Cuadernos y boom de poetas conjeturales
En otras épocas, cuando el periodismo era apenas un oficio antes que un atajo a la fama, se decía que en todo periodista anidaba un escritor o un poeta, frustrado, en potencia o al que los libros no le daban para vivir.
La radio, la tele, las redes, la urgencia, la inmediatez, la fugacidad, la saturación, la precariedad lo cambiaron casi todo. Aunque todavía perduran algunos nichos de lo que fue. El caso de los cuadernos de la corrupción lo ha dejado expuesto.
En estos días convulsionados e imprevistos, los periodistas de investigación y los editores con responsabilidad le han devuelto al periodismo profesional un poco de su prestigio oxidado.
Al mismo tiempo, disputan el centro de la escena remedos caricaturescos de los míticos colegas con pasión por la noticia y vocación literaria. Son los desesperados por el brillo fugaz que dan las hipótesis conspirativas, antes que por la grisura de las pruebas que conduzcan a la verdad.
Es el boom de los poetas conjeturales. Una pena tanto esfuerzo sin Gloria. Borges hubo uno solo.