Una mirada al teatro que precedió al Di Tella
Cada vez me gustan más los libros en que se fusionan la historia personal con la historia cultural de una sociedad. Por eso, me alegré mucho cuando recibí el flamante Antes del Di Tella. Emociones teatrales porteñas (1960-1965) (Eudeba), de Kado Kostzer, autor, director teatral, historiador de sus entusiasmos escénicos y del teatro argentino de su generación.
En 2016, el escritor hizo las delicias de sus lectores con La generación Di Tella y otras intoxicaciones, también publicado por Eudeba, donde contaba todo lo que había pasado entre los artistas, actores directores y autores que se hicieron conocer en el célebre Instituto de la calle Florida. Este nuevo libro, sucesión de viñetas donde Kostzer despliega humor, ironía y un criterio estético muy personal, pero siempre fundado, son algunas de las cualidades de sus 400 páginas, a las que se suma otra, rara y valiosa: la sinceridad. Kostzer no teme decir “el rey está desnudo”.
Kado nació en Tucumán. Su padre era uno de los libreros más importantes de la Argentina. Los Kostzer viajaron a Europa “a vuelo de pájaro”, como dice el autor en su prólogo, cuando él era un chico. Además, estuvo muchas veces en Buenos Aires antes de que el entero grupo familiar se mudara a la Capital en 1960: el adolescente tucumano tenía 14 años. Su madre y su padre le daban completa libertad para ir y venir. La frase inicial del libro de Kostzer es: “Desde que tengo uso de razón hice lo que se me antojó”. Los padres le pasaban una generosa mensualidad que le permitía ver todos los espectáculos que quería en las mejores ubicaciones. Esos primeros años porteños fueron su período de formación autodidacta. Veía todo, lo bueno y lo malo. Además, leía teoría, piezas teatrales y revistas especializadas en arte y espectáculo. Como era de esperar, Kado no se perdía las visitas de las grandes figuras del teatro extranjero: fue a ver a Basil Rathbone, el insuperable intérprete de Sherlock Holmes en cine; a la compañía de Madeleine Renaud y Jean-Louis Barrault; a Vivian Leigh.
Kostzer pudo apreciar a Alfredo Alcón primero como actor cinematográfico. En Antes del Di Tella, reconoce las cualidades del que, ya a fines de la década de 1950, era considerado el mejor actor de la Argentina. Dice: “Alfredo Alcón parecía tenerlo todo: “… su rostro –de ojos levemente rasgados– era casi angelical; su cuerpo, armonioso; su voz, profunda; y podía afrontar la comedia con la liviandad requerida y el drama con la espesura correspondiente”. A pesar de tantas virtudes, Alcón “nunca terminó de convencer” al poco influenciable Kostzer.
Algo parecido le ocurrió con Inda Ledesma, intérprete “seria”, intelectual, comprometida con la izquierda. La “colonia artística”, como se decía entonces, pensaba que Inda era “la mejor actriz argentina”. Ella tenía una actitud de superioridad intelectual, inspirada en la de las militantes del Partido Comunista. Kostzer no deja de aquilatar los valores de Inda: “Era una actriz muy cerebral que sabía muy bien cómo construir un personaje y ponía elaborada técnica a su servicio”. Pero agrega: “En los numerosos espectáculos en que la vi siempre se desempeñó muy bien, aunque era fácil vislumbrar que su alma no estaba presente.”
Quien deslumbró al escritor como recitante fue Berta Singerman: su voz le pareció única: “Era la voz de los poetas y su elección no podía ser más ecléctica y distinguida: Neruda, Bécquer, Guillén, Machado, Juan Ramón Jiménez”.
La deliciosa evocación de Antes del Di Tella abunda en información, anécdotas, juicios y chismes que van a despertar el interés, la sonrisa o la indignación de la gente de teatro y el lector común. La edición tiene fotografías poco vistas como la de Inda Ledesma: pose de mujer fatal, pierna derecha desnuda y mirada desafiante.
Sendas listas de obras y espectáculos mencionados, de algunos protagonistas, de teatros y espacios teatrales desaparecidos o inactivos y salas ocasionales, son útiles guías para el período 1960-1965.
Recomendación: el antológico retrato de la actriz y empresaria marginal, hoy desconocida, Alma Bambú. El nombre sugiere todo. Hay mucho más.