Los miembros fantasma
Después de una amputación es frecuente, hasta en un 90 por ciento de las personas, seguir percibiendo el miembro perdido. Ambroise Paré (1510-1590), cirujano francés conocido por sus técnicas de amputación, describía este fenómeno como "una cosa extraña, extraordinaria y prodigiosa... pacientes que después de meses de habérseles amputado la pierna, se quejan penosamente del insoportable dolor que en ella sienten". Este fenómeno fue comprobado luego hasta por el propio Descartes.
Puede que algo de esto ocurra con la amputación que la sociedad acaba de hacer del fenómeno Menem, a quien ha rechazado como a una gangrena. Puede que la sociedad siga sintiendo la era Menem por un tiempo (en el caso de que éste realmente desaparezca de escena). Y la sentirá, acaso, en particular, porque Menem fue un aspecto de ella misma que podría no haber sido aún erradicado, más allá de que esté en vías de desaparecer el emergente que la encarnó.
La experiencia del miembro fantasma es particularmente realista en las fases iniciales y, en consecuencia, quien tiene un miembro amputado puede cometer el error de seguir actuando como si este existiera. Así, la lucha Menem-Duhalde dejará una inercia combativa flotando en la sociedad, que podría querer capturar al nuevo presidente. Este es uno de los riesgos que tendrá que evitar Kirchner: el de seguir actuando antagónicamente, ya que el combate, tal como lo hemos conocido en estos años, debiera ser totalmente dejado de lado en esta nueva fase.
Ya no es necesario teatralizar ni asumir peleas contra enemigos inerciales, ni es necesario golpear ciegamente al aire para encontrar nuevos adversarios. Menem parecería estar casi liquidado, las Fuerzas Armadas están semi destruidas, el empresariado está mayoritariamente fundido, por mencionar los destinatarios del polémico discurso inicial de Kirchner.
Es necesario, en cambio, que su tarea como presidente sea asumir un liderazgo pacificador, que contribuya a liberar a nuestra sociedad del resentimiento y de los síndromes de los miembros fantasmas que todavía duelen. La tarea es reconstruir la comunidad, con la ayuda de todos, a partir de lo que ha quedado. Este es el equilibrio que se espera de él: autonomía y fortaleza frente al aparato que lo llevó al poder, capacidad de escucha y flexibilidad para congregar a un pueblo harto de toda lucha estéril.
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