Okja, una película que va al matadero
Imposible no asociar a la cerda gigante Okja con Falkor (o Fújur en el libro), aquel dragón volador de “La historia sin fin” que marcó nuestra infancia. Pero la película del coreano Bong Joon-ho no es tan fantástica, aunque por momentos el argumento se evada del realismo, use efectos visuales y los géneros se mezclen en un gran batido de acción, con toques de comedia, personajes caricaturescos y mucho drama.
La película de este director al que la crítica le gusta comparar con Steven Spielberg, se mete con la industria alimentaria: una compañía multinacional que pertenece a la familia Mirando desarrolla una especie de cerdo que por su tamaño podría ser capaz de saciar el hambre del mundo. Su dueña, Lucy Mirando (Tilda Swinton) es una mujer insegura y vanidosa que quiere diferenciarse de los negocios heredados, y lo propone como una solución milagrosa pero oculta que su origen fue genéticamente modificado en un laboratorio. Frente a la prensa lanza un desafío destinado a 26 granjeros alrededor del planeta: el que críe el cerdo más grande en diez años obtendrá un gran premio.
Así llega Johnny Wilcox (Jake Gyllenhaal), parodia de naturalista insoportable, a una granja de Corea del Sur, y acompaña a los miembros de la corporación con su cámara para certificar la elección del cerdo. Se encuentran con Okja que fue criada por el abuelo de Mija (Ahn Seo-Hyun) desde que ella tenía cuatro años. Entre las dos hay un vínculo profundo que se pone en peligro cuando Mirando decide llevarse a Okja a Seúl y a después a Nueva York con oscuros planes para su futuro.
Por supuesto, ahí la película da un giro y se “tarantinea” un poco, porque la determinación de la chica de catorce años para recuperar a su amiga supercerda me recuerda a la mirada de Uma Thurman en Kill Bill. Lo importante es que en el rescate no estará sola y se transformará en un clásico enfrentamiento entre buenos y malos. Hasta ahí llego con la trama, que son los primeros minutos de la película, así ustedes pueden descubrirla por su cuenta.
Se estrenó directamente en Netflix sin haber pasado por el cine, y por eso fue el centro de una polémica en Cannes (aunque también fue premiada). Los cincuenta millones de dólares de presupuesto se notan en las increíbles imágenes de la naturaleza y en los efectos visuales que se aprecian en los movimientos del animal, tanto que dan ganas de abrazar a Okja. Pero quise hablar sobre esta película porque no me parece casual que el director se haya involucrado con el tema. Contiene escenas muy perturbadoras que trascienden la ficción porque muestran una visión descarnada de lo que les pasa a los animales en el circuito de la producción industrial.
Para darle realismo, el productor y el director vieron documentales como “La Parka” del director nicaragüense Sergio Arguello, que trata sobre un hombre que pasó veinticinco años matando toros. O “Nuestro pan diario” del austríaco Nikolaus Geyrhalter acerca de la comida procesada. Pero la peor parte fue cuando visitaron un matadero en Colorado y la experiencia fue más fuerte de lo que ambos esperaban, tanto que Bong dejó de comer carne por dos meses y aunque volvió a hacerlo después, bajó mucho su frecuencia y optó por el pescado. Declaró que sentía que el olor penetrante del matadero lo perseguía a donde estuviera.
Una de las mayores críticas que se le hace es, precisamente, haber utilizado imágenes tan duras cuando el film parece estar destinado a los chicos. Pero tal vez su trama sume a la discusión sobre la manera deshumanizada en que nos acostumbramos a que la industria produce la carne. Me viene a la mente la famosa frase de Paul McCarney: "Si los mataderos tuvieran paredes de cristal, todos seríamos vegetarianos”. En mi caso, quedé muy conmovida.
“Las películas no son necesariamente herramientas para cambiar el mundo", decía Bong Joon-ho. "Una película es sólo una cosa hermosa en sí misma. Sin embargo, cuando alguien está experimentando la belleza de una película, está cambiando el mundo en algún aspecto".
Por último, el cineasta decía: “No espero que toda la audiencia se convierta al veganismo después de ver la película. No tengo un problema con el consumo de carne en sí, pero quiero que mi audiencia considere, al menos una vez, de donde proviene la comida de su plato. Y, si uno lo hace, creo que el nivel de consumo de carne disminuirá gradualmente”.
¿Qué opinan al respecto?
Me encuentran en kariuenverde@gmail.com o en Kariu en Verde
¡Abrazo!
Kariu