¡Atentos! Vivimos un momento histórico
Hay hechos, momentos, frases a los que se les puede aplicar lo que en las ciencias blandas se denomina "efecto arquitectónico". Es decir, ordenador. Son acontecimientos que marcan una jerarquía de prioridades, señalan un norte, muestran el camino. Por ejemplo, la célebre pregunta de Perón en los años 50, "¿Quién ha visto alguna vez un dólar?", es considerada fundadora del mercado bimonetario en la Argentina. En ese rubro, la que le siguió, "El que apuesta al dólar, pierde" (Lorenzo Sigaut, 1981), fue simplemente una ratificación de principios, apenas anecdótica si no fuera porque aquel día un joven abogado que hacía fortunas apretando a deudores hipotecarios, Néstor Kirchner, tomó la decisión de que jamás ahorraría en pesos.
Pues bien, los argentinos acabamos de ser testigos de otro hecho, de otro momento arquitectónico, piramidal. El lunes, Cristina recibió a Alberto en su departamento de la calle Uruguay. Increíble cómo el orden de los factores altera el producto. Si Alberto hubiese recibido a Cristina, la historia tomaba un rumbo. Pero fue al revés. El Waze indicó la dirección contraria. A los periodistas nos gusta simplificar todo en un título. Acá sería: Alberto fue al pie. Ya sabemos lo dura y explícita que le gusta ser a Cristina. Como cualquier buen político, y como cualquier monarca, ama lo gestual. Lo hizo ir. En Somos nosotros, el programa de Willy Kohan en LN+, conté el miércoles que ella lo recibió en el palier del quinto piso, y que él estaba agradecido porque siempre tenía que tocar el timbre y esperar a que le abrieran. Ahora me dicen que, en realidad, la reunión se hizo en el palier.
Como para que al profesor le quedara claro, Maléfica lo hizo ir solito, mientras que ella estuvo acompañada por Máximo y Wado de Pedro. Por si quedaban dudas de para qué equipo juega Wado. Y lo peor estaba por llegar. Asustado, tembloroso, Alberto recibió la lista con los integrantes del gabinete que le había elevado ("elevado": yo también soy malo) a la señora. Varios nombres estaban tachados. De su puño y letra, Maléfica había escrito junto a esos nombres: hundido, hundido, hundido... Hundidos sin batalla. En retirada, el profesor tuvo que enfrentar a los periodistas que lo esperaban abajo con un rostro demudado y una declaración inconsistente: "El gabinete está prácticamente definido". Claro, solo faltaban detalles. Por ejemplo, quién va a ser el ministro de Economía.
A partir de ese encuentro, todo quedó ordenado. Está buenísimo, porque hasta entonces el país y el mundo se preguntaban, entre expectativas y temores, quién tendría la sartén por el mango. ¿Estábamos ante un poder bicéfalo? ¿Eran las vísperas de luchas intestinas? ¿Alberto se aventuraba a una emancipación de final incierto y traumático? ¿Cristina abdicaba? Nada de eso. Él abrió la puerta del ascensor, saludó a la jefa y a sus dos ángeles custodios, recibió el papelito, puso boca de pescado (es la boca que se abre y se cierra sin emitir sonido) y se despidió. Se despidió de Máximo y de Wado, porque la señora ya reposaba en su alcoba.
Como dije: está buenísimo. Ahora se entiende todo. Se entiende que, desde el martes, el presidente electo se haya abocado a reformular el gabinete, buscando nombres no pasibles de ser hundidos. Tarea ingrata, porque antes tuvo que llamar a los que ya se creían ministros y ya estaban trabajando como ministros para decirles que no habían pasado el control antidoping del laboratorio de la calle Uruguay. Se entiende que al Chivo Rossi lo sacaran de Diputados para que la jefatura del bloque pasara a manos del Principito. Que al senador cordobés Caserio también lo borraran de un plumazo para que haya un bloque unificado bajo el mando del hiperkirchnerista Mayans. Consultado un senador peronista por Gustavo Ybarra, de LA NACION, sobre esa movida, la definió así: "Se acabó el albertismo". Se entiende también que Alberto le haya adelantado a la embajadora de Israel que está estudiando derogar el decreto que declaró a Hezbollah agrupación terrorista. Esta información la filtraron fuentes de la embajada y la desmintieron en el búnker del profesor. ¿A quién le creemos? ¿A Perón, a Sigaut o al mercado? Absolver a Hezbollah debe ser una condición para volver a tener relaciones carnales con Irán. Finalmente, ahora se entiende por qué no hay reuniones ni diálogos de transición entre el gobierno que sale y el que entra. Alberto ya tiene suficiente con su traspaso del mando a Cristina.
¿A cuál de los dos le atribuimos el paquete ultrapopulista de aumentos salariales, jubilatorios y en los planes sociales que, según parece, anunciará el nuevo gobierno? A los dos. Está en su ADN. En cambio, la suba de precios que van a provocar esos regalitos navideños será atribuida a los poderes económicos concentrados, a la herencia de Macri y a núcleos destituyentes. ¿De quién fue la idea de provocarle una pataleta al Papa al prometer una nueva ley de legalización del aborto? De Alberto, qué duda cabe. A la hora de hablar de más, odia que se le adelanten. ¿Cuál de los dos ordenó no dar quorum al debate del proyecto de "ficha limpia", que impide ser candidatos a condenados por corrupción? Los dos. Lo dijo Evo: las candidaturas son un derecho humano.
Este capítulo de la historia argentina ya tiene título. Antes y después del palier.