Vanesa Krongold: "No quiero diseñar para la gente cool"
Le gusta la música, diseña, tiene humor y da clases de estilismo; su idea, que cada uno se divierta y viaje con lo que lleva puesto
En la Universidad de Palermo soy profesora de estilismo y no de diseño, porque mi ropa tiene mucho de lo primero: no me obsesiona cómo está la costura de la remera, sino cómo voy a mostrarla, cómo va a ser la foto, la actitud, el lugar. Me interesa la creación de personajes, no lo correcto y lo que va a vender. Me atrae un poco lo random, lo feo, lo dejado.
Así se presenta Vanesa Krongold, una diseñadora vanguardista que quería ser cantante y terminó componiendo colecciones y vistiendo bandas under. Ecléctica en sus combinaciones y desafiante en sus declaraciones, explora temáticas globales desde su propia identidad, derribando preconceptos que la puedan limitar.
Retrato de una chica fuera de serie.
-De cantante a diseñadora. ¿Cómo fue esa transición vocacional?
-Cuando estaba en el colegio tomaba clases de canto, me encerraba en mi cuarto a cantar y no tenía mucho contacto con la moda, la música era lo que me transportaba. Soy tímida y no me imagino en un escenario cantando frente a miles de personas, pero sí conservo la pasión: estoy todo el día escuchándola. Todo lo que hago es por la música, mi ropa tiene mucho contacto con ese mundo desde un lugar inconsciente; me pasó que un día me puse a diseñar y terminé haciendo ropa para stage casi sin querer. Me gusta pensar en los colores como una melodía, como si con mi ropa generara el ruido que hace una canción.
-¿Cuándo nace Vanesa Krongold, la marca?
-En 2010, después de recibirme de diseñadora y productora en la UP, viajé a Londres a hacer un curso de estampado y empecé a relacionarme con el mundo de lo visual, lo gráfico y el collage. Cuando volví me convocaron para presentar mi colección en Ciudad Emergente y presenté lo que fue mi primera línea de vestidos, ahí empezó todo.
-¿Por qué decidiste darle tu nombre?
-Porque es parte de mi identidad, porque me representa, y para mí diseñar es como cocinar. Creo que darle mi nombre es una forma de ponerme la camiseta y decir: esta soy yo, hago lo que soy y eso es lo que le vendo a la gente.
-El año último participaste de la muestra argentina de diseño Journeys of the Landscape, en el marco del London Fashion Week. ¿Cómo viviste esa experiencia?
-Fue muy importante porque fuimos a representar el país. Éramos un grupo de diseñadores en nombre de la Argentina y fue muy lindo, me sentí muy emocionada de poder formar parte de un calendario tan importante acompañada de colegas muy talentosos. Además resultó un buen ejercicio para aprender a venderte como diseñador frente a la prensa internacional, a buyers, a gente que te pregunta cosas que no estás acostumbrado que te pregunten. La moda allá es un sistema mucho más armado que funciona económicamente como cualquier otra industria, y los pasos a seguir en una exposición están sumamente establecidos.
-¿Cuáles son los conceptos que asociás a la moda?
-Juego, libertad, frescura, diversidad. Lo que me interesa hacer con mi marca, más allá de que se la asocie con un público joven, es llegar a mujeres y hombres de diferentes edades. Yo sé que mi ropa es distinta a lo que uno ve y busco poder abrirme a partir de esa diferencia. No quiero diseñar nada más para la gente que entiende de moda, para la gente cool. De hecho creo que a la gente de moda la desconcierta un poco mi ropa. Lo que realmente me interesa es que las personas interactúen con la prenda como con una imagen: quiero que los haga pensar, jugar, que mirándola viajen a otros momentos de su vida.
-¿La imagen tiene un rol preponderante en la última colección?
-Sí. Esta colección es un zoom a lo digital porque explora elementos de photoshop, imágenes pixeladas y errores de illustrator. Se llama Folclore Digital porque celebra ese mundo de una manera autóctona. Me interesa mucho transmitir la influencia de la imagen en el mundo del diseño, plasmar cómo estamos estimulados por imágenes todo el tiempo en todos lados, desde lo que hay en Tumblr hasta lo que encontrás en las góndolas del chino del barrio. Me divierte reírme un poco de esa saturación de imágenes que nos rodean y generan una falta de identidad, un sentimiento de copia.
-¿Cómo te relacionás con el color?
-No estudio una teoría del color, es totalmente espontáneo. Busco vibración en los colores, quiero transmitir su fuerza y generar algo ecléctico con mis colecciones. En esta última trabajé muchísimo el violeta.
-¿Y la inspiración?
-Me nutro mirando a la gente caminar por la calle, lo que es trendy me aburre un poco. Siempre digo que no sé si sigo la moda, pero la absorbo, la entiendo, y desde ahí puedo salir y hacerte salir a vos: quiero que mi ropa te haga viajar.
OBjeto favorito
El unicornio, porque representa lo kitsch: es vulgar y femenino a la vez. Lo compré en el barrio de Once, uno de los lugares más entretenidos de Buenos Aires, y cada vez que lo miro me traslada a una fantasía visual de mi infancia, no puedo evitar deleitarme por el color y la textura del plástico. Es mi objeto feo especial
Camila Lozzia