Ángeles y demonios
Esta inadaptabilidad da lugar a que determinados individuos puedan ser impulsivos y violentos
En todas las épocas y estratos sociales se encuentran infinidad de ejemplos en los que el ser humano mató, violó y robó. Caín mata a su propio hermano. Marco Junio Bruto hombre admirado y adorado por sus amigos, de buen carácter, ajeno a la ira, honesto y justo según lo describe Plutarco, es el que finalmente hunde su daga en el cuerpo del César. Pizarro, durante la conquista del Perú, ejecuta a Atahualpa con el garrote vil ante el asombro de los indígenas. La lista de casos es inquietante, pero seguramente más inquietante debe ser la lista que no se conoce.
Poco o nada a cambiado al hombre que mata, su naturaleza es la misma, aparentemente solo ha modificado los medios, si bien las manos continúan siendo el elemento utilizado, al igual que en los tiempos primitivos.
Las causas de la conducta criminal y antisocial en el hombre fueron y son hasta el presente un debate permanente. En general, las opiniones se hallan divididas. Por un lado, aquellos que consideran que el factor primordial es el medio ambiente donde se desarrolla el individuo y, por otro lado, aquellos que consideran que el sujeto nace ya con una predisposición biológica para delinquir. (nature or nurture).
Las causas de la conducta criminal y antisocial en el hombre fueron y son un debate permanente
Actualmente, el progreso de las investigaciones neurobiológicas brindan un creciente conocimiento del órgano más complejo de un ser: "su cerebro". Desde un punto de vista evolutivo, en el cerebro se encontraría representada la herencia de nuestros antepasados humanos y no humanos, reptiles mamíferos y primates.
¿Acaso en esos trágicos momentos en los que el criminal cumple su objetivo, donde prevalece la sinrazón, hace eclosión lo más primitivo de sí dando lugar a que surjan las experiencias acumuladas en los milenios de su evolución biológica? El criminal violento en su crueldad se asemeja a la impasibilidad de expresión de la serpiente, se dice "mato a sangre fría".
En el acto criminal siempre existen dos personas, la víctima y el victimario "Ángeles y Demonios".
En el sentido clásico, se acepta como hecho principal del acto delictivo la "carencia ética". Esta inadaptabilidad da lugar a que determinados individuos puedan ser impulsivos y violentos o sutiles e insignificantes con una existencia más o menos convencional y adaptada.
Pero los avances de la ciencia no solamente los encontramos en el campo de la neurobiología, sino también en el terreno de la genética, cuando dos descubrimientos fundamentales dieron lugar a la gran revolución en las investigaciones forenses. El primero, en el año 1987 cuando Timothy Wilson Spencer, culpado de asesinato y violación, es condenado a muerte por la evidencia dada por el ADN, el segundo -y por ello no menos importante- el descubrimiento por parte del Premio Nobel Kary Mullis de una técnica llamada PCR, que permite amplificar miles de veces cantidades mínimas de ADN, vale decir, lograr hacer visible lo invisible, algo que el criminal más astuto no puede ver.
Dos descubrimientos fundamentales dieron lugar a la gran revolución en las investigaciones forenses
Naturalmente, todas las pruebas llevadas a cabo en estas investigaciones pierden valor si no son respetadas minuciosamente todas las etapas preestablecidas, debiendo ser realizadas no solamente por personal técnicamente idóneo sino además poseedor de una ética intachable.
El pensamiento prejuicioso, la visión túnel que lleva a un razonamiento errado, la inercia y la burocracia cuyo resultado es haber hecho poco y demasiado tarde, la fatiga, el ego personal y los falsos rumores, pueden también llevar al fracaso de una investigación criminal, sin lograr finalmente condenar a los responsables.
La lista de Ángeles es infelizmente demasiado numerosa, entre los más recordados en los últimos tiempos podemos mencionar Lucila Yaconis, María Marta García Belsunce, Nora Dalmasso, Candela Sol Rodríguez.
Hoy la sociedad toda esta pendiente casi en forma desmedida del desenlace de otro crimen aterrador, donde se espera ansiosamente un final en el que se haga justicia, en primer lugar a la persona más perjudicada, la víctima y, consecuentemente, a su familia, y para que la ley caiga con todo su peso sobre el demonio que silenció para siempre un Ángel.
La autora es médica genetista. Presidenta del centro de diagnóstico genético Primagen.
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