1930, 1976 y 2025
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Repudiar el golpe del 76 en su aniversario no es suficiente, tenemos que aprender del pasado para no repetir nuestros errores. Jorge Videla y Emilio Massera fueron declarados culpables en los tribunales, pero hay otras responsabilidades políticas y personales que no analizamos. La polarización, guerrilleros o militares, K o antiK, y ahora Milei o antiMilei, impide que aprendamos de nuestro pasado violento.
En medio del debate político del momento, el análisis del último golpe de Estado nos permite celebrar que hemos logrado vivir en democracia por más de 40 años.
La polarización de los argentinos no es nueva. Hace más de cien años, en 1921, Agustín, mi abuelo materno, que en ese momento era teniente coronel, recibió un premio otorgado por la presidencia de Hipólito Yrigoyen por una tarea que había realizado. El premio consistía en un hermoso reloj de bolsillo y el funcionario que lo entregaba dijo: “que cada minuto que marque este reloj sea una hora de dicha para el Presidente de la Nación”. Mi abuelo esperó 12 años, y le dio cuerda por primera vez el 3 de julio de 1933, el día que murió Yrigoyen. A partir de ahí lo usó diariamente.
Una parte de mi familia son militares y católicos, la otra parte feministas y educadores. Mi otro abuelo, Santos, era senador radical en Córdoba y puso su conocimiento y su fortuna personal al servicio de la democracia. Mi familia es un ejemplo de las diferentes visiones sobre nuestro país.
En 1930, nuestra élite, en lugar de armonizar las diferencias de una sociedad en crecimiento, utilizó a las Fuerzas Armadas para tomar el poder e imponer sus intereses. Un artículo reciente en el New York Times presentó el costo de esa debacle institucional. La nota destaca que a principios del siglo XX, la gente utilizaba la expresión “tan rico como un argentino” pero desde entonces nuestro país ha ido de fracaso en fracaso y hoy tiene “un atraso económico de 100 años”. “El PIB per cápita de la Argentina, antaño uno de los más altos del mundo, es ahora una pequeña fracción del de Italia y del de España.”
El fracaso económico ha sido una de las razones fundamentales del triunfo electoral del presidente Milei. Su capacidad de controlar la inflación explica la aprobación que mantiene después de más de un año de gobierno.
Una inflación de más del 100% anual sumada al miedo a la violencia de las guerrillas y los grupos paramilitares promovieron el golpe del 76. Los dirigentes políticos de aquella época no supieron presentar opciones para resolver esas dos cuestiones.
Los secuestros y homicidios de empresarios, de policías y de militares y en particular el asesinato del capitán Viola y sus dos hijas de 5 y 3 años en Tucumán conmovieron a la sociedad. Ni el gobierno, ni la oposición tenían un plan propio para enfrentar la violencia guerrillera.
El peronismo estaba devorado por su violencia interna. El movimiento incluía sectores guerrilleros como los Montoneros que habían cuestionado la democracia aun bajo la presidencia de Perón y atacaba a sindicalistas, que se armaban para defenderse o se integraban a grupos parapoliciales financiados por el ministro de Bienestar Social Jose López Rega.
El gobierno democrático le delegó el problema de la seguridad interna a las Fuerzas Armadas que están entrenadas para enfrentar a otros ejércitos. Por formación profesional, no vieron a los guerrilleros como criminales a perseguir con la ley, sino como a enemigos a los que se debía eliminar físicamente. La arquitectura legal es casi invisible, y sin embargo es una cuestión de vida o muerte. El enemigo combatiente no tiene derechos, en cambio el ciudadano aun sospechado de cometer un crimen si los tiene.
La totalidad de los partidos políticos (incluido el Partido Comunista) condenaba la violencia de la guerrilla y de la Triple A, y no se opusieron a que las Fuerzas Armadas se hicieran cargo del problema.
Los empresarios fueron más lejos, y promovieron el golpe. Ellos y sus fábricas eran blanco de las guerrillas y además padecían una economía que combinaba control de precios y alta inflación. Ya en 1975, los hombres de la Unión Industrial Argentina (UIA) se comprometieron a que su presidente, José Alfredo Martínez de Hoz, sería el responsable de la gestión económica mientras los militares se ocupaban de la seguridad. Creían que sin los límites del Congreso y de la justicia independiente las tareas de seguridad y económica serían más eficientes.
Los medios de comunicación mayoritarios tampoco discutieron opciones, y apoyaron el golpe. Incluso el diario La Opinión, dirigido por Jacobo Timerman, que sería una de las víctimas, criticaba la demora en dar el golpe y elogiaba la necesaria “unificada acción armada, propia de tiempos de guerra.”
El tema de la seguridad en 2025 es diferente que en 1976. La guerra contra el comunismo se ha terminado, ningún país de Latinoamérica participa de guerras entre estados, la violencia política se ha reducido a un peligroso intento aislado contra Cristina Kirchner, pero hay crimen organizado y abuso policial.
El funcionamiento de las instituciones expone claroscuros. El juicio a la vicepresidente muestra la idoneidad técnica de todas las partes, incluida la defensa, y una capacidad institucional que contrasta con las propuestas de nombrar jueces sospechados de corrupción en la Corte Suprema.
El aniversario del golpe de Estado nos da una oportunidad para superar la polarización y ayudar al Gobierno y a nuestros líderes a no caer en un error similar al de 1976. En 2025 podemos utilizar la Inteligencia Artificial para potenciar los esfuerzos sobre seguridad y justicia y hacer más eficientes nuestras instituciones. Celebremos nuestra democracia y mejorémosla con nuestra participación.
Codirector del proyecto que se realiza en la Universidad de San Pablo, Brasil para utilizar la IA en los problemas de orden global
