Como si estuvieran viendo dos películas distintas, desarrolladores y brokers inmobiliarios tienen una visión casi contrapuesta sobre la realidad del mercado. A la hora de analizar el contexto actual, el nuevo presidente de la CEDU, Damián Tabakman alerta sobre una demanda fría y empresarios que dilatan la ejecución de los proyectos o los achican.En la misma semana y casi consultados al unísono, los inmobiliarios afirman que las ventas, aunque con mayor esfuerzo, se siguen cerrando. La razón de tan fuerte dicotomía tiene su explicación.
Los desarrolladores proyectan a mediano y largo plazo, hacen números e intentan decodificar qué pasará en el futuro antes de lanzarse con una obra de millones de dólares. Los inmobiliarios trabajan con la sensación térmica del momento. Además, operan principalmente en el mercado de las unidades usadas, un segmento que, en su comportamiento, nada tiene que ver con el de proyectos nuevos. De hecho, antes de la devaluación, mientras los empresarios empezaban a idear sus nuevos emprendimientos para la clase media y se dirimían sobre el financiamiento, los brokers firmaban escrituras de propiedades que se vendían con créditos hipotecarios mientras soñaban con la posibilidad de que las nuevas obras se hagan realidad.
Todas las partes del sector coinciden en que un escenario de alta demanda y poca oferta no es un buen negocio para nadie. Si bien no puede hablarse de "burbuja", el entusiasmo por alcanzar el techo propio una vez aprobado el crédito generó que algunos departamentos usados se vendieran con sobreprecio. Hoy la postal es otra. La CEDU volvió al ruedo y "presionará" para corregir algunas asignaturas pendientes, claves para que las nuevas obras arranquen.
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