mudaron de Palermo a Recoleta), colegios y una casa soñada: herrería de época, pisos de roble, techos de doble altura, vistas a la calle, patio central, dormitorios amplios, altillo…y la lista sigue. La generosidad de los espacios transformó al departamento en una casa llena de vida, siempre lista para recibir amigos y familiares para cenar, disfrutar de fiestas e incluso conciertos íntimos (Juan y Ana son músicos).
Superada la tierna adolescencia e inaugurando los años jóvenes, la partida de Julia y Juan de la casa materna dejó vacantes dos espacios principales con entrepiso. Alejandra quería reutilizarlos como vestidor y cuarto de huéspedes, además de ampliar la cocina: ese era el plan inicial, que se fue transformando y completando a lo largo de la obra. El primer paso fue analizar los planos de la vivienda original y hacer un estudio de planta: como era costumbre a comienzos del siglo XX, la cocina estaba aislada de las áreas privadas y sociales y tenía su propio acceso para el personal de servicio. Debido a la cantidad de cenas y eventos que celebraban los dueños iniciales, el comedor estaba integrado al living y a la sala como un circuito en tres tiempos, acaso para disfrutar primero de un aperitivo, luego comer y por último fumar y charlar. El tercer hallazgo, acaso el más determinante, fue que el patio (de 8,5 metros de largo por 2,5 de ancho) estaba ubicado simétricamente en el centro de la unidad. Este dato orientó el programa arquitectónico, que priorizó el aprovechamiento de esa fuente de luz natural para llegar a todos los espacios. "La planta original ya no nos estaba sirviendo: podíamos conservar la cáscara pero no la lógica de usos y ubicación de locales", concluye la arquitecta.
La mesa está servida
Al ingresar por el acceso principal, un hall de distribución con recibidor conectaba con un comedor, un living y una sala anexa, pero las visitas seguían de largo. El pasillo estilo PH, sembrado con sus venecitas originales de 1905, conectaba con cada uno de los espacios guiando el recorrido en una suerte de zigzag. A la derecha, el toilette; unos pasos más adelante, a la izquierda, el cuarto de Alejandra. Seguido, el baño principal. En frente, de mano derecha, el patio. Unos metros más adelante, de nuevo a la izquierda, el dormitorio de Ana. En perpendicular, el de Juan. Por último, al final del pasillo y antes de iniciar las escaleras, el de Julia. Esos 15 metros de profundidad recta rematados por cuatro escalones, separaban a las áreas sociales del rincón más concurrido (y, paradójicamente, más alejado) de la casa: la cocina. "Las pocas veces que usábamos el comedor mientras la cocina estaba al fondo de la casa, era muy incómodo: ir a buscar un cubierto que faltaba o un condimento olvidado significaba una interrupción durante el momento compartido", recuerda Julia.
Las tareas escolares, las meriendas compartidas, las comidas en familia, las previas de los adolescentes, las entregas de la facultad: a pesar de la escasa luz natural y las dimensiones reducidas, la cocina acompañó las distintas etapas de los hijos a medida que crecían, que la adoptaron como su espacio preferido. Pero también era el lugar de encuentro familiar: "¿Por qué íbamos a dejarla oculta al fondo de la casa si es el espacio más protagónico, en donde charlamos, cocinamos juntos, compartimos momentos?". La cocina, entonces, no sólo multiplicó su tamaño sino que se desplazó hacia la parte delantera de la casa, en donde solía estar la sala anexa al living: se conservaron los pisos de roble de Eslavonia, en el centro se instaló una isla con cocina integrada y sobre la misma, un spar colgante; la mesada con bacha, las alacenas y los espacios de guardado fueron diseñados como módulos a medida. El circuito de la cocina se completa con el living y el comedor, que al estar ahora tan próximos entre sí, se usan para comer o compartir reuniones: "Este fue el espacio que más me sorprendió después de la reforma. Llego a casa y ya estoy manos a la obra con un café, viendo un noticiero. Escuchando música mientras cocino, hablo por teléfono, recibo amigos. ¡Este lugar da para tantas cosas! Es el que más uso cuando no estoy trabajando en mis traducciones", cuenta Alejandra.
Cuestión de cuartos: ¡fuera, abajo!
El dormitorio contiguo a la nueva cocina, originalmente el de Alejandra, no fue intervenido pero sí ambientado como estudio: el mueble-biblioteca hecho a medida y laqueado en blanco es el gran protagonista del espacio. La siguiente habitación -que solía ser de Ana, la hija menor- fue dividida en dos direcciones: por un lado brindó los metros adicionales que necesitaba el baño principal; el resto fue utilizado para armar el vestidor, que además sirve como cuarto de paso entre el baño y la habitación actual de Ana. Su triple acceso (desde el baño, desde el dormitorio y desde el pasillo principal de la casa) lo convierte en un espacio de circulación flexible y funcional, pero también reservado (se pueden cerrar las tres puertas, aislando cada uno de los espacios entre sí): "Los accesos generan una línea continua entre los distintos usos o necesidades de una persona luego de levantarse: salir del dormitorio, usar el baño y vestirse", argumenta la arquitecta.
El antiguo cuarto de Julia -y actual dormitorio de Ana- fue ampliado tirando abajo la pared de la cocina e integrando ese espacio como desnivel o segundo tiempo: "Nos encontramos con un problema que se transformó en oportunidad: una viga a 1.50 metros de altura que no permitía el paso, una estructura de retícula que estaba escondida en el muro". Parte de la escalera que comunicaba con el cuarto de servicio, ubicado arriba de la cocina, fue reutilizada para llenar ese estrecho paso impuesto por la viga, conectando con el área de descanso del dormitorio, dos escalones debajo. La superficie fue revestida con micropiso, de apariencia similar al cemento alisado pero con mayor resistencia, ideal para alto tránsito.
El antiguo cuarto de Juan fue intervenido para convertirse en el dormitorio de Alejandra: se anuló el semipiso y se amplió su baño en suite tomando parte del lavadero. El ventanal que conectaba con el patio fue abierto hasta el piso y reemplazado por una puerta con celosías: de este modo se habilitó el acceso de luz y el uso del patio como continuación del dormitorio. "Descubrí mi nuevo lugar dentro de la casa: mi cuarto con una salida al patio y un baño propio (¡súper recomendable cuando te pasaste gran parte de la vida compartiéndolo con hermanas, marido, hijas!). Siempre le digo a Julia que me regaló una casa nueva", cuenta Alejandra, emocionada. Para potenciar la iluminación natural al resto de los cuartos, se reemplazó la carpintería que une al patio con el pasillo: el paño de vidrio repartido fue rediseñado para formar un patrón de cristales enmarcados en hierro. La puerta tríptica removida de la sala fue utilizada como acceso al patio y rematada con un alero con volutas. Los cerámicos fueron reemplazados por un solado que continúa la paleta cromática de las venecitas del pasillo.
Los baños: tres caprichos a medida
La baja presión de agua y la avería en una de sus bajadas demandó la instalación a nuevo de las cañerías de agua fría y caliente. Si bien el rediseño de los interiores no era una necesidad, la arquitecta se dio el gusto con una composición que genera un diálogo estético entre los baños. Los muebles de guardado fueron hechos a medida en melamina laqueada con mesadas de mármol de carrara; a su vez, las paredes fueron revestidas con azulejos blancos de 15 x 7.5, memorias de los del métro de París; por último, los solados fueron resueltos con porcellanato símil mármol de 60 x 1.20, cambiando su tonalidad según la ubicación: ámbar para el toilette, negro para el baño principal, verde para el baño en suite. En los tres casos se conservaron las piezas de grifería y la loza.
Hogar, nuevo hogar
"Había dos extremos en la casa: en uno, una suerte de museo que no se usaba (el comedor y el living); en el otro, una especie de fábrica con luz de tubo, la cocina", cuenta Julia, cuyo proyecto respetó cuidadosamente la estructura original del departamento -molduras, pisos, fachada y medianera- por considerarla "un gesto que habla de una época". Además de contar con una dinámica renovada que actualiza el uso de los espacios, se hicieron más visibles los límites entre las áreas sociales y las privadas, se iluminaron todos los espacios y se puso en escena un ritual imprescindible para la familia: el de cocinar juntos y compartir momentos alrededor de la mesa. Alejandra recuerda el regreso: "Entramos con ganas de vivirla. Para hacerlo tuvimos que desembalar todo y estuvo bueno porque así como embalar te sirve para hacer una selección de cosas que ya no van, el volver a ubicar los muebles y objetos en un lugar diferente fue súper creativo y entretenido", cuenta mientras se prepara para una nueva sesión de cocina con sus hijas.
FICHA TÉCNICA
Tipo de obra: redistribución de espacios; remodelación integral; diseño de interiores.
Duración: 3 meses
Rubros: albañilería (mampostería, revoques, colocación de pisos). Plomería (instalación sanitaria, cloacal y de gas); electricidad; herrería (mampostería, revoque, colocación de piso); carpintería; vidriería; marmolería; muebles de cocina y baño.
Superficie: 196,80m2