Las pasadas del corazón I
Estoy escribiendo mi diario. Como dice Cortázar, o uno se casa o escribe un diario porque las dos cosas no marchan juntas. Después de divorciarme, mi vida amorosa y la forma de vivir el amor dieron un giro enorme. Estar soltera después de haber estado casada es una experiencia única y muy nueva sobre todo si uno no tiene hijos y si está aún rondando los veintipico, más veinte que pico. Miro hacia atrás y llevaba adelante un matrimonio maduro, era una esposa muy esposa y pensaba que la pareja sería para toda la vida, me casé con esa idea y el amor que fui viviendo se fue amansando, pensé que así sería siempre el amor en mi vida y estaba conforme.
Hoy el amor me llega diferente, como si eso de las mariposas y el nerviosismo se hubiese activado en mí como nunca antes me había pasado. Digo esto porque muchas veces siento que mi vida empezó de adelante para atrás, como la dislexia que tengo cuando toco el piano y es el motivo por el cual dejé de tomar clases. Quizás soy más una autodidacta, incluso del amor. Y ahora, después de haber transitado a fondo una experiencia cumbre como es el matrimonio para una pareja que aspira y cree en el casamiento, me encuentro disfrutando mucho a lo adolescente de todo lo que genera el amor, especialmente en las sensaciones, en el cuerpo. A veces me pongo idiota de amor.
Como les había contado (y para quienes me preguntan seguido por este tema), tuve una lindísima relación (noviazgo para ser más específica) con un hombre argentino que terminó hace un tiempo. La distancia es la enemiga número uno de este tipo de amor, idea dolorosa que sostengo con triste conocimiento de causa. Duele y duele mucho, creo que hasta es peor viviendo en París... Y eso de salir para olvidar no creo que sea la clave. En fin... Lo cierto es que sí tengo una vida cambiante de actividades, especialmente de día. Ayer tomé un tren a Londres y mañana estaré otra vez en París, por ejemplo. Me gusta que así sea, la elijo y esto me va llevando por diferentes grupos. Mis colegas de actuación de Cours Florent tienen entre 17 y 20 años: con 24 soy la mayor. Este nuevo grupo pasó a ser de amigos y tienen un alma adolescente que aplican a casi todo, y así es el amor que llegó hace unas semanas a mi vida. Yo que siempre estuve rodeada de gente más grande, mucho más grande que yo, hoy vivo rodeada de lo opuesto, y este chico que me conquistó tiene mi misma edad, lo que para mí significa un niño.
Lo conocí en Café Flore, mi lugar habitual, mi café de todos los días y en el que Batman ya es una estrella a la que todos saludan y a la que los mozos le convidan tostadas. Batman se convirtió en un imán de miradas. Una noche, junto a mis amigos, lo vi y pensé en el gran lugar común del amor a primera vista por el que jamás había transitado. En cuestión de segundos se me grabó su mirada. Pasaron los días y las salidas con mis amigos de risa fácil y frescura seguían poniéndonos cerca. Muy pocas veces me ha pasado de ver a alguien y ponerme nerviosa, ni siquiera cuando conocí a personalidades con las que soñaba, pero con él me pasó y es un chico común y silvestre. Una noche volví a casa pensando en que quizás estaba demasiado influenciada por mis nuevos amigos, las sensaciones que sentía eran las de las mariposas, pura alegría, comentarios tontos sobre si me estaba mirando o no, carcajadas que llaman la atención... Idiotizada por un pibe de mi edad!
Con las semanas terminamos teniendo varios amigos en común y nos fuimos acercando, pero por alguna razón él me ignoraba. Entonces fue cuando me descubrí vulnerable e insegura. ¿Acostumbrada quizás a una conquista más fácil? ¿Sabiendo siempre que fichas mover para ganar?
Todavía no somos nada, tampoco sé si lo seremos y no me consta cuál es su grado de enganche. Tampoco puedo decir la típica "nos estamos conociendo" porque uno jamás termina de conocerse y no me interesa conocerlo: me gusta mucho y punto. Así vivo estos días: enamorada, nerviosa cuando veo un mensaje suyo, pava, sonriente por nada, en una feliz incertidumbre que tira abajo toda mi seguridad de modelo top. Feliz de saberme viva y conectada con el amor, correspondido o no.
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