¿Otra vez sopa?
Desde que la ex Capital Federal se convirtió en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en 1996, la reforma del sistema electoral siempre estuvo presente... cuando se acercaba alguna elección.
Sucedió así mientras la Alianza tenía 37 diputados, durante la gestión De la Rúa-Olivera, y sucede ahora, cuando el Frente Grande cuenta con cuatro, más algunos que pueden surgir de coaliciones ocasionales.
Vale un dato: para sancionar cualquier ley electoral se necesitan dos tercios del total de la planta legislativa (40 votos).
La cuestión es que ni antes, cuando el oficialismo estuvo cerca, ni ahora, cuando el fraccionamiento de la Legislatura resulta inmenso, la reforma se debatió orgánicamente en serio (esto no implica que individualmente más de uno sí la haya tomado con responsabilidad).
Por estos días, con una nueva fecha de elecciones cerca, los distintos bloques vuelven a discutir sobre el fin de la lista sábana. ¿Será que en esta oportunidad el intento reformista va en serio? O, en todo caso, ¿será que se puede promover un fuerte cambio electoral en una semana y media, cuando se lo evitó durante casi siete años?
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En el decreto de convocatoria a elecciones, Aníbal Ibarra puso como fecha límite el 23 de este mes para sancionar cualquier reforma electoral. Los diputados se tomarían esta semana para consensuar un proyecto y el jueves 22 tratarían la norma en el recinto. Ahora, ¿esta vez sí se pondrán de acuerdo? ¿Realmente quieren sancionar la ley o sólo buscan espacios mediáticos y carteles de reformadores?
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Ibarra envió hace más de un año un proyecto que admitía candidatos vecinales e independientes y que promovía las postulaciones uninominales. Hasta los ultraibarristas admiten hoy que resulta casi imposible aprobar esta idea.
El radicalismo prefiere elegir un tercio de los diputados por distrito único, otro tercio por Zona Este y el tercio restante por la Zona Oeste.
Algunos peronistas apoyaban este proyecto, pero ahora, con el reacomodamiento electoral, se dividieron. Unos, por ejemplo, sostienen el borrador elaborado por Rodrigo Herrera Bravo, candidato del macrismo: se divide la ciudad en ocho secciones, que más adelante deberían coincidir con las comunas, y se votan seis diputados por zona, más doce que deben surgir de un distrito único.
Los diputados que responden a Patricia Bullrich quieren, como los radicales, un sistema mixto, pero con más zonas.
En medio de tantas diferencias, muchos aseguran que aceptarán cualquier superación del sistema actual, pero la verdad es que entre la cantidad de proyectos y el número de legisladores que rechazan cualquier cambio (la Izquierda y los partidos chicos, básicamente), la reforma parece difícil. Aunque, como cada vez que se acercan las elecciones, sea el tema de debate en la Ciudad.