El Mercosur en el comercio global
El frente internacional cierra el año con novedades en las negociaciones económicas. En octubre hubo deliberaciones en Bruselas entre el Mercosur y la Unión Europea, y en noviembre se lanzó en Doha, Qattar, una nueva ronda multilateral de la Organización Mundial del Comercio. En la negociación con la UE, el Mercosur presentó una propuesta de liberalización del comercio de bienes y servicios y compras gubernamentales. El objetivo es ambicioso, ya que se propone "conformar una zona de libre comercio sin exclusión de productos, con la eliminación de todas las barreras arancelarias y no arancelarias". El Mercosur insiste en eliminar las distorsiones y trabas que afectan las exportaciones, incluyendo la utilización indebida de las normas técnicas y las medidas sanitarias y fitosanitarias. La oferta en servicios y compras gubernamentales es abarcativa, pues ofrece trato nacional a las empresas europeas, que gozarían así de una clara ventaja sobre empresas de otros países tecnológicamente avanzados.
El actual intercambio entre la UE y el Mercosur es favorable a los europeos (23.000 millones de dólares anuales de importaciones y apenas 19.000 millones de exportaciones). Pero esto no es malo en sí: lo preocupante es que las exportaciones apenas crecen. Hay una asimetría en el relacionamiento bilateral, que durante la década del 90 se manifiesta en tres hechos: 1) las exportaciones de la UE al Mercosur crecen mucho más que sus exportaciones totales; 2) las importaciones de productos del Mercosur desde la UE crecen mucho menos que las importaciones totales de la UE; 3) entre 1990 y 2000, la Argentina apenas aumenta sus exportaciones a la UE un 12 por ciento (no por año sino en los 10 años), mientras que sus compras a la UE trepan nada menos que un 260 por ciento.
Esta asimetría se debe a los obstáculos en contra de nuestras principales exportaciones de alimentos, más el hecho de que los países de la UE, así como otros países industrializados, aplicaron los compromisos de reducciones de aranceles de la Ronda Uruguay sin transparencia, por ejemplo la denominada "tarificación sucia". Por eso, la oferta negociadora presentada en julio por la UE era insatisfactoria, aunque los voceros de Bruselas repetían: "Liberalizamos el 90 por ciento del actual comercio y apenas dejamos afuera el 10 por ciento". Precisamente ese 10 por ciento es lo que interesa, ya que abarca los productos en que la Argentina tiene sus ventajas competitivas.
El Mercosur mostró capacidad negociadora. No perdió tiempo en discutir la insuficiente oferta europea y optó acertadamente por plantear un objetivo más amplio: una zona plena de libre comercio para todos los bienes y todos los servicios. Esperemos ahora que los sectores modernos europeos, que lideran en muchos rubros el avance tecnológico en el mundo, aprecien lo que esta oferta del Mercosur significa en términos de posicionamiento en el Cono Sur en el siglo XXI y comiencen a pesar políticamente más que los sectores antiguos e ineficientes, que hasta ahora han influido acotando los márgenes de las negociaciones. La próxima jugada en el tablero de la negociación le corresponde a Bruselas: esperemos que su respuesta al Mercosur permita avanzar en la construcción de un nuevo espacio interregional entre Europa y el corazón de la América del Sur.
La negociación agrícola
En cuanto a la reunión de Doha, el resultado fue peor de lo que deseábamos, pero mejor de lo que esperábamos. Cuando soplan en el mundo vientos de recesión, es bueno que se haya lanzado una nueva ronda, con una OMC fortalecida por el ingreso de China y Taiwan y la próxima adhesión de Rusia. En materia agrícola hay compromisos en sustanciales mejoras en los accesos a mercados; reducciones con vista a su eliminación (remoción progresiva) de todo tipo de subsidios a la exportación, y reducciones sustanciales en apoyos domésticos distorsivos del comercio. Como expresó nuestro representante ante la OMC, "no sólo han quedado contemplados exitosamente estos tres pilares, sino que sólo mantuvieron la misma condición que ya tenían en el artículo 20 las "preocupaciones no comerciales", limitando el pedido de la Unión Europea de colocarlas en el mismo nivel que los tres pilares fundamentales de la reforma agrícola". Los plazos de la negociación agrícola son más cortos que el resto de la negociación, debiéndose acordar en marzo de 2003 las modalidades de los compromisos, y a fin de año, su especificación precisa. Esto significa que si se actúa con inteligencia y manteniendo bien cohesionados el Mercosur y el Grupo Cairns, se podrá regular el curso de las negociaciones globales de la nueva ronda, en función de los progresos concretos de las negociaciones agrícolas.
El tercer frente de negociación es el ALCA y el 4+1 con los Estados Unidos. En este campo habrá que esperar que el Congreso de ese país apruebe la "vía rápida", sin condicionamientos ni limitaciones que hagan estéril la negociación.