De Buckingham a Buenos Aires
La visita que hoy comienza el príncipe de Gales a la Argentina es la quinta realizada en forma oficial por un miembro de la familia real británica, aunque no fueron pocos los personajes de sangre azul inglesa que recorrieron estas tierras por motivos personales o, al menos, por razones alejadas de cuestiones estrictamente políticas.
Durante las visitas la situación entre ambos países fue diferente y hasta a veces conflictiva, sobre todo luego de la Guerra de las Malvinas, hecho que produjo el quebrantamiento de las relaciones diplomáticas, restablecidas al comienzo de la administración del presidente Carlos Menem, en 1990.
El príncipe de Gales, luego Eduardo VII, estuvo en la Argentina en 1925, la primera visita oficial. El año anterior, el entonces presidente Marcelo T. de Alvear se encontraba en Londres cuando anunció su decisión de invitarlo al país.
En su momento, la llegada del heredero del trono de Jorge V se consideró como de alta importancia diplomática y, por otra parte, se aseguró que ésta tendería a consolidar las relaciones existentes entre ambas naciones y a reforzar las vinculaciones económicas.
Antes, en 1871, había estado en la Argentina el príncipe de Gales, que luego asumiría como Jorge V. Pero se trató de un viaje no oficial, que por entonces se mantuvo en estricta reserva.
La visita de 1925 fue la de mayor repercusión. En los círculos económicos de Londres la gira fue interpretada como el primero de una serie de esfuerzos tendientes a la reconquista de la supremacía comercial de Gran Bretaña en América del Sur.
La llegada se produjo el 17 de agosto y su estada se extendió hasta el 28 de septiembre.
Castigos climáticos
En marzo de 1931 el príncipe volvió a nuestro país junto con su hermano Jorge, duque de Kent. Este viaje no tenía calidad de oficial, aunque sí hubo actos, como la inauguración de la exposición de la industria británica.
Como en su anterior paso por la Argentina, asistió a banquetes, realizó una recorrida por el Colegio Militar, participó de fiestas y bailes y concurrió a una jornada turfística.
La visita de 1931 puede tener un curioso punto en común, anecdótico por cierto, con la que hoy comenzará Carlos: la inusual alta temperatura que castiga a Buenos Aires en esta época. El día de su llegada, 5 de marzo de aquel año, el entonces heredero de la corona británica sufrió notablemente los efectos climáticos porteños. La Nación lo consignó en la crónica del día siguiente: "El príncipe de Gales se encontraba evidentemente fatigado por el largo viaje (que lo trajo a la Argentina) y la elevada temperatura, ya que instantes después de aterrizar sus primeras palabras, en correcto castellano, fueron para expresar su sorpresa por la elevada temperatura reinante en nuestro país, y especialmente en Buenos Aires".
Finalmente, partió para Montevideo el 21 de marzo.
Luego de 31 años, el 22 de marzo de 1962, otro miembro de la realeza británica llegó al país: Felipe de Edimburgo, esposo de la reina Isabel II. Su visita se repitió en 1966 y en 1992.
Golpe de Estado
En su primer viaje lo recibió el presidente Arturo Frondizi. Años más tarde, el periódico The Sunday Times acusó al Foreign Office de haber "puesto en peligro la vida" del príncipe al enviarlo a la Argentina para ayudar al jaqueado gobierno.
El matutino destacó que la primera visita oficial del esposo de la reina se realizó "a pesar de conocerse la inminencia de un golpe de Estado" en la Argentina e informó que el príncipe debió huir en medio de la revuelta que llevó al gobierno a José María Guido. El artículo se basó en archivos diplomáticos que debían darse a conocer en el 2062, pero que fueron desclasificados con anterioridad en respuesta a un pedido de parlamentarios laboristas.
Londres estaba interesado en apoyar a Frondizi no sólo porque había sido elegido democráticamente, sino porque había dado muestras de simpatizar con Occidente en medio de la Guerra Fría. Pero noticias de los intentos de destitución que sufrió el líder del desarrollismo terminaron poniendo en duda la posibilidad de enviar al duque.
Finalmente, la visita se realizó. Pero el 30 de marzo, un día después de haber concluido el golpe que derrocó a Frondizi, el príncipe anunció su despedida, en medio de una incómoda situación.
En 1966, el presidente Juan Carlos Onganía fue quien recibió al ilustre huésped en su segunda estada oficial. Entre otros compromisos públicos, asistió a la inauguración del Campeonato Ecuestre Mundial.
Finalmente, en 1992, durante el primer período de gobierno de Menem, su visita fue exclusivamente para presidir una reunión sobre medio ambiente. No tuvo carácter oficial.
Tras la guerra
El primer miembro de la realeza británica que llegó a la Argentina en forma oficial luego del conflicto bélico por las islas Malvinas (1982) fue el príncipe Andrés, que participó de la guerra como piloto de helicópteros de la Royal Navy.
La visita del duque de York, quien fue recibido como huésped honorable, se produjo en 1994. Duró cuatro días y el objetivo, según lo comunicado por el Palacio de Buckingham, fue "promover el espíritu de reconciliación" entre ambas naciones.
Un año más tarde fue la hoy desaparecida princesa de Gales, Diana Spencer, quien llegó a estas tierras. Su agenda incluyó visitas a diferentes hospitales y a asociaciones civiles, además de varios viajes turísticos, entre otros, a la Patagonia.
También viajaron a la Argentina integrantes secundarios de la familia real. Por ejemplo, las princesas Michael de Kent y Alejandra (prima y prima política, respectivamente, de la reina Isabel II); las princesas Beatrice, de 11 años, y Eugenia de York, de 9, hijas del príncipe Andrés y Sarah Ferguson.
Esta ultima realizó frecuentes viajes personales, ya que su madre, Susan Barrantes, residió hasta su muerte, en 1998, en una estancia de la provincia de Buenos Aires.
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