Se lo conoce como “el número dorado” o “la divina proporción” a este método matemático que se remonta a la antigua Grecia y es una guía para arquitectos, diseñadores y artistas
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Las tendencias en diseño pueden variar, así como los estilos, pero desde hace tiempo, algunas premisas parecen imponerse a la hora de crear espacios, y tienen que ver con la necesidad de generar armonía y sensación de bienestar.
A la hora de convertir el hogar en un templo donde reponer energía del vértigo cotidiano, ¿qué mejor que tomar aquellas herramientas ancestrales que sirvieron de base para los más famosos templos del mundo? Ahí es donde entra en juego la proporción áurea, un método matemático que se remonta a la antigua Grecía y ha guiado desde entonces a múltiples arquitectos, diseñadores y artistas.
También llamado “el número dorado”, o “la divina proporción”, este método surge de teorías ancestrales sobre la estética, las proporciones y la belleza en la naturaleza, que pueden aplicarse a diversas creaciones. En la antigüedad, estos cálculos se utilizaban para encontrar aquellos lugares donde las energías del cielo y la tierra convergían. Así, el Partenón en Grecia, por ejemplo, fue construido de acuerdo a la proporción áurea, y el cálculo también habría estado presente en el diseño de la gran pirámide de Guiza, en el antiguo Egipto. Se trata, en realidad, de una proporción agradable a la vista, y esto quizás se debe a que está muy presente en la naturaleza: las hojas de los árboles o las piñas de los pinos tienden a crecer en patrones que se aproximan a la razón áurea, al igual que los girasoles y las rosas.
¿Cómo aplicarla en el hogar?
“La proporción áurea es una herramienta que utilizamos para la relación compositiva, que nos ofrece patrones de formación en el diseño. Trata del espacio libre en relación con el espacio sobre el que se quiere llamar la atención. Hay un límite en lo que podemos percibir de forma visual, un principio para ayudar a entender los límites de la atención humana y lograr crear algo estéticamente agradable. La llamamos proporción áurea o proporción de oro también, ya que con ella conseguimos un resultado armónico generando placer en la persona que observa. No sólo nos permite que un diseño sea más bello, sino que incrementa la comprensión del mismo”, dice la diseñadora Sol Giraudo, directora creativa y comercial del estudio Casa Capital, una empresa dedicada a la elaboración de equipamientos de alta calidad, diseño e innovación en diseño interior. Señala que gracias a esta proporción se logra garantizar la notoriedad y el triunfo de un espacio- producto, y subraya que su poder para crear armonía surge de su exclusiva capacidad de aunar las diferentes partes de un todo, de modo que conservando cada una su propia identidad, se combinan con un patrón mayor en un todo único.
“Se dice que la naturaleza se encuentra intrínseca en todas las cosas, en todos los fenómenos. Para nosotros, en el diseño, seguir los patrones de la naturaleza es un aspiracional de perfección. Lo intentamos en cada nuevo proyecto, y utilizamos la proporción áurea, seleccionando dimensiones y relaciones entre las diferentes partes que componen el todo, como por ejemplo la altura y el ancho de una vista de una silla o la planta o la vista superior de un espacio que vamos a diseñar. Empezamos por la distribución y las relaciones que generamos con una forma y el vacío”, explica Giraudo, quien también aclara que muchas veces quienes trabajan en diseño la utilizan inconscientemente, lo cual es lo más recomendable, ya que se trata de usar este concepto como una guía, tratando de no convertirlo en una estructura que impida la espontaneidad y la creatividad.
Si bien se trata de un cálculo complejo, algunos ejemplos sencillos pueden ayudar a entender la idea para poner manos a la obra en casa. Por ejemplo, en un cuadro de un paisaje amplio con una montaña en el medio, la imagen atrae la atención de forma exclusiva y casi mágica hacia la montaña, mientras el resto de la imagen a la izquierda y la derecha pierde protagonismo y se vuelve casi irrelevante. Sin embargo, el mismo paisaje tomado según el principio de la proporción áurea o dorada, movería la montaña hacia la tercera parte, a la izquierda o la derecha de la imagen. Al hacerlo, se puede observar que el paisaje irradia armonía y sus detalles se pueden percibir fácilmente con la vista, ya que se trata de una imagen equilibrada, que transmite calma, la misma calma que queremos en nuestro hogar.
Si se incorpora este ejemplo sencillo, se puede tomar de guía este principio para ubicar los muebles de la casa, incluso medirlo milimétricamente, aproximándose al ratio 2:3 se obtienen buenos resultados. Es decir, se divide primero la habitación en dos áreas, una de dos tercios de la habitación y la otra de un tercio. El área mayor contendrá los muebles más importantes y describirá el uso primordial del espacio, como por ejemplo el salón, mientras que el área más pequeña sirve para situar estanterías o una zona donde sentarse de menor tamaño. Al elegir mobiliario se debería pensar también en esta proporción para llegar a un resultado armonioso. Es ideal, por ejemplo, que el sillón ocupe dos tercios de la zona de asientos y que la mesa que acompañe al sofá ocupe dos tercios del sofá.
Como dice el reconocido arquitecto alemán, Bernhard Rustige, “cuando la arquitectura y los objetos incorporan estos principios de armonía universal, nos sostienen en lugar de agotarnos. Los objetos y edificios con los que convivimos nutren nuestro bienestar y nuestras casas se convierten en santuarios”. Se trata de incorporar nuevos saberes, sin dogmatismos, para lograr una armonía cada vez mayor, y la tan ansiada sensación de refugio en el hogar.
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