"Transparency no pacta con gobiernos" dijo Moreno Ocampo

WASHINGTON.- "No hacemos pactos con los gobiernos" dijo a La Nación Luis Moreno Ocampo.

La afirmación surgió como una réplica ante la insistencia sobre la mención de casos concretos de corrupción en nuestro país cosa que según explicó no corresponde al organismo no gubernamental que representa Poder Ciudadano capítulo argentino de Transparencia Internacional.

Del último reporte de esa entidad surge sin embargo que la corrupción escaló varios peldaños en nuestro país. "La culpa no es sólo de quien gana la plata sino también de quien la paga" indicó Moreno Ocampo hablando en términos genéricos.

Ya había participado aquí en los estudios del canal federal Worldnet de uno de los cuatro paneles de Responda con III programa de cuatro horas dedicado a la corrupción.

En él difundido en español al continente desfilaron presidentes legisladores funcionarios periodistas y estudiosos de toda laya que coincidieron en condenar este flagelo.

Moreno Ocampo mostró los flujos de dinero que recibe América latina desde varios países de Europa y de Japón. "Los sobornos son tan legales que se deducen de impuestos" agregó.

El ejemplo brindado por él: una inversión de cinco dólares se multiplica por veinte y alcanza de ese modo un retorno de cien.

Demanda de control

"Es más que un problema legal . Nuestra misión consiste entonces en formar ciudadanos que puedan enfrentar este fenómeno. No bastan las leyes sino que se apliquen. Se trata de una demanda de control." La responsabilidad según apuntó corresponde al número uno de todo gobierno función que en las democracias latinoamericanas corresponde habitualmente al presidente.

En el caso argentino sin ir más lejos las privatizaciones y la reforma del Estado cerraron algunos grifos pero por lo visto no los suficientes.

El tema campea en estos días los despachos del Fondo Monetario del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo según notó Moreno Ocampo.

La corrupción vía satélite

Pantalla grande: países de América latina en conexión directa para debatir sobre la falta de honestidad; mal sin fronteras.

La palabra corrupción fue la estrella de la jornada. Mucho más teniendo en cuenta que ayer se habló de ella vía satélite y en una teleconferencia internacional donde más de 20 países de Latinoamérica y el Caribe la mencionaron como un mal común.

El debate continental sobre la habilidad de meter la mano en la lata fue organizado por la fundación Poder Ciudadano y por la embajada de Estados Unidos en Buenos Aires en cuyo auditorio se transmitió el evento.

Destacados panelistas empeñados en la lucha contra la corrupción se interconectaron por el sistema World Net desde Perú Venezuela y Washington D.C y respondieron preguntas de todo el mundo incluyendo la Argentina.

La pantalla grande rescató algunas estrategias para revertir la falta de honestidad en hombres públicos y privados: mayor participación de la sociedad civil la importancia de la libertad de prensa y la aplicación real de la legislación vigente.

Los especialistas que participaron de la Tercera Conferencia Interamericana sobre Fraude y Corrupción en el Gobierno entre los que figuró el cofundador de Poder Ciudadano Luis Moreno Ocampo hablaron todos un mismo idioma lo que demuestra que esta práctica ilegal superó limitaciones culturales y geográficas.

A las 13.30 se sentaron en la mesa del auditorium de la embajada de Estados Unidos el ombusdman de la ciudad de Buenos Aires Antonio Cartañá el periodista de La Nación Adrián Ventura y el presidente de la Fundación Etica Pública Carlos Manfroni coordinados por el periodista Silvio Huberman. El panel local fue convocado para dar un cierre criollo a la videoconferencia.

Varias decenas de invitados en su gran mayoría vinculados a las leyes y a organizaciones no gubernamentales siguieron atentos las imágenes satelitales y se asombraron al comprobar que la corrupción no habían firmado derechos de copywrite en nuestro país.

El ejemplo que dio una fiscal peruana sobre las coimas pagadas al ex presidente Alan García o las privatizaciones espúreas en El Salvador demuestran que cualquier coincidencia con nuestro país es pura casualidad.