Transición ecológica en la aviación: ¿tendencia o realidad?

Estamos ante un mundo en constante transformación y en el que los cambios económicos y sociales se producen a gran velocidad. Eso lleva a una situación de gran incertidumbre, en la que resulta muy difícil anticiparse a lo que va a venir, y en la que la definición de una estrategia a mediano o largo plazo diseñada a tal efecto, resulta muy complicada para cualquier organización.

En este complejo contexto, la humanidad se enfrenta a riesgos de alcance global, que obligan a replantear todos los sistemas y en los que la experiencia no sirve como marco de referencia. Los retos incluyen elementos económicos, ambientales y sociales, pero también tecnológicos y políticos, que se resumen de manera gráfica en la rueda de la Agenda 2030 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible bajo un denominador común, la crisis climática.

El cambio climático (sus causas y efectos) es una realidad incuestionable. Es el reto global por excelencia y el que favorece otros como la necesidad de acelerar los procesos de digitalización, la garantía de acceder a la información veraz y los procedimientos verificados, la protección de los ecosistemas y la biodiversidad, la intensificación de la adaptación y la mejora de la resiliencia de los ecosistemas y de las propias organizaciones. Es tal la envergadura de este reto, que los expertos recomiendan utilizar la expresión “crisis climática”, por considerar que explica con mayor claridad y exactitud las graves consecuencias derivadas de este fenómeno global.

En este entorno, el problema de la aviación no se encuentra en su contribución actual al cambio climático -pues las emisiones del sector representan actualmente entre el 2 y el 3% de las emisiones globales- sino en su proceso de transición ecológica en el medio y largo plazo para alinearse con el resto de los sectores, más fácilmente descarbonizables. Y esto es así por la dependencia este sector a los combustibles fósiles y por la dificultad para sustituirlos por otros derivados de fuentes de energía renovable. Por ahora, los esfuerzos se centran en el desarrollo de los denominados “combustibles sostenibles de la aviación” (Sustainable Aviation Fuels, o SAF) -que pueden utilizarse en los aviones actuales sin requerir de ningún tipo de transformación, ni en motores y diseño aeronaves, ni en infraestructura aeroportuaria-, y en producirlos en cantidad insuficiente y a precios menos elevados.

El Acuerdo de París de 2015 logró que los estados firmantes se comprometieran a reducir sus emisiones para conseguir que el aumento de la temperatura media global se quede entre los 2 y los 1.5ºC en el año 2100. Este último límite es el marcado por el informe del año 2018 del IPCC, como el necesario para evitar los efectos más peligrosos del cambio climático. Para lograr la estabilidad en el 1.5ºC, según el programa de las Naciones Unidas para el medioambiente (UNEP), deberíamos reducir las emisiones globales totales 7.6% anualmente, entre el año 2020 y el 2030 y alcanzar emisiones netas cero en 2050, es decir, una reducción del 55% en 2030, lo que significa multiplicar por cinco el es-fuerzo actual de reducción de emisiones globales totales.

A pesar de la dificultad de la transición ecológica en la aviación, el sector está asumiendo el reto. En este sentido, El Grupo IAG, anunció en octubre de 2019, la iniciativa Flightpath Net Zero, que marcará su hoja de ruta hacia las emisiones netas cero en el año 2050: mejorando un 10% la eficiencia por pasajero en 2025, reduciendo un 20% las emisiones netas en 2030, operando el 10% de los vuelos con combustible sostenible también en 2030, alcanzando así la neutralidad climática en 2050. Esta iniciativa fue la primera de este nivel de ambición de todo el sector y ha servido de guía para la industria. Así, en la 77ª Asamblea General Anual de la IATA, celebrada en Boston el 4 de octubre de 2021, las aerolíneas miembros de la IATA aprobaron una resolución por la que se comprometían al objetivo de descarbonización a 2050. Este mismo compromiso ha tomado Iberia, reforzando su estrategia de descarbonización, sin olvidar los otros componentes de la sostenibilidad: operaciones más eficientes, experiencia de viaje sostenible y compromiso con el futuro.

Ahora, ¿cómo es posible alcanzar este compromiso de descarbonización?

Reduciendo el consumo de combustible -tanto en los vuelos como en las operaciones por tierra-, renovando la flota, utilizando combustibles sostenibles, electrificando la flota de equipos tierra, haciendo descensos continuados o reduciendo el peso a bordo, entre otras medidas.

A su vez, se refuerza con la digitalización de procesos, la eliminación progresiva de plásticos de un solo uso a bordo o la mejora del sistema de gestión de los residuos generados durante el vuelo, por citar más ejemplos.

Solo así, con el compromiso y el esfuerzo de todo el sector aéreo, lograremos que la sostenibilidad en la aviación sea definitivamente una realidad coherente con los retos de la sociedad actual y que marcará el camino, hoy ya posible, hacia una aviación sostenible.

Directora de Sostenibilidad de Iberia