Suicidios por encargo
El acto criminal estuvo siempre asociado a la humanidad, los actos de violencia son un rasgo característico del hombre. La investigación policial y forense en su correcto proceder tienen como objetivo conocer cuál fue la causa real de una muerte: vejez, enfermedad, eutanasia, homicidio, suicido. Por eso todos los casos de fallecimiento súbito, sospechoso o inesperado deben ser investigados como homicidio hasta que se demuestre lo contrario. Existen innumerables casos de homicidio que han sido manipulados por el agresor o victimario para aparentar un accidente o un suicidio.
El acto de quitarse deliberadamente la propia vida, una conducta que también ha existido desde siempre, obedece a causas diversas, entre ellas, el perfil psicológico, el consumo de drogas e incluso a veces la predisposición genética. Es bien conocido que Ernest Hemingway, que padecía depresiones severas y alcoholismo, se disparó en la frente con una escopeta de doble cañón. Lo que no es tan conocido es que su padre, su hermana, su hermano y su nieta también pusieron fin a sus vidas.
Dentro de los suicidios existe el llamado suicidio asistido, cuando se brinda apoyo a una persona que tiene la voluntad propia de suicidarse, pero necesita ayuda para hacerlo. En el suicidio inducido o forzado, en cambio, se ejerce una influencia física o mental sobre la víctima para conseguir que ésta atente contra su vida. En este caso, se trata de una conducta penal muy similar al homicidio o asesinato.
Hoy, con la información disponible a la que se accede con sólo entrar a Google o a través de policiales televisivos como CSI, los delincuentes han perfeccionado sus crímenes, logran confundir a la policía científica, a los forenses y a la propia justicia haciendo parecer que la causa de la muerte fue un accidente o un suicidio y no un asesinato. En el escenario criminal aparece un nuevo victimario que supera en su acción a los anteriores. En ocasiones, a eso se suman la impericia, la falta de actualización o la falta de recursos, que llevan a cometer errores con los que se echan a perder evidencias, se contamina la escena del crimen; a veces también se hacen interrogatorios fallidos, que llevan a perder información irrecuperable.
¿Acaso el delincuente corre con ventaja? Contratado por organizaciones criminales de todo tipo, con conocimientos de criminalística, de las técnicas forenses más sofisticadas -puede haber realizado cursos de perfeccionamiento en prestigiosas instituciones forenses-, estará en condiciones de conocer a su víctima introduciéndose en su vida como un verdadero topo, para así poder realizar exitosamente la tarea encomendada: un "suicidio por encargo".
Seguramente aparecen en nuestra memoria la figura de un fiscal de la Nación hallado muerto en su departamento y la de un sacerdote ahorcado. Ninguno de los dos tenía, según lo evaluado, antecedentes de trastornos mentales, alcoholismo o consumo de estupefacientes; tampoco parecían tener motivo para acabar con su vida; todo lo contrario, estaban llenos de fuerza y valor para demostrar a la Justicia y al país los resultados de largas investigaciones o divulgar a todas voces los peligros del narcotráfico en un pueblo remoto de Tucumán.
El suicidio de un sacerdote es poco frecuente. Sus principios cristianos lo consideran un acto pecaminoso. El padre Juan Viroche mantenía una lucha feroz con todos los actos que pudieran terminar con el don de la vida, amaba a Dios, a sus feligreses, a los niños vulnerables, a su familia y amigos. Es difícil explicar su muerte por suicidio. ¿Cómo pudo haber llegado al extremo de abandonar a todos y terminar su vida montando un escenario casi satánico, en su propia iglesia, frente a su querida Virgen, destrozando un Cristo, traicionando a todo ese pueblo que lo veneraba, que lo necesitaba? ¿Por qué no pensar que ambos, Alberto Nisman y Juan Viroche, son el resultado exitoso de dos "suicidios por encargo"?
Todos estos lamentables hechos refieren a conductas inherentes al ser humano. Representan heridas cada vez más profundas para sociedades que aún esperan triunfar en el camino hacia la igualdad y el bienestar de los pueblos.
Genetista forense