El futuro del Gabinete: otro reparto de poder interno y tensión latente entre “políticos” y “fiscalistas”
Francos seguirá siendo un interlocutor de la política aunque con más espalda; se sostiene el “triángulo de hierro” entre Milei, Karina y Caputo; asoman pujas por los fondos
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El Gobierno inauguró una nueva distribución del poder interno. Tras el ascenso de Guillermo Francos a jefe de Gabinete, muchas áreas entraron en duda y esperan que Javier Milei confirme el nuevo diseño. Comenzó a traslucir, sin embargo, cómo se repartirá el juego que hasta acá monopolizó Nicolás Posse, un tecnócrata que fue un controller de la gestión y manejó varias cajas.
La promoción de Francos implica un nuevo paradigma en el que tiene más espalda el hombre más dialoguista del gobierno libertario. Se perfila así un ala política más robusta, que podría entrar en tensión con el ala fiscalista, encarnada en Luis Caputo y en el propio Milei. “Si es por Toto, no pagamos ni la luz. Si es por Guillermo, decoramos las oficinas con diamantes. Se buscará el equilibrio bajo la premisa de no poner en juego la caja”, dijo a LA NACION un colaborador estrecho del Presidente.
Pese a quedar en el vértice del organigrama, el nuevo jefe de Gabinete no concentrará el poder. “Guillermo va a ser un interlocutor con la política y un coordinador interministerial”, definió un ladero de Milei. En otras palabras, un “ministro del Interior recargado” que además buscará garantizar la buena convivencia en el equipo.
A priori, Francos no tendrá la potestad de inmiscuirse en la vida interna de los ministerios. En las primeras reuniones de gabinete, él dejó en claro este asunto. “Él les va a decir a los ministros ‘firmá vos y hacete cargo vos’. Va a abrir el juego y, al mismo tiempo, deslindar responsabilidades”, dijo un colaborador estrecho del flamante jefe de Gabinete.
Difícilmente Francos pueda intervenir en los ministerios, especialmente en los tres principales: Economía, Capital Humano y Seguridad. Allí, Luis “Toto” Caputo, Sandra Pettovello y Patricia Bullrich, respectivamente, tienen llegada directa a Milei.
La entronización de Francos tampoco implica que se abra el “triángulo de hierro” que Milei conforma con su hermana, Karina, y con el asesor presidencial, Santiago Caputo. Ellos tres seguirán tomando las decisiones sensibles y tendrán la última palabra en el Gobierno.
Reparto
Con la salida de Posse, Santiago Caputo comenzó a expandir su influencia rápidamente. Respaldado por el jefe de Estado, tomó el control de los servicios de inteligencia a través de Sergio Neiffert, alguien que creció al calor del exintendente de Malvinas Argentinas, Jesús Cariglino. El asesor presidencial también seleccionó a Darío Genua para el área de telecomunicaciones, una dependencia estratégica. Licenciado en administración, fue ladero de Federico Achával en Pilar.
El otro punto a resolver es el desembarco de Federico Sturzenegger, presuntamente con rango de ministro. Una alta fuente de la Casa Rosada advirtió que Milei quiere acotar sus funciones a la desregulación de la Economía y la modernización del Estado. “Federico está pidiendo más áreas, pero va a ser eso”, apuntaron muy cerca del jefe de Estado.
La materia más sensible es la vinculada con las empresas públicas. Hasta ahora todas estuvieron controladas por una secretaría que colgaba de Posse y que estaba a cargo de Mauricio González Botto, un funcionario bajo perfil que probablemente no continuará. Ahora, Milei debe definir dónde ubicarlas y también qué hacer con sus directores. Una fuente muy calificada aseguró que las sociedades del Estado no estarán bajo la órbita de Sturzenegger. No está claro si quedarán en la Jefatura de Gabinete -aunque Francos no las controle en los hechos- o si volverán a sus ministerios de origen. También se estudia la posibilidad de dividirlas, de acuerdo a las chances que tengan de ser privatizadas.
Milei quiere evitar un choque entre los economistas de personalidad fuerte. “Toto” Caputo y Sturzenegger tuvieron sus desavenencias durante la era de Mauricio Macri. En esta gestión pudieron convivir pacíficamente con el rol de asesor externo que tuvo el padre de las desregulaciones. “No estamos dispuestos a meter mano en Economía. La prioridad es la caja y que todo esté controlado por una sola persona”, dijo un colaborador del Presidente.
Políticos y fiscalistas
El ministro de Economía tiene 14 secretarías, que incluyen desde el área energética hasta el transporte, la vivienda y la obra pública. Muchos ven en eso un elefante difícil de controlar.
Respecto al nuevo equilibrio interno, el empoderamiento de Francos potenció una ventanilla de reclamos. Funcionarios del propio gobierno, actores de la política y exponentes de sectores económicos comenzaron a hacer fila esta semana para pedirle al flamante jefe de Gabinete que destrabe asuntos de caja.
Según pudo reconstruir LA NACION, al inicio de esta semana, un funcionario nacional de segunda línea que necesitaba hacer pagos a proveedores visitó a Francos y al subsecretario de Gestión Institucional, Eduardo “Lule” Menem (mano derecha de Karina Milei y otro exponente del ala política) para que lo ayuden a destrabar pagos que retenía el secretario de Hacienda, Carlos Guberman. Por primera vez en seis meses, ese funcionario pudo hacer los primeros giros de su gestión.
Francos también hizo las últimas concesiones a los senadores para destrabar el dictamen de la Ley Bases, aún cuando eso implicó tocar algunos números. En otro tramo de su agenda, recibió a una asociación de monotributistas, que hicieron planteos por e la nueva ley fiscal.
En la “mesa de entradas política”, Catalán se reunió con dos ministros de Axel Kicillof que reclamaron el traspaso de la autopista Presidente Perón a la provincia.
“La discusión entre la política y la caja empezó el 11 de diciembre. Por ahora, Francos y Toto hicieron que funcione”, reconoció un importante colaborador oficial. El traspaso de obras a las provincias se avizora como uno de los aspectos más ríspidos para la etapa que viene.
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