Un romance a dos orillas
Enamorado de nuestro Delta, el artista uruguayo lo convirtió en su refugio favorito en la Argentina. Allí construyó Bengala, la "hermana menor" de su Casapueblo esteña. En esta nota cuenta la historia de esta creación, mientras se prepara una retrospectiva de su obra
Bengala la llamó el artista. Blanca, renuente a las líneas rectas, escondida entre la magnífica vegetación del Tigre, la casa pronto se convirtió en una discreta “hermana menor” de la célebre Casapueblo, construida por Carlos Páez Vilaró en Punta del Este. Apenas conocida por el público local, la “Casapueblo argentina” fue durante años hogar y atelier de su creador cada vez que éste se aventuraba por estos lados del Río de la Plata. Es que el polifacético artista uruguayo, reconocido por sus trabajos en pintura, cerámica, escultura, arte mural y arquitectura, estableció durante años un fecundo vínculo con nuestro Delta, relación que en unos días se verá coronada con una exhaustiva retrospectiva organizada por el Museo de Arte de Tigre. La muestra abarca diversos aspectos de su arte y es una excelente ocasión para visitar también el que alguna vez fue su refugio favorito en nuestro país.
Hogar y taller
“Casapueblo Tigre existe como una entidad, pero aún no tienen fuerza sus rugidos –comenta Páez Vilaró– . Es como un tigre que estuvo 25 años enjaulado y se acostumbró a su encierro.” El artista, que confía en que el lugar se convierta alguna vez en un centro cultural donde se organicen exposiciones, conferencias y eventos, aclara además que “Casapueblo Tigre es un tigre de sólo tres rayas”. La primera de estas “rayas” sería la que en realidad dio origen al complejo: una antigua casona de madera de fines del siglo XIX que en los años 80 descubrió junto con Annette Deussen, su mujer, durante un paseo por la zona.
–¿Qué aspectos de la casa le resultaron más atrayentes?
–Para Annette, fue como regresar a su infancia en Hamburgo, refrescar en su mente la vivienda de madera de sus padres. A mí, en cambio, la casona me hizo revivir mis expediciones africanas o mi vida en la Polinesia, donde había tenido talleres parecidos. Aquella casa era digna de un Sabato o un Hemingway. Tenía tal personalidad que de inmediato procedimos a restaurarla. No fue fácil lograr las maderas, los azulejos o cenefas del estilo, reconstruir el aljibe o su escalera de caracol.
Convertida la antigua casona en taller y residencia de la pareja, Páez Vilaró encaró la realización de Bengala, “segunda raya” del complejo.
–¿Cómo fue la construcción?
–La levanté dentro del mismo predio, con la ayuda invalorable de mi querido amigo el arquitecto Gustavo Porta, siguiendo el estilo que impuse en mi Casapueblo de Uruguay. Con restos de mástiles, ventanas y puertas en desuso compradas en casas de demolición, ladrillos y materiales obtenidos en trueque por mis cuadros, Bengala quedó instalada para siempre en el lugar, haciendo compañía a la casa nativa de tablones.
Los criterios de construcción fueron los que ya son una marca registrada de Páez Vilaró, que él denomina arqui-textura: una suerte de “guerra abierta” contra la línea y los ángulos rectos, en busca de un entorno más humano y suave. Finalmente, la tercera –y más reciente– “raya de la Casapueblo Tigre” es el espacioso pabellón-atelier, donde su hijo Sebastián realiza sus trabajos en cobre.
Pasión isleña
Páez Vilaró asegura que la mayor felicidad que le aportan sus “esculturas habitables” es la de sentirse integrado a los materiales empleados en su realización. Será por su conocido concepto del “horno de pan”, aplicado a las paredes suavemente combadas de sus construcciones, muchas de las cuales modeló con sus propias manos.
–¿Encaró algún otro proyecto durante su tiempo de permanencia en Tigre?
–Fui distinguido por el grupo Puppo, Solari y Méndez para integrar mi arte en su emprendimiento Boat Park, frente al río Luján, y construí en largas jornadas de trabajo lo que bauticé Casapuerto, como un intento de prolongar Casapueblo. Mi idea consistía en crear una hermandad náutica entre el Tigre y Punta del Este. Aunque el complejo quedó inconcluso –sólo se erigió el edificio principal–, Páez Vilaró confía en su futura reactivación.
–¿Qué es lo que más le atrae del Tigre?
–La serenidad, la simplicidad, el espíritu de barrio. Una geografía humana invalorable, donde aún se mantienen activas la hospitalidad y la solidaridad.
Es en ese marco que tendrá lugar la retrospectiva con la que el Museo Municipal de Bellas Artes de Tigre se propone recorrer seis décadas de trabajo del artista. “Páez Vilaró no es sólo un pintor, sino una personalidad de nuestra cultura y de nuestro tiempo –expresa Diana Saiegh, directora de la institución–. Con esta muestra, reconocemos su carrera a través de las diferentes etapas de su obra, pero también queremos reconocer en él a alguien que hizo de su pasión por la pintura una marca en la expresión y en el contenido del arte.” La exposición se inaugurará el 11 de este mes y estará integrada por 114 obras que abarcan las diversas facetas creativas de Páez Vilaró, desde su primer óleo (pintado en 1950) hasta trabajos realizados en los últimos años. “Muchas de las obras nacieron en mi taller del Tigre y durmieron en la oscuridad de un depósito por más de treinta años –explica el artista–. Hoy me animo a despertarlas para presentarlas a los ojos de la región, dándome el gusto de dedicarlas al escritor y crítico Rafael Squirru, a quien le debemos tanto todos los pintores del continente.” En el recorrido se destacan las pinturas realizadas en el último tiempo, un desborde de colores puros y motivos que atestiguan la vitalidad del artista. “Mi mejor descanso es el trabajo”, afirma, sonriente. Quienes visiten la muestra obtendrán un pase que les habilitará la entrada al predio donde se erige Casapueblo Tigre. Allí podrán completar la visión de este particular hombre de mundo, pintor, escultor y muralista, que también supo inmiscuirse en los secretos de la arquitectura.
Todo un personaje
La vida de Páez Vilaró está marcada por los viajes, el culto a la hospitalidad y una fervorosa inquietud creativa. Comenzó a exponer durante la década del 50, presentando su obra en diversas partes del mundo. “Pintor, muralista, escultor, ceramista, cineasta, el talento multifacético de Carlos nunca restó a la calidad y a la originalidad que caracterizan al auténtico creador –escribió el crítico Rafael Squirru–. La característica principal de su arte es la vitalidad, eso que emana del ritmo de su propia vida”. Nacido en Montevideo en 1923, Páez Vilaró vivió en la Argentina durante un tiempo. También visitó los Estados Unidos, Brasil. Colombia, Haití, Senegal y Nigeria, entre muchos otros países. En Europa se vinculó con Picasso, Dalí y De Chirico. En los años 60 construyó Casapueblo, su célebre casa-taller de Punta del Este, estableciendo un diálogo con el arte arquitectónico que, en la Argentina, se reflejó en sus obras de Tigre y en la capilla del parque privado Los Cipreses, en San Isidro.
En agenda
- Exposición 60 años de Carlos Páez Vilaró con el arte. En el Museo Municipal de Bellas Artes de Tigre, Paseo Victorica 972, Tigre. Con el apoyo del Ente de Turismo. Miércoles a viernes, de 10 a 18; sábados y domingos, 12 a 18; 4512-4528. Inaugura el 11 de julio.
- Casapueblo Tigre. Exhibición de obras en la casa antigua; recorrido por el exterior de Bengala. Sólo para visitantes a la muestra anterior. Estrada 840, Tigre; 4731-0796, 4749-7766. Sábados y domingos, de 15 a 18.