Morir para protestar
NUEVA YORK (The New York Times.- UNA terrible sombra de los primeros días de la Guerra de Vietnam cubrió los medios de información la semana última, durante el estallido de disturbios entre kurdos indignados por la captura de su máximo líder rebelde por parte de Turquía. En Alemania, Gran Bretaña y Dinamarca hubo manifestantes que se prendieron fuego. En París, Londres y Marsella, los kurdos ocuparon embajadas y amenazaron con inmolarse, antes de rendirse finalmente.
"Pienso en 1963, en aquellas fotografías de monjes budistas quemándose vivos en Vietnam", comenta el profesor Anthony Joes, director del Departamento de Relaciones Internacionales de la Universidad de San José, en Filadelfia. Rodeados por simpatizantes que oraban, los monjes se envolvían en llamas para protestar contra el régimen survietnamita de Ngo Dinh Diem, el líder respaldado por los Estados Unidos, cuya influyente cuñada, Madame Ngo Dinh Nhu, ridiculizó la autoinmolación como "un asado" y exclamó: "Dejen que ardan".
"Existen pocas formas de declaraciones políticas que sean más impresionantes que prenderse fuego uno mismo en forma deliberada", afirma William Harman, profesor de estudios religiosos de la Universidad DePauw, en Greencastle, Indiana, que ha escrito abundantemente acerca de las actitudes religiosas históricas hacia el martirio y el suicido en público. Harman considera tales actos como una técnica para manipular a una comunidad para que se comprometa con causas que trascienden las preocupaciones materiales, como la autopreservación.
El suicidio heroico
En parte debido a aquellas imágenes de Vietnam, la autoinmolación suele ser asociada con el budismo. Pero Harman asegura que la práctica no surgió de una sola tradición cultural, y comparte antiguos orígenes filosóficos con los sacrificios religiosos y el martirio, inclusive la crucifixión de Cristo.
Joes destaca que los militantes kurdos eran en su mayoría musulmanes, cuya religión les prohíbe el suicidio por razones personales, pero permite el "martirio heroico", que incluye actos como los atentados terroristas suicidas.
Informa Harman que la autoinmolación está en aumento en partes de la India y Myanmar. En Vietnam, al menos cinco monjes budistas se quemaron vivos en los últimos dos años para protestar contra la persecución religiosa. En Bangalore, India, sede del concurso de Miss Universo en 1996, la policía detuvo a decenas de feministas que planeaban llevar a cabo un acto masivo de autoinmolación ante las cámaras de televisión que transmitían el concurso a todo el mundo.
La determinación de los kurdos
Asimismo, en abril último, en India, el Dalai Lama emitió una declaración que fue interpretada por sus seguidores como favorable a las huelgas de hambre y a la inmolación, luego de visitar a un exiliado tibetano hospitalizado, que se había prendido fuego para protestar contra la ocupación china del Tíbet.
Para Joes, los disturbios de la semana pasada, incluidas las autoinmolaciones, subrayan tanto la desesperación como la determinación de los militantes de la diáspora kurda, que al parecer están lo suficientemente organizados como para coordinar protestas callejeras simultáneas en todo el mundo. En Vietnam, en 1963, los reporteros y fotógrafos occidentales siempre eran avisados con anticipación cuando los monjes budistas se prendían fuego.
"La inmolación como protesta es un tipo de teatro, un acto religioso vinculado con un acto político _explica Joes_. En 1963, los norteamericanos miraban esas imágenes y decían: "Yo tendría que estar totalmente loco para prenderme fuego". Pero advertimos que esos monjes budistas no estaban locos. Su suicidio realmente tenía un enorme impacto público." Prenderse fuego, expresa Harman, es, "evidentemente, una forma muy dolorosa de morir, aunque algunos afirman que en realidad uno se asfixia primero, porque el fuego consume el oxígeno. Cuando alguien lo hace, esencialmente está dicidendo: "Yo di mi vida". El acto mismo deja muy en claro cuáles son los límites entre los comprometidos y los no comprometidos".
The New York Times