En Salta existe una zona que enamoró a los norteamericanos; allí se construyó un barrio cerrado que muchos extranjeros eligen para vivir, incluso de forma permanente
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Cafayate es un lugar que conquista a cualquier argentino que lo visita y también cautiva a ciudadanos de Estados Unidos. Rodeado de montañas multicolores, está localizado en el corazón de los Valles Calchaquíes, a 192 kilómetros de Salta.
Por el año 2005 comenzó a gestarse un proyecto de real estate cerca de esta localidad. La Estancia de Cafayate es un barrio cerrado ubicado sobre la ruta nacional 40, en un lugar que ofrece 360 días de sol al año, que atrajo a argentinos, pero también a inversores extranjeros.
Juan Carlos Romero fue gobernador de Salta por tres períodos consecutivos y es actualmente senador de la provincia. Además de su trabajo en la política, contaba con un terreno propio en Cafayate, que desconocía que años más tarde se iba a convertir en uno de los countries que conformaría una comunidad con residentes internacionales. Hace más de 20 años conoció a Dough Casey, inversor norteamericano que había comprado también tierras en esta localidad. Luego de una conversación, se dieron cuenta de que sus terrenos estaban uno al lado del otro y decidieron unirse para lanzar juntos este desarrollo.
“La estancia no era nada más que tierra, el salteño no creía que iba a construirse lo que hoy existe”, cuenta Diane Klingesmit, nuera de Romero, con su marcada tonada extranjera, quien formó parte del grupo promotor que dio a conocer el proyecto en Estados Unidos y quien actualmente también vive en el barrio.
“Por mucho tiempo no hubo argentinos, sino solo americanos”, cuenta Candelaria Patrón, quien formó parte del equipo que comercializó el proyecto en la Argentina en sus inicios, y agrega: “El extranjero que se quedó, se enamoró del lugar”. Hoy en día, la propuesta se volvió más conocida en la Argentina y los propietarios se conforman en un 50% por extranjeros y la otra mitad por argentinos.
Actualmente, el barrio cuenta con 140 casas construidas. Aunque el lugar no se utiliza como vivienda permanente, sino más bien como casa de fin de semana, “hay 20 familias que viven establemente allí, de las cuales 15 son de otros países”, cuenta Rodrigo Marcuzzi, desarrollador del barrio. El 95% de los extranjeros son estadounidenses, pero también residen algunos australianos, ingleses y franceses. Los argentinos que tienen casa allí son en su mayoría salteños y tucumanos, aunque también hay algunos propietarios de Buenos Aires.
Con una inversión estimada de US$40 millones a lo largo del tiempo, el barrio cuenta con un tamaño de 550 hectáreas. Al ingresar al lugar, se recorre un camino ondulado, que cuenta con 150 lotes que aún no se han trabajado. Una vez dentro, el barrio ofrece otros 400, de entre 2.000 m² y 4.000 m², que cuentan con la posibilidad de tener vista a un viñedo en su jardín. De estos ya trabajados, “aún se venden entre 30 y 40, por un ticket promedio de US$ 100.000″, señala Marcuzzi. Además, agrega que siempre hay reventas.
Las casas del barrio se construyen con un estilo similar, con una arquitectura colonial española rural, que le otorga al lugar una identidad singular. Las viviendas siguen un reglamento específico, con posibilidad de variación, dentro de un marco que establece ciertas disposiciones.
El barrio también cuenta con un hotel de la cadena internacional llamado Grace, “un grupo de hoteles boutique de lujo que tiene ubicación en distintos destinos paradisíacos del mundo”, agrega Patrón. La Estancia ofrece su propia etiqueta de vino, que se produce con las uvas que se cultivan en los viñedos distribuidos a lo largo y ancho del barrio.
Una norteamericana que se enamoró de la Argentina
Diane Klingesmit es de Ohio, Estados Unidos, y desde hace 20 años vive parte de su año en Cafayate, Salta, en el barrio La Estancia de Cafayate. Diane describe la zona como “un valle energizante con un encanto monumental”. Considera que es su lugar en el mundo, “que me llena de paz y me permite interactuar con gente de distintos lugares. Recién me frené a hablar con residentes de Brasil, Buenos Aires, Francia y Estados Unidos”.
En 2005 se casó con un argentino, que estuvo involucrado en el día a día de este emprendimiento. Ella trabajaba en una revista de marketing en EE.UU., cuando su suegro, Juan Carlos Romero, se unió con Dough Casey para lanzar este proyecto. “Dough lo describía como un pequeño paraíso entre dos cerros”, señala Klingesmit.
El lugar cuenta con varios amenities, como una cancha de golf, otra de polo y de squash, un spa, “pero la gente compraba por otras razones, lo veía como un lugar resguardado, con un paisaje natural imponente”.
Casada con el hijo de Romero y con estudios de marketing, ayudó a la promoción del barrio en su país, consiguiendo compradores extranjeros. “Crecí en un lugar con nieve y llegar acá, con sol casi todos los días del año es fabuloso”, confiesa.
La vida en medio de las montañas, con un paisaje natural monumental puede ayudar a desconectar de los días acelerados y a establecer conexión con la naturaleza y las personas. En el caso de Klingesmit, son tres las cosas que cuenta que le enamoran y que considera que atraen a los demás: “la naturaleza única, el paisaje salvaje y la gente, con su cultura y sus costumbres”.
Cuenta que en Cafayate se da una fusión única del europeísmo argentino, con su gente cálida y con una zona llena de tradiciones ancestrales, arraigadas hace mucho tiempo: “Algo que se muestra en la comida: platos que viajan de Italia, pero mezclados con la humita local, que proviene de los maíces antiguos”.
Su cariño hacia la Argentina llegó tan lejos, que recientemente escribió el libro The andine table, o La mesa andina, donde detalla costumbres culturales del noroeste argentino, con recetas autóctonas norteñas. “En estos 20 años conocí mucha gente, con costumbres que no están escritas. Tomé clases, anotamos recetas e hicimos un libro”, cuenta Diane.
Otros atractivos de Cafayate
En épocas precolombinas, la zona de Cafayate estaba poblada por asentamientos indígenas diaguitas. Su nombre es de origen quichua o quechua y, aunque las versiones varían, una de ellas asegura que su nombre significa “cajón de agua”. A fines del siglo XV llegaron los conquistadores de Perú y en 1535 arribarían los primeros españoles. Se cuenta que este pueblo en medio de las montañas fue el que más resistió a la invasión.
El lugar es conocido por sus viñedos, que ofrecen entre otros, el vino torrontés, una cepa característica de la zona. Cafayate es internacionalmente reconocida por formar parte de la ruta del vino más alta del mundo con la mayor concentración de bodegas. Las características de la zona, como la amplitud térmica y la composición del suelo favorecen su desarrollo.
Muy cerca del pueblo de Cafayate se ofrecen atractivos naturales impactantes, como La Quebrada de las Conchas, la Garganta del Diablo, el Anfiteatro y Los Castillos, que, de forma natural, representan lo que sus nombres indican.
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