La Argentina, ante EE.UU. y China
El manejo positivo y simultáneo de las relaciones con Estados Unidos y China es una crucial prueba para la política exterior argentina. Pero el nuestro no es el único país que afronta este desafío. Así, el excanciller Joschka Fischer considera que Alemania debe implementar una estrategia transatlántica -con Estados Unidos- y una euroasiática -con China-. Australia, aliado militar incuestionable de Estados Unidos, envía gran parte de sus exportaciones a China. Países del Asean (Tailandia, Indonesia, Malasia) balancean la influencia del "gran vecino del norte" con vínculos comerciales con Estados Unidos.
La emergencia de China ha sido espectacular y relativamente sigilosa. En una generación ha salido de la pobreza para convertirse en la primera potencia económica y exportadora global, pudiendo llegar a tener en 2024 un PBI equivalente al 142% del de Estados Unidos. Mantener el crecimiento se convierte en imperativo, para beneficiar a su población y dar legitimidad al Partido Comunista.
Para asegurar la provisión de materias primas y el flujo de sus exportaciones, China ha implementado la iniciativa One Belt, One Road (una franja, un camino), que consiste principalmente en obras de infraestructura, en tierra y mar, a nivel asiático, que se extienden a África, Europa y a América del Sur. Esta iniciativa proyecta a su vez su influencia política. Como Xi Jinping, quien dice que China "no tiene el gen" que lleva a las grandes potencias a buscar la hegemonía, los líderes chinos han buscado restar importancia a su propio ascenso, logrando hasta hace poco "crecer sin provocar".
El auge de China es, sin duda, una amenaza para Estados Unidos. A nivel regional, China parece querer dominar el Indo-Pacífico en lo económico, político y militar, desplazando a los estadounidenses. A nivel global, algunos especialistas creen que, aunque conforme con que Estados Unidos siga liderando el orden mundial, China quiere tener el poder suficiente como para enfrentarlo cuando sea necesario. Ante esto, Washington debate cómo enfrentar a China. Los defensores del orden liberal internacional, como John Ikenberry o Gideon Rose (de la revista Foreign Affairs), apoyan la estrategia seguida tanto por gobiernos demócratas como republicanos, antes de Trump: "Involucrarse, pero cubrirse". O sea interactuar con China desde el punto de vista económico, e involucrarla en el orden internacional creado por Estados Unidos, mientras se toman medidas globales y en Asia para limitarla como amenaza militar.
Se busca así "balancear" el poder ascendente de China en lo económico y en lo militar. Para ellos, el presidente Trump es una clara amenaza, ya que temen que busque reemplazar el orden liberal por una "hegemonía illiberal". Sus posturas y estilo agresivo, tanto con aliados como con rivales, erosionan la confianza que Estados Unidos generó tradicionalmente, un elemento fundamental para la creación de alianzas en el último siglo, o contra China en el futuro.
Por su parte, Graham Allison (de la Escuela Kennedy, en Harvard) considera contradictoria la estrategia de "involucrarse, pero cubrirse", y no cree que Estados Unidos esté a tiempo para "balancear" a China. Considera crítico un excepcional esfuerzo de planeamiento estratégico para enfrentarla, comparable a lo hecho por los "hombres sabios" alrededor del presidente Truman -como Dean Acheson y George Kennan-, para diseñar el orden liberal de posguerra. O al realizado por Kennan, al esbozar la estrategia de "contención" de la Unión Soviética. Este ejercicio puede incluir desde el acomodamiento hasta el socavamiento de los intereses chinos.
Entendiendo este dinámico contexto, la Argentina debe pensar en cómo manejar con éxito ambas relaciones. Pueden resultar útiles los cuatro pasos recomendados por Allison a Estados Unidos. El primero es identificar y clarificar nuestros intereses vitales. El segundo, entender lo que quiere China (y en el caso argentino, también lo que quiere Estados Unidos). El tercero consiste en elaborar una estrategia (do strategy), señalando que los dichos de Bill Clinton en relación a que la política exterior se ha ido pareciendo al jazz, ya que es pura improvisación, no tienen sentido ante una China que ejecuta estrategias coherentes. Por último, Allison recomienda dar especial importancia a los desafíos domésticos, ya que impactan en la acción exterior.
Especialista en relaciones internacionales; miembro consultor del CARI y del Cippec