No pido perdón
En el mundo femenino no todas las marcas logran dar con el tono deseado a la hora de comunicar sus productos. La identificación con esa otra que nos muestran es compleja. Existe una licencia tácita para las firmas de lujo: aunque no reflejen nuestra realidad nos invitan a soñar. Así, para usar un perfume de un diseñador de primera línea habrá que correr por un château francés del siglo XVI, con un vestido largo de satén, pelo recogido y joyas, y un apuesto príncipe estará listo para la seducción. Pero para las marcas de consumo masivo este permiso, de no reflejar la realidad, debería desvanecerse. La mujer aparece peinada de peluquería y maquillada para limpiar las hornallas de la cocina, o totalmente naïf rodeada de tonos pastel, muffins y banderines con florcitas rosas, o la peor de todas: menstruando de color azul. Señores publicistas, la sangre es roja. Sépanlo. Gracias.
Cuando no se equivocan y logran colarse en la conversación femenina se pueden ver campañas inteligentes como el último video de Pantene titulado Not Sorry (No pido perdón). Allí, de manera simple, chiquita, sin grandes pretensiones se introducen en el universo de la mujer creando una identificación instantánea. Se agarran de una idea, de un gesto típicamente femenino: pedir perdón todo el tiempo y por todo. Disculparse innecesariamente resta empoderamiento y minimiza nuestra fortaleza. Lograr meter una marca en el medio de una charla de chicas debería ser el norte de las firmas que intentan hablarles a ellas. Se necesita observación, conocimiento y estar dispuestos a bajar el umbral de la perfección para evitar lo artificial. Ganarán los que entiendan la verdad femenina y sepan agregarle la dosis justa de poesía.