Vínculo abierto entre fe y arte
Fresco aún el eco inicial suscitado por "Fe y razón", la última encíclica de Juan Pablo II, Buenos Aires se apresta, por séptima vez en los últimos doce años, a ser escenario de un acontecimiento que por ubicarse en el ancho sendero abierto por ese magno texto pontificio bien puede convertirse en cabal expresión de su hondo espíritu.
Es que, como lo prueba su ya arraigada trayectoria, la Bienal de Arte Sacro, que se inaugurará pasado mañana, a las 19, en las Salas Nacionales de Cultura, Posadas 1725, es un ámbito de encuentro para la creación, el diálogo y la reflexión entre la fe y la cultura. Y la síntesis "entre cultura y fe no es sólo una exigencia de la cultura, sino también de la fe", ha dicho el Papa. "Una fe que no se hace cultura es una fe no plenamente acogida, no totalmente pensada, no fielmente vivida", añadió el Pontífice, según la oportuna cita incluida por el cardenal Paul Poupard, presidente del Pontificio Consejo para la Cultura.
"En esta encrucijada histórica, en el umbral de un nuevo milenio, el arte sagrado, que durante siglos ha sido vehículo de transmisión de la fe, tiene una importancia mayor que nunca", escribió el purpurado en su misiva a monseñor Vicente Oscar Vetrano, vicario para la Cultura de la diócesis de Morón, artífice e impulsor del acontecimiento que desde 1986 ha ido ganando creciente prestigio.
"Observo -agregó el cardenal Poupard- cómo las bienales de arte sacro van ocupando un lugar importante en la plástica argentina, siendo a la vez una forma concreta de manifestar la riqueza cultural de un país que se inspira en valores cristianos."
Prueba de la capacidad de convocatoria lograda por la VII Bienal de Arte Sacro-Pintura 1998 son las 1619 obras recibidas (1512 de la Argentina y 107 de otros 22 países). El jurado, integrado por Carlos Cañás, Miguel Caride, Aldo Galli, Elba Pérez y Guillermo Roux, seleccionó para ser exhibidas 107 obras de autores argentinos y 14 de artistas de Perú, Brasil, Bolivia, Canadá, Italia, Venezuela, Uruguay, Colombia y Chile. Los primeros cinco premios fueron para Marcelo Hugo Salvioli, Marcelo Torretta, Pablo Santibáñez Servat, Inés Emilio Vega y José Alberto Marchi; además, se otorgaron varias menciones y premios estímulo.
* * *
El infatigable empeño y la reconocida voluntad del vicario para con la cultura de Morón, a quien con razón se le reconoce un papel protagónico en la gestación y el desarrollo del acontecimiento, son expresión de una concepción pastoral que al recoger con fidelidad el espíritu renovador del Concilio procura abrir espacios capaces de estimular la libertad creativa de los artistas y enriquecer el diálogo entre la la fe y el arte, del cual la Iglesia puede ofrecer excepcionales testimonios.
Precisamente, los patrimonios artísticos de pintura, escultura, arquitectura, mosaico y música... los libros contenidos en las bibliotecas eclesiásticas y los documentos históricos conservados en los archivos de las comunidades eclesiales... las obras literarias, teatrales y cinematográficas producidas por los medios de comunicación social, parte de los bienes culturales de la Iglesia que condujeron no hace mucho a Juan Pablo II a crear una comisión pontificia y confiarle especialmente su cuidado.
Al dirigirse a los miembros y consultores de ese organismo -su presidente, monseñor Francesco Marchisano, también hizo llegar su estímulo y aprobación a monseñor Vetrano-, el Papa reiteró su preocupación por mantener una relación "abierta y confiada con el mundo de la cultura y del arte". Y en vísperas de la inauguración de la VII Bienal bien vale refirmar lo dicho entonces por el Pontífice: "Cuando la Iglesia se sirve del arte para apoyar su propia misión, no es sólo por razones de estética, sino también para obedecer a la lógica misma de la revelación y de la encarnación. No se trata de endulzar con imágenes tonificantes el camino arduo del hombre, sino de ofrecerle la posibilidad de hacer desde ya, desde ahora, una experiencia de Dios que recoja en sí todo lo que es bueno, bello y verdadero".
lanacionar