Los que peinan canas
Todos nos quedamos mal con el video que se hizo viral de la jubilada que lloraba en cámara porque luego de tantos años volvía a la pesadilla de niña de no tener qué comer. Me pregunto cuántos abuelos estarán en la misma situación.
Pero mi carta de hoy es para aquellas personas que no saben si son viejos o jóvenes, pero que simplemente se sienten descartables. Son esas mujeres y hombres que pierden sus empleos ya avanzados en años y que les sirven a las empresas, los descartan como uno descarta una camisa vieja.
Mujeres y hombres que están en los 50-60 años. Que son demasiado jóvenes para rendirse, pero demasiado viejos para competir para una posición ofrecida a jóvenes de 18 a 35 años.
En sus canas y en las marcas de su piel está su experiencia, pero ya no son atractivos para las consultoras y los gerentes de recursos humanos de las empresas que buscan gente que no peine canas.
Este grupo no pide un plan, pide poder trabajar, levantarse temprano, llegar a casa cansado, tomar una ducha, comer una rica cena e irse a dormir para preparar un nuevo día laboral.
Pero para muchos eso está solo en sueños, porque sus días pasan con la amargura de sentir que son un estorbo para la sociedad y su familia.
Espero que en algún momento esto se revierta, pero pronto. No hay mucho tiempo para devolverles la dignidad de acceder a un trabajo.
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