
Inteligencia artificial, ¿aliada o desafío?
La educación continua en Iberoamérica atraviesa una transformación profunda –como todos los aspectos de la humanidad en los últimos años– a partir de la irrupción de la inteligencia artificial generativa. Un estudio reciente, realizado por la Comisión de Innovación Educativa de la Red de Educación Continua de Latinoamérica y Europa (Recla) con la participación de 34 universidades de la región y más de 700 docentes, revela cómo estas tecnologías están cambiando la dinámica de los ecosistemas de aprendizaje.
El primer dato que surge del informe muestra una realidad innegable: un número significativo de docentes ya incorporó la IA generativa en su labor académica. Entre sus principales usos se incluyen la generación de cuestionarios, materiales didácticos, apoyo en la investigación y la traducción. Mientras que las herramientas más utilizadas son aquellas orientadas a la generación de textos y resúmenes, y la creación de contenido visual y de diseño para presentaciones.
Estas elecciones están relacionadas con los principales beneficios que encuentran los docentes para la adopción de la IA: el incremento en la productividad y eficiencia en tareas académicas; la mejora en la creación de materiales educativos; la estimulación de la innovación y la creatividad en el diseño de actividades, y la personalización del aprendizaje (uso de asistentes virtuales) según las necesidades específicas de los estudiantes. Sobre este punto surge una duda: su potencial solo podrá aprovecharse plenamente si los docentes tienen la posibilidad de recibir la formación necesaria para incorporar de forma eficiente y ética la IA.
En relación con los desafíos éticos se abre un abanico de interrogantes, como los que plantean la analítica del aprendizaje y la capacidad de predecir potenciales deserciones, lo que podría incurrir en argumentos deterministas. Todos estos beneficios refuerzan la idea de que la IA puede ser una herramienta capaz de democratizar el conocimiento y el acceso a la educación formal y no formal, siempre que se guíe por criterios formativos. Además, en un contexto de sobrecarga laboral docente, estas herramientas han demostrado ser aliadas estratégicas para optimizar tiempos y mejorar la producción de contenido educativo.
No obstante, surge la pregunta central: ¿estamos usando la IA como un recurso complementario o estamos delegando en ella funciones esenciales de la enseñanza? Aquí emerge el gran desafío del trabajo docente como factor irreemplazable del proceso formativo. En este sentido, el estudio también plantea los desafíos y las preocupaciones de los docentes. Uno de ellos es la calidad y pertinencia de la información generada por IA. A pesar de su capacidad para producir textos coherentes y estructurados, aún tiene limitaciones en cuanto a la verificación de datos y la generación de contenido original. Por eso es esencial que los docentes mantengan un rol activo en la revisión y validación de los materiales producidos, lo que en el mundo educativo actual se ha denominado “curar los textos”.
Otro de los riesgos que apuntan los docentes consultados es que el uso excesivo de la IA podría afectar el desarrollo del pensamiento crítico en los estudiantes y, de alguna manera, no generar aprendizajes significativos. También señalan como preocupación la necesidad de establecer lineamientos éticos claros en su uso. Por último, otro riesgo que está presente es la urgencia de capacitar a docentes y estudiantes en el uso adecuado de estas herramientas, en el marco de un proyecto formativo y no meramente tecnocrático.
El informe concluye con una serie de impresiones y recomendaciones estratégicas para la incorporación responsable de la IA en la educación continua. En primer lugar, no se observa una postura generalizada de rechazo, sino una aceptación condicionada al uso adecuado de estas tecnologías.
En segundo lugar, se sugiere diseñar políticas institucionales que regulen su uso, estableciendo criterios de calidad, ética y pertinencia. En tercer lugar, se destaca la importancia de fomentar una cultura de innovación educativa que contemple las ventajas y los riesgos de la IA. Otra de las conclusiones es que la IA generativa no reemplaza la labor docente, sino que la complementa. Su impacto dependerá de la capacidad de las instituciones y los educadores para adoptarla con un enfoque crítico y responsable. El verdadero desafío no radica en la tecnología en sí, sino en cómo la usamos para fortalecer la enseñanza y el aprendizaje.
Si la IA se integra desde principios pedagógicos sólidos, puede transformar la educación sin comprometer sus valores fundamentales. Si logramos no divorciar innovación y ética, aprovecharemos su capacidad para mejorar la educación continua sin comprometer los valores del proceso formativo. La clave está en entenderla como un medio y en aprovechar su potencial para enriquecer el conocimiento, sin convertirla en un sustituto del pensamiento humano. La incorporación de la IA en la educación requiere una visión integral que considere no solo sus beneficios técnicos, sino también sus implicancias éticas y pedagógicas.
Director de Pedagogía y Calidad Académica de la Universidad Blas Pascal
