Piel sana pero con color
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Este es uno de esos posts que me dan a estacionales, a un "sí o sí" en el calendario aunque no lleve calendario de temas para el blog. Es que empieza el calor en el hemisferio sur y empiezo a recibir varias consultas sobre los cuidados de la piel. Es muy loco: ayer escribí sobre el frío moscovita, ahora vamos hacia el sol caliente y pleno.
Si bien ya hice algunos posts sobre este tema, tampoco está mal retomar porque lo cierto es que también yo voy cambiando mis técnicas y hábitos de cuidado y, si les sirve, genial. No sé si modernizándome es la palabra, pero sí busco actualizarme al máximo e investigar sobre la prevención y el cuidado del cuerpo, y en ese buscar aparecen recursos milenarios o la última fórmula del laboratorio más prestigioso. La piel, ya lo dije, es nuestro primer vestido, un órgano que nos protege y embellece, que si se rompe no hay remiendo que no se note... Vuelvo a pensar en la Piel que habito , de Almodóvar, y se me eriza la piel, justamente.
Este verano europeo estuve en el mar y por primera vez desde hace muchos años quise tomar algo de color, sutil, pero color, y de sol directo, nada de auto bronceantes. La originalidad de mi color, sea cual sea. Mi piel intervenida por el sol. Todos los días uso factor +50 para cara y cuerpo, impenetrable, pero esta vez bajé un cambio algunos días en horarios menos dañinos durante unos 30 minutos y así logré ese tono parejo y saludable que buscaba. Además, tomé unas vitaminas recetadas que preparan la piel volviéndole más elástica y húmeda para que el sol no la lastime. Por la noche, usé un aceite orgánico de diferentes semillas, muy ligero, que me ayudó a no pelarme. Por supuesto, y esto es una rutina que ni me cuestiono, todos los días crema humectante en todo el cuerpo, bálsamo de lino y protección en los labios para que no se doren. Los lentes oscuros son una buena ayuda para evitar fruncir los músculos de la cara y que se formen arrugas evitables. Siempre me verán tras ellos en verano.
Al margen de si nos gusta o no una piel bronceada, hay que cuidarse pero dejando que el sol nos llegue: es imprescindible para el fortalecimiento de los huesos y para tomar energía positiva. Con tantos años de cuidado consciente y obligado de la piel descubrí otro secreto: la alegría y la felicidad son tónicos esenciales para que la piel brille. Responde automáticamente ante estos estímulos. Lo bueno es que en el verano tendemos a reírnos más, así que hay que aprovecharlo. No sólo para tomar color.





