Grecia: las olimpiadas del miedo
A un mes del comienzo de los Juegos Olímpicos de Atenas, el clima antinorteamericano que envuelve a la sociedad griega y la posible filtración de terroristas de Al-Qaeda amenazan su desarrollo
Pocos indicadores permiten augurar un desarrollo normal de los Juegos Olímpicos Atenas 2004. La presente conjugación de factores geográficos, religiosos, culturales e históricos dejan vislumbrar que el certamen olímpico de agosto venidero tendrá lugar en un escenario que, cuanto menos, puede ser considerado como poco acogedor, sobre todo para los equipos de Estados Unidos y sus aliados.
Grecia se ha apartado considerablemente del lugar de "cuna de la civilización occidental" en el que se la suele colocar. Un simple dato: a fines de mayo de 2000, la revista Time, en su edición europea, informaba: "Veinte ataques terroristas contra objetivos de Estados Unidos en los últimos doce meses; 40 atentados menores a empresas de origen estadounidense, británico y francés; 52 marchas antinorteamericanas; siete ataques con lanzacohetes... el país en cuestión no es Afganistán ni tampoco Irán. Es Grecia: la cuna de la democracia y un aliado clave dentro de OTAN. Un informe de inteligencia elaborado por el Departamento de Estado colocó a Grecia a la cabeza de las naciones de Europa en el número de ataques antinorteamericanos durante 1999, situándolo segundo a nivel mundial sólo detrás de Colombia".
Este rechazo helénico hacia los Estados Unidos viene modelado y cimentado por el apoyo poco disimulado que Washington le brindó a la dictadura de "los coroneles", que entre los años 1967-74 tomó el poder en Grecia. De hecho, la Organización Revolucionaria 17 de Noviembre (17N), que fuera considerada durante las últimas dos décadas el grupo de guerrilla urbana más elusivo y letal de Europa, tuvo su origen en Grecia. Su nombre refiere a uno de los hechos más sangrientos llevados a cabo por la "junta de los coroneles", sucedido el 17 de noviembre de 1973. Uno de los principales blancos de este grupo lo constituyó el personal militar que Washington tiene destacado en Grecia. Esta organización, con su sistemático ataque a los intereses norteamericanos, supo cosechar más del 30% de imagen positiva dentro de la sociedad griega.
La 17N, sin embargo, no es la única organización de estas características que opera en Grecia. Epanastatikos Laicos Agonas es el nombre del segundo grupo de guerrilla urbana más importante de Grecia. Conocida básicamente por su sigla ELA, esta agrupación ha operado en la capital griega desde 1975. Al igual que la 17N, la ELA se formó al calor de la resistencia a la dictadura de los coroneles. Ambas comparten básicamente los mismos principios. Se declaran anticapitalistas y antiimperialistas, y su accionar apunta a expulsar a las fuerzas armadas norteamericanas de Grecia.
A pesar de que los núcleos duros de ambos grupos fueron desmantelados en el 2002, y llevados a juicio en el 2003, no se sabe a ciencia cierta su actual grado de operatividad. No obstante, la 17N y la ELA no son casos aislados. El diario británico The Guardian informaba, en mayo de este año, que durante 2003 fueron colocadas en la capital griega más de 90 bombas. Según distintas fuentes, actualmente existen en Atenas y Tesalónica más de una decena de grupos de este tipo. Se pueden citar entre ellos a Células Revolucionarias, 1° de Mayo, Solidaridad Revolucionaria y Lucha Revolucionaria. Todos con menor capacidad operativa, pero de similar perfil ideológico a la 17N y a la ELA. Esto es, rechazo incondicional a todo lo que representa la "presencia imperial" estadounidense en Grecia.
Este sentimiento que generan los Estados Unidos en la sociedad griega es manifiesto y generalizado. Tanto es así que el escritor Takis Michas -autor de Unholy Alliance: Greece and Milosevic´s Serbia during the 1990´s- se preguntaba, a fines del 2001, desde las páginas de la edición europea del Wall Street Journal, "¿Es Grecia una nación occidental?"
La respuesta es no. Para llegar a esta conclusión comienza volcando los guarismos de encuestas realizadas poco después del 11S. Los resultados colocaban a Grecia como el único país miembro de la OTAN y de la Unión Europea cuya población expresaba mayoritariamente sentimientos de desagrado hacia los Estados Unidos y de oposición a la decisión de la OTAN de atacar Afganistán.
El mismo Michas señala que, en otra encuesta publicada por un diario griego días después del 11S, el 25% de los encuestados decían estar satisfechos por el ataque a las Torres Gemelas, y creían que de esta manera se había hecho justicia. Y un 30% dijo que Estados Unidos se merecía lo sucedido por su política exterior. Takis Kafetzis, el analista que monitoreó los sondeos de opinión, concluyó diciendo que esto se debía al hecho de que "Grecia no comparte los valores y las percepciones de Occidente".
Esta particular visión de "Occidente" es propia de todas las clases sociales griegas. Helena Smith, corresponsal en Atenas del diario británico The Guardian describía, en noviembre de 2001: "Los griegos, en su gran mayoría, son tan instintivamente antioccidentales como adeptos a las teorías conspirativas. A razón de lo cual, el antinorteamericanismo no sólo ha dominado el discurso político nacional, sino que ha sido cultivado por los candidatos políticos durante décadas. El 11 de septiembre ha demostrado que esto es todavía así."
La ira de Dios
Este antinorteamericanismo griego de abstracción conservadora, según Michas, refleja en parte la "xenofóbica actitud antioccidental que caracteriza la retórica de la Iglesia Ortodoxa Griega". Esto cobra otra dimensión si se tiene en cuenta que, de los 11 millones de personas que constituyen la población griega, el 97% profesa y se identifica con los principios de la Iglesia Ortodoxa Griega. En la península helénica, y en otras naciones balcánicas, como Serbia, el factor religioso se transformó en un componente esencial de las concepciones nacionalistas. En grado tal se da está mixtura que, como señalaba The Economist en octubre del 2002, "para la población griega, ser griego es ser ortodoxo. Y la jerarquía eclesiástica no hace nada para desalentar esta idea". En palabras del carismático arzobispo de Atenas, Christodoulos, "somos primero y ante todo griegos y ortodoxos, y sólo después, europeos". Es el mismo clérigo que días después del 11S afirmó que "el ataque a las Torres Gemelas era obra de la ira de Dios".
Estás cuestiones culturales y religiosas se mezclan con otro hecho de carácter netamente político: la guerra de Kosovo de1999. El rol desempeñado por la OTAN despertó un rechazo explícito de más del 80% de la población griega. Esta visión del conflicto se debe en gran parte a que Grecia y Serbia pertenecen a la Iglesia Ortodoxa. Takis Michas dice: "Al atacar a los Estados Unidos durante la guerra de Kosovo, la Iglesia (griega) apeló a tradicionales recursos bíblicos para denostar a los norteamericanos en términos demoníacos: el presidente Clinton era Satán, y Nueva York ocupaba el lugar de la nueva Prostituta de Babilonia".
Pero el contexto internacional y balcánico en particular en que se enmarca el certamen olímpico de Atenas 2004 ensombrece aún más el panorama. Las fronteras griegas son de las más permeables de Europa. The Economist lo grafica elocuentemente: "Al comienzo de los noventa, después del colapso del comunismo, y una vez iniciada la guerra civil yugoslava, Grecia perdió virtualmente el control de su fronteras. Albaneses, búlgaros, y de otras nacionalidades de Europa del Este llegaron al país en grandes cantidades en busca de trabajo".
Grecia tiene exactamente 1248 kilómetros de frontera terrestre. Además, posee 1300 km. de litoral marítimo. Estos datos cobran significado a la luz de lo que señalan diversos analistas internacionales. Por ejemplo, el diario británico The Guardian remarca que "la proximidad de Grecia al continente africano y la volatilidad de Medio Oriente junto con su extenso litoral marítimo y sus porosas fronteras aumentan el temor de que Atenas sufra un ataque". Por su lado, John Sitilides, director del Western Policy Center, con sede en Washington, señala: "Grecia está rodeada, por tres lados, de poblaciones musulmanas que tienen cantidad de extremistas potenciales y es el país occidental que corre mayor peligro de sufrir un ataque terrorista cuando tengan lugar los Juegos Olímpicos".
Por su parte, el Wall Street Journal informaba en noviembre del 2001 que "el vertiginoso crecimiento del tráfico de heroína a través de Kosovo, ahora la más importante ruta entre el sudeste asiático y Europa, después de Turquía, ha ayudado también a financiar actividad terrorista directamente asociada a Al-Qaeda". El mismo diario se refería a los Balcanes como el "mayor centro de reclutamiento y entrenamiento de la red Al-Qaeda".
En efecto, la presencia de Al-Qaeda en los Balcanes data de 1992. Distintas fuentes señalan que "...sus líderes más importantes, inclusive el mismo Ben Laden, han visitado los Balcanes en tres ocasiones entre 1994 y 1996. El Wall Street Journal especifica sobre Al-Qaeda: "Ha establecido campos de entrenamiento y redes de tráfico de drogas y lavado de dinero a través de Albania, Macedonia, Bulgaria, Turquía, Kosovo y Bosnia". Grecia comparte sus fronteras con cuatro de estos países.
Hasta ahora, nadie ha intentado cambiar esta situación. En enero pasado el presidente de la International Strategic Studies Association, Gregory Copley, señalaba, "Nerón tocando el arpa mientras Roma arde es una acertada metáfora para la persistencia con la cual oficiales de inteligencia de distintos países occidentales continúan negando la existencia de terroristas en Bosnia, el sur de Serbia, Albania y Macedonia, mientras crece su capacidad y presteza para entrar en acción. De particular preocupación es la relación entre esta amenaza y los Juegos Olímpicos de Atenas...".