Cuando habla el bolsillo

“Les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo”. Tras haber atravesado todas las etapas de la política, el radical Juan Carlos Pugliese pasó a la historia por esa frase, vertida en el cortísimo lapso en que fue el anteúltimo ministro de Economía de Raúl Alfonsín, en plena crisis de la híper de 1989. Desde entonces, se asocia el dicho a la actitud del mundo financiero frente a la economía del país. A nadie le interesa perder plata.

Al estadounidense Stanley Druckenmiller, uno de los inversores financieros más importantes del mundo –socio de George Soros en el combate que ganaron contra la libra esterlina, en 1992– no le importó que Javier Milei, según él mismo describió, sea un “showman” que “no es loco, pero está en el espectro” (lo que en psiquiatría se suele asociar con el autismo). Por el contrario, Druckenmiller se entusiasmó después de escuchar al Presidente hablar de sus reformas en el Foro de Davos, lo que lo llevó a calificar a Milei como alguien “altamente inteligente” y a invertir algo de su dinero en ADR de empresas argentinas, con el curioso “asesoramiento” de la inteligencia artificial.

“Hasta ahora ha sido genial, pero ya veremos. No sé cuánto tiempo la población le dará a este tipo”, dijo Druckenmiller. Cuando los números no cierren, ¿hablará con el bolsillo?