Fue a comienzos de este año, cuando los festejos de diciembre terminaban y muchos se disponían a abandonar la ciudad para tomarse sus merecidas vacaciones. Hacía ya una semana que una perra adulta deambulaba por el parque Saavedra. Se la notaba flaca, agotada, con la mirada triste y muy asustada. Todavía se escuchaban a los lejos los estruendos de fuegos artificiales y Daniela supo en ese instante que no podía mirar hacia otro lado.
"Soy de las que salen corriendo para ayudar a un animal necesitado. Y ella en particular llamó mi atención, por su carita, por su posición de temor. Pensé inmediatamente en nuestra perra, Kala, que ahora duerme despatarrada en mi cama, pero que en algún momento también estuvo muerta de miedo en medio de una ruta. Kala es una galga, una más de tanto descarte, de tanto abandono, hoy es nuestra princesa y vive feliz junto a dos gatos, también rescatados del abandono en el Botánico. Por eso supe que tenía que hacer algo por esa perra que había visto en varias publicaciones compartidas en las redes sociales".
De inmediato se puso en contacto con Gastón y Fabiola, que acudieron al lugar y, luego de dos horas de espera, lograron que la perra comprendiera que simplemente querían ayudarla. Con paciencia, lograron ponerle una correa y sacarla del parque donde había estado deambulando, muerta de calor, sed y hambre. Creyeron que había sufrido un golpe de calor, un cuadro típico del verano y que se presenta en los perros como consecuencua de las altas temperaturas y humedad ambiental, por estar expuestos al sol, a la intemperie y sin sombra, por no tener agua fresca a su alcance y que puede causar daños en los tejidos y órganos del animal. A diferencia de los humanos, los perros eliminan el calor de su cuerpo a través de las almohadillas de sus patas, donde tienen las únicas glándulas sudoríparas de su cuerpo. En circunstancias donde la temperatura es muy elevada, este sistema puede no ser suficiente para eliminar el calor corporal, por lo cual la temperatura de la mascota también aumenta y se pone en peligro su vida.
La llevaron al veterinario que le calculó unos siete años, varias camadas de cachorros y le indicó un antiparasitario y una pipeta para las pulgas, además de un baño reparador. "Al principio estaba muy temerosa, temblaba y mostraba los dientes en señal de desconfianza. Claramente fue una perra maltratada porque se hacia un bollito en el piso. Pensamos que tuvo casa, pero no un hogar. Por su comportamiento creemos que fue una perra destinada a un patio, a vivir a la intemperie. No sabía siquiera lo que era dormir sobre algo cómodo, recién ahora se puede relajar a dormir en un polar, con un almohadón".
La llamaron Pili y pronto pudieron comprobar, como sucede en todos los casos, que lo único que necesitaba era cariño y amor. Aprendió a salir con correa y a pasear, disfruta de ir adaptándose poco a poco a una nueva vida. También dejó atrás su conducta temerosa. Ahora se expresa, mueve la cola y entra en confianza con las personas que visitan la casa. Sabe convivir con perros, niños, y es muy tranquila con los gatos.
Pili ya fue esterilizada y ahora sus rescatistas buscan para ella un hogar donde la quieran para siempre. Es que son de la provincia de Mendoza, deben regresar por temas personales y no pueden llevarla. "Es una perra con cero demanda. Ella se acomoda en el piso, en cualquier rincón. Supo darse cuenta que no toda la gente es mala, que no todos iban a echarla a patadas, ni la iban a tener a la intemperie. Está aprendiendo lo que es el amor, un plato de comida para ella, recibir mimos y disfruta de salir a caminar con correa. Y agradece con amor, ese amor tan noble que sólo los animales saben dar, y más aún los muy sufridos, los que han sido descuidados, abandonados, golpeados... los que han pasado desapercibidos ante tantas miradas. No hace lío, no rompe, no molesta, ¡ni se la escucha! Sólo necesita amor". (Los interesados en conocer más sobre Pili pueden contactar a Fabiola al 116-038-9822o al mail lucerofabiola@hotmail.com).
Fuente: Vitalcan.
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