Argentina produce casi 400.000 toneladas de maní al año, de las cuales se desechan las cáscaras. Un grupo de científicos trabaja para convertirlas en material para construir viviendas.
¿En qué se parecen una cáscara de maní y un ladrillo? ¿Y una cáscara de maní con un cielorraso? En mucho más de lo que uno se imagina. El maní es un alimento multifacético: se lo conoce tostado, pelado, en mantequilla, hecho crema, azucarado y en garrapiñada. Pero sus cualidades no se terminan ahí: por iniciativa del Centro Experimental de la Vivienda Económica de Córdoba (Ceve-Conicet), desde hace algunos años Argentina utiliza sus cáscaras como materia prima para construir viviendas sustentables.
La producción argentina de maní –Arachis hypogaea, según su nombre científico– ocupa el segundo lugar en el mundo después de India. El 90% de la producción nacional de maní (390.000 toneladas) se hace en Córdoba. Pero su desecho, la cáscara, representa el 30% de la producción. ¿Y qué se hacía hasta ahora con la cáscara? Utilizarla como alimento para porcinos, como materia prima para biocombustibles, o lo más común, incinerarla, debido al enorme volumen que ocupa. Y, en esa quema, se liberan gases tóxicos y se agreden los suelos.
Pero en el Ceve comenzaron a pensar en una solución inteligente para este problema. Así nació la fabricación de componentes constructivos con cáscaras de maní, que combinadas con cemento se utilizan para construir ladrillos y bloques, o mezcladas con resina poliéster se convierten en placas livianas y aislantes para colocar en cielorrasos: sus principales virtudes son su bajo peso, su buena capacidad como aislantes térmicas y su gran aplicabilidad en el acondicionamiento de viviendas. Además de sortear la vía del ladrillo clásico, que representa un verdadero desastre ecológico porque se hace en hornos a cielo abierto, con humus que tarda miles de años en formarse.
"La idea de elaborar placas poliméricas de cáscaras de maní apunta a disminuir la demanda de madera y aprovechar otros residuos que sobreabundan en el sector agroindustrial –explica Mariana Gatani, Investigadora Independiente del Ceve–. La placa con cáscaras de maní desarrollada tiene un atractivo aspecto estético, y sus principales cualidades técnicas son aportar aislación térmica y acústica a los espacios interiores". Gatani es arquitecta y, en 2008, quedó cautivada por la posibilidad de ayudar a las personas de bajos recursos que sufren deficiencias habitacionales. "Ver y estudiar realmente las condiciones en que vive la gente pobre te cambia la cabeza", dice la investigadora desde su laboratorio, que luego de su formación doctoral eligió dedicarse al desarrollo de sistemas constructivos para viviendas sociales.
En la búsqueda de materiales a partir de residuos, Gatani y otros expertos preguntaron a los dueños de plantas maniceras de la zona como Maglione Hermanos –ubicada en Las Junturas, a 120 kilómetros de la capital provincial– qué hacían con las cáscaras. "Como es una cobertura que protege el fruto bajo tierra, la cáscara no se degrada ni enriquece los suelos", explica. Así fue como probaron un compuesto de cáscaras de maní con cemento, después llevaron los ensayos a un equipo de trabajo en Brasil especializado en la mezcla de resinas poliméricas o plásticas con coco y caña de azúcar, y de regreso en Argentina lo aplicaron a las cáscaras, en una combinación sin antecedentes. El resultado fue esta especie de aglomerado muy aislante y que seca rápido.
Dos oficinas del Ceve ya usaron estas placas como cielorraso y para revestimiento. Además, se está realizando un proyecto de producción piloto en la planta de Maglione, donde se elaboraron más de mil placas de 25 x 25 centímetros para revestimientos y para equipamiento demostrativo del material, como portalapiceros, portablocs o posaplatos.
El Ceve no agota su producción ahí: también cuenta con una línea de investigación que busca obtener componentes constructivos a partir del reciclado de residuos y de materiales en desuso. Desde hace dos años trabaja para desarrollar tejas de caucho, proveniente de neumáticos en desuso, y ladrillos de pet. Con estos últimos ya construyeron una oficina, un galpón y varias viviendas en la provincia de Córdoba.
Aunque todavía falta tiempo para que las placas de maní se utilicen en hogares de forma masiva, la idea del Ceve es capacitar a municipios para que ellos mismos los usen en sus planes de vivienda. ¿Si las placas con cáscaras de maní son económicamente competitivas? "Estamos en condiciones de competir en el mercado con un 20% por debajo del valor de las placas de madera elaboradas como MDF (Medium Density Fibreboards)", se entusiasma Gatani. Ya lo dijo Les Luthiers: time is money. El tiempo es un maní.
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