
Educación: volver a las ideas básicas
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En días recientes estuvo en el país Jacqui Smith, ministra del Reino Unido en Estándares Educativos, organismo perteneciente al Departamento de Educación y Empleo de ese país. La funcionaria, que participó en unas jornadas sobre "Los desafíos de la Educación y la Cooperación entre la Argentina y el Reino Unido", manifestó -en el curso de una entrevista- que es necesario, a su juicio, retornar "a las ideas básicas de la educación".
Esto significa -según su autorizada opinión- que es indispensbale volver a concentrar los mayores esfuerzos de la enseñanza primaria en lograr el aprendizaje de la lectura y la formación de hábitos para leer y escribir, así como el dominio de las operaciones matemáticas elementales.
Estas declaraciones acaso sorprendan por su coraje y sensatez, ya que en tiempos en que las tecnologías han invadido tantos espacios educativos, resulta llamativa una afirmación que puede poseer un aire anacrónico para algunos.
Sin embargo, el enunciado de esta experta británica, habituada a resolver día tras día los más intrincados problemas educativos, responde a un pensamiento coherente. Se sustenta, en efecto, en la idea de que para avanzar hacia mayores logros, para ascender en la escala de la investigación y el aprendizaje, es imprescindible partir -siempre- de una fundamentación sólida.
Jacqui Smith ilustró su concepto con un ejemplo práctico:un alumno que no sepa leer y escribir correctamente o carezca de habilidades para manejarse con los números difícilmente podrá acceder con perspectiva de éxito a la tecnología, a las artes, a la historia o a la geografía. Por el contrario, agregó, quien alcanza el dominio de los conocimientos básicos tradicionales seguramente alcanzará un buen rendimiento en su camino hacia las otras esferas del saber.
Las claves de estos conceptos están dadas por los hechos. Las evaluaciones que se han realizado en Gran Bretaña demostraron que el 40% de los niños de 11 años carecían de capacidades en la lectura y en la redacción y, asimismo, no demostraban habilidades para las operaciones aritméticas primarias. De inmediato se pusieorn en marcha estrategias para modificar esa realidad. No es riesgoso ni osado afirmar que en la Argentina se está padeciendo un fenómeno parecido.
La pretensión de ir más allá tiene verdadero sentido cuando hemos echado raíces hondas en el punto de partida desde el cual pretendemos iniciar nuestra marcha. Curiosamente, lo que vino a decir la funcionaria del gobierno británico estaba claramente formulado hace 116 años en la ley 1420, cuando decía: "El minimum de instrucción obligatoria comprende las siguientes materias: lectura y escritura; aritmética (las 4 primeras reglas de los números enteros y el conocimiento del sistema métrico decimal y la ley de la moneda, pesos y medidas)..."
En aquellas décadas finales del siglo XIX, todo se presentaba claro. Había que satisfacer las necesidades de una población que, en gran parte, estaba compuesta por inmigrantes que carecían de instrucción rudimentaria. El impulso que se dio a la educación en aquel tiempo supo responder no sólo a esa necesidad inmediata sino también a las aspiraciones de un país que tenía conciencia bien definida de las metas hacia las cuales quería encaminar sus pasos.
Otra observación interesante de la ministra británica, avalada por la fecunda experiencia que recogió en el ejercicio de su cargo, es la que se relaciona con las políticas y estrategias educativas. Las campañas contra el abandono de clases y la deserción que se llevan adelante en Gran Bretaña se traducen en la aplicación de medidas muy concretas y efectivas, en las que intervienen constantemente, de modo preventivo, supervisores de la obligación escolar y policías que colaboran.
También debe otorgarse especial atención a lo que manifestó la funcionaria visitante en lo referente a las vías de capacitación de los dirigentes de las escuelas, considerados -en su país- como genuinos líderes que aprenden, antes que nada, a administrar con eficiencia los recursos que se les confían y que desenvuelven su gestión con alto grado de autonomía y poder de decisión.
En suma, mientras en nuestro país la sofisticación lingüística y la instrumentación tecnológica parecieran adueñarse de modo excluyente del campo educativo, las declaraciones de Jacqui Smith son fieles a la tradición del pensamiento británico, para el cual lo más importante es ceñirse a los datos concisos de la realidad. Su visita ha representado, por eso, una corriente de aire fresco en la saturada atmósfera pedagógica de este tiempo de mucho debate y poca acción.





