Costos y beneficios de patear el hormiguero
Todo junto. De una. A todo o nada. Así salió Javier Milei a impulsar la reforma estructural de la Argentina. El megadecreto y el proyecto de ley ómnibus presentado al Congreso tuvieron el efecto de una patada en el hormiguero. Al factor sorpresa se le sumó la contundencia de un impacto que afecta a todos los estamentos. Por ahora, nadie sabe bien dónde está parado. En el desbande, la confusión es mucha. La amplitud del DNU multiplica la apertura de causas judiciales ante jueces de distintos fueros con decisiones encontradas, en una deriva caótica que las instancias superiores deberán ordenar. En el plano político, ni hablar. Mientras los legisladores buscan el modo de abordar semejante paquete de cambios –para impulsarlo o detenerlo, según el caso–, las corporaciones que ven amenazados sus privilegios salen a la lucha dispuestos a defenderlos. Afirmándose en su voluntad de transformar la matriz legal del país, y con el tiempo en contra, un gobierno todavía en formación atiende como puede la gran cantidad de frentes que ha abierto. Todo, ante una sociedad maltratada y herida por los que se fueron, que tampoco sabe bien dónde está parada y aguanta como puede una vertiginosa escalada de precios.
Por solo intentar un cambio en el índice de movilidad jubilatoria, el gobierno de Mauricio Macri recibió una lluvia de piedras en el Congreso, en medio de una batalla campal que marcó el inicio de su declive. Milei habrá previsto que quienes disfrutan de las prebendas corporativas saldrían con los tapones de punta a resistir la transformación. Aun así, decidió ponerlos en jaque a todos juntos –o casi– mediante su DNU y un proyecto de ley de más de 600 artículos. La reacción, ahora, es múltiple.
Con perdón de la analogía, pensemos en un boxeador que, no conforme con vencer a un adversario por vez hasta obtener la corona, invita al conjunto de sus rivales al ring para atenderlos en grupo. El problema principal no es que le falte entrenamiento, sino que solo tiene dos brazos. Desde abajo del cuadrilátero, se diría que tira golpes a tontas y a locas. Y no parece capaz de detener la embestida grupal para repensar el plan. Así, solo le queda envalentonarse e ir para adelante. Decidido a avanzar, Milei le ha confiado a su equipo que si la ley no sale contratacará con más decretos.
¿Es errada la estrategia del Presidente? El objetivo –revertir en poco tiempo la matriz legal y el reflejo conductual de los argentinos, decantado durante décadas– es desmesurado, y por eso resulta difícil juzgar a priori la efectividad del medio elegido para alcanzarlo. La idea de enfrentar en simultáneo a las fuerzas de la reacción también puede ser defendida. Esos contendientes están todavía magullados y aturdidos por la paliza que han sufrido en las elecciones. En este sentido, con el resultado del balotaje aún fresco y un importante apoyo popular, Milei acaso esté en el pico de su capacidad de acción. Si enfrentara a sus rivales de a uno, el retador iría perdiendo fuerza, además de tiempo, y tendería a bajar la guardia. Alguno podría completar el castigo con un cross que ponga fin a las pretensiones libertarias.
"Si hay una casta indiscutible es la de los sindicatos, con jefes que han mantenido sus cargos durante 30 o 40 años"
El centro del ring lo disputan ahora los pesos pesado de los gremios, de mano larga y dura, aunque ablandados por la falta de sacrificio y los goces de la buena vida. Al ir a fondo con un DNU y un proyecto de ley que contemplan desregulaciones en un sinfín de materias –laborales, comerciales, de salud, agropecuarias, mineras y más– alegando una necesidad y una urgencia que sin duda existen para muchas de ellas, Milei no solo golpeó fuerte. Al mismo tiempo, le dio a la reacción corporativa la posibilidad de neutralizar el cambio judicializándolo por cuestiones de forma, cuando sabemos que lo que en verdad le preocupa a esta gente son los cambios de fondo. Si hay una casta indiscutible es la de los sindicatos, con jefes que han mantenido sus cargos durante 30 o 40 años y han apañado un modelo que los hizo ricos y llevó al país a la pobreza, mientras, como fuerza de choque de la casta política, le daban el tiro de gracia a cuanto proyecto de reforma hubo en las cuatro décadas de democracia.
La consigna del todo o nada le trajo a Milei otro problema. Que sería más grave si, en lugar de ser resultado de una estrategia, fuera una expresión de su personalidad. Con su actitud intransigente, con su verbo encendido, son muchas las veces que el Presidente genera una reacción de rechazo en quienes están en principio dispuestos a acompañar su gestión. En su discurso, legisladores honestos y deshonestos suelen caer en la misma bolsa cuando los acusa, sin matices y con desprecio, de pertenecer a la “casta”. Hacen bien los legisladores republicanos en no acusar el agravio y en apoyar el sentido de los cambios que impulsa el oficialismo. Son muestras de madurez política. Del otro lado, la disposición del Gobierno a revisar la reforma pesquera ante observaciones en principio sensatas del sector acaso vaya en la misma dirección.
Al hormiguero hay que reconstruirlo. A diferencia de las hormigas, los seres humanos necesitamos del diálogo para actuar en beneficio de la especie.