La reforma electoral, un golpe mortal a la boleta de papel
Que el chip es bueno. Que el chip es malo y vulnera el voto secreto. Que el nuevo sistema debe aplicarse en todo el país. Que debería ser gradual. Más allá de estas diferencias, para nada menores, el telón de fondo del debate legislativo de la reforma electoral que impulsa el Gobierno es la herida casi mortal que se le infringiría a la boleta de papel, fuente de poder de los caciques políticos y de los aparatos partidarios.
Ese es la pulseada que subyace desde que el proyecto ingresó al Congreso y que, de manera solapada, salió a la superficie durante la primera semana de discusión de la iniciativa en el Senado.
Es que la desaparición de la tradicional boleta de papel y su reemplazo por una que se imprime en el momento mismo de efectuar el voto es una de las principales causas de la fuerte resistencia que el proyecto genera al interior del FPV.
Aunque no lo dicen en voz alta, son varias las provincias que se oponen a cualquier tipo de cambio en el sistema de votación. Formosa, Santiago del Estero, La Rioja y San Juan son algunas de ellas. Se entiende si se toma en cuenta que allí el PJ mantiene una aceitada maquinaria electoral que les ha permitido ejercer el poder con mano de hierro.
A este grupo se suma otro cuya oposición a la iniciativa guarda relación directamente proporcional al rechazo del sector a Mauricio Macri. Se trata de los kirchneristas, que ven en un eventual fracaso de la reforma electoral la posibilidad de asestarle al Gobierno una derrota política.
La voz cantante de este grupo es la ultrakirchnerista Virginia García (Santa Cruz), quien hizo una enfática defensa del actual sistema electoral. “No creo que debamos demonizar al sistema de la boleta papel solo por el hecho de determinados discursos que forman parte del colectivo imaginario y el voto cadena”, afirmó la cuñada de Máximo Kirchner durante la presencia del ministro del Interior, Rogelio Frigerio, el martes pasado en el Senado.
En el otro extremo, y casi en una posición solitaria dentro de su bloque, se encuentra el salteño Rodolfo Urtubey. Hermano del gobernador Juan Manuel Urtubey, el apoyo sin cortapisas al sistema de Boleta Unica Electrónica (BUE) del presidente de la Comisión de Acuerdos se entiende en el hecho de que Salta fue pionera en la aplicación del sistema, que empezó a usarse de manera gradual en 2009 y que el año pasado terminó por extenderse a todo el territorio en las elecciones provinciales.
Entre estos dos extremos, se ubica la gran mayoría del bloque del FPV que, con matices y con algunos senadores más convencidos que otros, se alinea detrás de la idea de avanzar en la aplicación de cambios al sistema electoral.
Este grupo tiene como referencia a los senadores Omar Perotti (Santa Fe) y Juan Manuel Abal Medina (Buenos Aires), autores de un proyecto que, entre otros cambios, propone el uso de la impresora con pantalla táctil, pero que le cierra el paso al chip y pide aplicar sistemas de respaldo al escrutinio provisorio (uso de código QR mas conteo manual de las boletas) y de contingencia ante fallos de los equipos o problemas de infraestructura (falta de electricidad o conectividad). Es el llamado “Plan B” que, aseguran, no tiene el proyecto que aprobó Diputados.
Más allá de estas posturas, el inicio del debate en el Senado dejó en claro que la boleta de papel está dando sus últimos estertores.
“Desde 2005 venimos diciendo que la boleta de papel había dado todo lo que podía dar”, dijo Alberto Dalla Vía, presidente de la Cámara Nacional Electoral. El vicepresidente del tribunal, Santiago Corcuera, acompañó esta postura. “Desde el costo de la impresión de las boletas hasta los problemas en distribución y reposición en los cuartos oscuros hacen muy discutible el sistema”, sentenció.