
La confusión de Abal Medina
El jefe de Gabinete Juan Manuel Abal Medina expresó ayer al hablar en la inauguración del Encuentro Latinoamericano de Telecomunicaciones, Cultura e Igualdad Digital lo siguiente: "A los comentaristas que dicen que no damos conferencias de prensa o que hablamos poco, les digo que no se preocupen. Si hablamos poco es porque estamos trabajando porque la política es eso, trabajar, esforzarse y gestionar todos los días para mejorar la vida de todos los argentinos".
La agencia oficial Télam dio cuenta en forma destacada de los dichos del jefe de Gabinete. "Algunos pretenden que hablemos más para que gobernemos menos", fue la frase principal de acuerdo con la agencia, que encabezó su servicio vespertino con un título formulado en base a ese concepto.
Lo que se le viene reclamando al Gobierno desde diversos sectores, sobre todo el de los periodistas profesionales, no es que se calle sino que responda preguntas
El problema es que si se le aplica el razonamiento del jefe de Gabinete a la Presidenta, se infiere que ella casi nunca gobierna porque se la pasa hablando. Es improbable que Abal Medina haya querido decir eso, pero resulta extraño que desconozca que Cristina Kirchner ya es el presidente que más habla en toda la historia argentina, pese a lo cual no sólo nadie duda de que ejerce el gobierno sino que muchos la critican por concentrar en forma personal demasiadas decisiones.
Se calcula que durante el primer mandato Cristina Kirchner vertió alrededor de 1.440.000 palabras públicas, es decir, el equivalente a dos Biblias completas, marca muy superior a las de los antecesores más verborrágicos. Aunque últimamente la Presidenta desaceleró el ritmo de discursos diarios, en parte debido a la operación que se le practicó en enero y a los cuidados post operatorios que se le recomendaron, en lo que va de marzo ya entregó 12 piezas oratorias, más de una por día hábil, ninguna breve. Allí está incluida la exposición institucional del 1º de marzo ante la asamblea legislativa, que con tres horas veinte resultó ser, en su tipo, la más extensa de la historia.
Nadie mejor que Cristina Kirchner, pues, para demostrar que el teorema hidráulico de Abal Medina, según el cual cuanto más se habla menos se gobierna, es falso. Quizás Abal Medina, que no es ingeniero sino doctor en Ciencia Política, quiso referirse a una limitación que le es propia y no a desconcetraciones ajenas. O tal vez lo que sucedió fue que el jefe de Gabinete confundió disertar con responder preguntas.
Lo que se le viene reclamando al Gobierno desde diversos sectores, sobre todo el de los periodistas profesionales, no es que se calle sino que responda preguntas, lo cual, ocioso parece aclararlo, también supone hablar. Sólo que no se trata de hablar en forma unidireccional, lo que siempre replica el vector característico de la propaganda, sino de ofrecer conferencias de prensa convencionales, algo que en las democracias pertenece a la esfera de la rendición de cuentas. Lo que en la actualidad el gobierno denomina conferencias de prensa son, en general, variantes escenográficas del discurso ininterrumpido, porque en ellas casi nunca se les permite a los periodistas hacer preguntas.
A lo mejor un remedio para la concentración necesaria a la que alude Abal Medina sería que los funcionarios se pusieran al frente de las emergencias y las explicasen a la prensa
El laconismo está lejos de ser un rasgo distintivo de este gobierno hiperpresidencialista y ultradiscursivo, pero sí le sienta bien, en forma incluso sobresaliente, al actual jefe de Gabinete, quien por contraste luce mudo. Sucede que justamente sus antecesores Alberto Fernández, Sergio Massa y Aníbal Fernández ejercían una vocería presidencial ad honorem que, sin explicación, quedó vacante cuando Abal Medina llegó al puesto. Joven brillante, licenciado en la Universidad de Buenos Aires con un promedio record, cuesta creer de Abal Medina que si él diera, por ejemplo, una conferencia de prensa semanal (convencional, no magistral) se le complicaría el trabajo de "gestionar todos los días para mejorar la vida de todos los argentinos". Difícilmente ello le restaría concentración para atender con la misma eficacia de hoy las tareas de gobierno.
No hace falta que incursione en el extremo en el que cayó el viernes pasado la ministra de Seguridad Nilda Garré, quien de manera inesperada concedió al mediodía un interminable reportaje al canal C5N para hablar sobre piquetes, en el preciso instante en el que la ciudad estaba colapsada por cinco cortes de calles y autopistas simultáneos que no se sabe quién intentaba resolver. Sin quererlo, Garré hizo ese día una experimentación anticipada del teorema de Abal Medina: desatendió la crisis porque se consagró a acusar por televisión a los presuntos promotores del caos de no querer dialogar.
A lo mejor un remedio para la concentración necesaria a la que alude Abal Medina sería que los funcionarios se pusieran al frente de las emergencias y las explicasen a la prensa, pero un rato más tarde.
Del presidente norteamericano Gerald Ford se decía que no podía caminar y mascar chicle al mismo tiempo. El supuesto de que por hablar más se gobierna menos parece un sarcasmo de la misma factura. El problema es que Abal Medina lo dijo en serio.






