Un panorama incierto
Si la euforia del blindaje por 40.000 millones de dólares duró dos meses y las expectativas positivas del megacanje de deuda por casi 30.000 millones apenas una semana, ¿hay margen para el optimismo tras el último acuerdo con el FMI por una cifra mucho menor?
La respuesta podría ser favorable si estuviéramos únicamente frente a una crisis de financiamiento. El problema, a juicio de distintos analistas, es que la Argentina afronta una crisis de credibilidad, en la cual se mezclan la desconfianza de los mercados y la incertidumbre política.
El razonamiento que se hace en el Gobierno es que el crecimiento económico sólo llegará cuando bajen sensiblemente las tasas de interés y la condición para esto es cumplir con la regla del déficit cero. Pero lograr este propósito implicaría reducir el presupuesto del próximo año en nada menos que 6000 millones de pesos -a menos que la economía crezca a niveles hoy ilusorios- y sancionar una nueva ley de coparticipación federal en la cual las provincias acepten recortes en los fondos que les gira la Nación.
El objetivo no será fácil en un contexto político en el que el titular del partido gobernante, Raúl Alfonsín, expresa públicamente que no aceptaría más ajustes, y que desde el justicialismo se insiste en que la regla del déficit cero es "inviable". El senador Eduardo Menem fue hace pocas horas enfático durante un desayuno en la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales: "Soy muy pesimista sobre el déficit cero. Es como ir en un auto a 150 kilómetros por hora y frenar de golpe. Algunos van a seguir de largo a través del parabrisas".
El escenario político tiene otros rasgos que aumentan la incertidumbre. Por un lado, los principales candidatos de la Capital Federal y la provincia de Buenos Aires del radicalismo -Rodolfo Terragno y Raúl Alfonsín- plantean propuestas diferentes de las del gobierno delarruista; por otra parte, el partido del ministro de Economía, Domingo Cavallo, se dispone a efectuar alianzas con el justicialismo en varios distritos, al tiempo que no pocos dirigentes del Frepaso -todavía integra la alianza con la UCR, aunque muchos se hayan olvidado- negocian con la agrupación ARI, que lidera Elisa Carrió.
La gran pregunta es cómo se reacomodará el tablero político después de las elecciones del 14 de octubre. La hipótesis de un gobierno con un presidente radical -De la Rúa, claro está- y un jefe de gabinete justicialista comienza a ser insinuada por dirigentes de uno y otro sector.
Abundan, sin embargo, las disyuntivas. Algunos peronistas, como José Manuel de la Sota, esgrimen que al hablar de unidad nacional, el Gobierno busca diluir a los opositores dentro del oficialismo. Los aliancistas, en cambio, se preguntan con cuál de los justicialismos se debe negociar.