
El momento estelar del periodismo en la cumbre del cine
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Falta muy poco para que se cumpla la primera década del momento en el que la industria del cine elevó al periodismo de investigación a lo más alto de su reconocimiento histórico. El 28 de febrero de 2016, en el cierre de la 88ª. ceremonia de entrega de los Oscar, Morgan Freeman anunció el premio a la mejor película de ese año para En primera plana (Spotlight), escrita y dirigida por Tom McCarthy.
En primera plana, que puede verse hoy en Netflix, reconstruye en clave cinematográfica el extraordinario trabajo de investigación que en 2001 llevó adelante un equipo periodístico del diario The Boston Globe y culminó con el esclarecimiento definitivo de un hecho que conmovió al mundo. Por primera vez se revelaba la gigantesca red de abusos y encubrimientos que durante varias décadas se cometió en el seno de la Arquidiócesis de esa ciudad estadounidense y tuvo como protagonistas a miembros de la Iglesia católica local.
El Oscar dejó a la vista frente a todo el mundo el fruto de esa paciente e incómoda tarea que llevó más de un año y tuvo que sortear un sinfín de obstáculos. Y logró mucho más: consagrar una película que hizo probablemente más que cualquier otra para que los periodistas “se sientan motivas, guiados y reconfirmados en su vocación”. Son palabras de Marty Baron, figura que a esta altura adquiere ribetes de leyenda en el universo periodístico.

Lo que se cuenta en Spotlight es uno de los hitos de la brillante carrera de Baron. Como editor en jefe de The Boston Globe fue en aquel momento el responsable máximo de que una investigación tan importante (surgido de una primera pista abordada 25 años atrás y luego abandonada) encontrara por fin su lugar en las páginas del diario.
El mundo también conoció gracias a la película el trabajo de Baron y del equipo encabezado por Walter Robinson, editor de Investigaciones del diario, gracias a algo que solo puede hacer el cine: encontrar el rostro perfecto para la representación de estos protagonistas de la vida real. Actores tan conocidos para el público como Liev Schreiber (Baron) y Michael Keaton (Robinson) lograron que estos nombres trascendieran por primera vez más allá de los límites del ámbito en el que estos grandes periodistas ejercieron su labor profesional.
Ahora, una década después de aquel triunfo, el Oscar vuelve a observar con ojo atento al periodismo de investigación. Pero en lugar de recurrir, como en el caso de Spotlight, a un relato de ficción que parte de hechos reales para recrearlos a través de una representación dramática, lo hace por medio del documental.
Netflix acaba de subir a su catálogo Cover-Up: un periodista en las trincheras, una suerte de biografía testimonial de Seymour M. Hersh, otro nombre legendario para quienes se dedican al periodismo de investigación en todo el mundo. La responsable de este largometraje documental es Laura Poitras, ganadora en 2014 del Oscar en su categoría gracias a Citizenfour, aquél resonante (y urgente) retrato de Edward Snowden, el anónimo contratista de la CIA que en un momento sacudió al mundo al difundir información sensible sobre el operativo global de espionaje ilegal que el gobierno estadounidense puso en marcha después de los atentados del 11 de septiembre de 2001.
“Siempre voy donde nadie me quiere”, reconoce Hersh en el comienzo de un documental que tardó casi dos décadas en hacerse realidad. Fue el tiempo que tardó Poitras en convencer al esquivo e irritable periodista de que aceptara contar su vida y mostrar, entre otras cosas, sus instrumentos de trabajo.
A los 88 años, Hersh deja que las cámaras recorran las amarillentas hojas escritas de puño y letra en las que se conservan los registros y datos de las fuentes que consultó para sus resonantes investigaciones. Mientras habla, vemos detrás de su escritorio voluminosos archivos llenos de carpetas y documentos, todo un testimonio del trabajo de un periodista de investigación en la era predigital.
A Hersh se le reconocerá para siempre la autoría de una serie de investigaciones que en su momento conmovieron al mundo y cambiaron la historia de la política internacional. Hubo dos por sobre todas. La primera ocurrió en marzo de 1968 en Vietnam y fue conocida como la matanza de My Lai, que dejó un saldo de medio millar de civiles vietnamitas muertos (la inmensa mayoría eran ancianos, mujeres y niños) a manos de una compañía de soldados estadounidenses encabezada por el teniente William Calley. La segunda se publicó en mayo de 2004 en el semanario The New Yorker y mostraba por primera vez con testimonios e imágenes los abusos a los que fueron sometidos prisioneros iraquíes en la prisión militar de Abu Ghraib.
Aunque la estrella de Hersh se opacó en los últimos tiempos (se lo cuestionó más de una vez por resignar el rigor de antaño y reemplazarlo por un controvertido impulso a ciertas teorías conspirativas), periodistas de investigación de todo el mundo siguen tomando como guía los mejores trabajos de su larguísima trayectoria. La película de Poitras quedó preseleccionada entre las 15 aspirantes finales a ganar una nominación al Oscar como mejor largometraje documental. Y aunque no aparezca hoy como favorita a llevarse el premio, hay quienes están dispuestos a creer, diez años después de la consagración de En primera plana, que otra vez el periodismo de investigación vivirá un momento triunfal en la máxima fiesta de la industria del cine.
Una buena manera de esperar el veredicto es el doble programa dedicado al periodismo de investigación que propone Netflix entre la ficción y el documental: En primera plana y Cover-Up: un periodista en las trincheras.





