En su casa de General Pacheco, la actriz presenta a su heredera artística
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Hace treinta años, Montaña rusa irrumpía en Canal 13 y lanzaba a la fama a una camada de jóvenes actores que, en su mayoría, daban sus primeros pasos en el ambiente. Betina O’Connell (52) fue una de las protagonistas de ese éxito, al que le siguió una carrera de quince años, sin parar, en televisión y teatro. Sin embargo, la maternidad cambió sus prioridades y la llevó a bajarse del intenso ritmo de las telenovelas para incursionar en la conducción (estuvo al frente de Mi bebé y Tres deseos en el canal Utilísima). “Trabajaba muchas horas y me daba cosa no estar en casa, pero no era culpa, era necesidad de estar”, asegura la actriz, que es mamá de Julieta (18), Laura (17) y Cristóbal (13), fruto de su matrimonio con el escribano Federico Leyria, a quien conoció en 2002 a través de su gran amiga Eleonora Wexler. Hoy, alejada de la televisión, Betina está ilusionada con el coaching ontológico (está en segundo año), mientras que su hija mayor empieza a recorrer su propio camino artístico.
–¿Qué recuerdos tenés de tu época en Montaña rusa?
–Fue mi primer trabajo en este medio después de hacer el videoclip de “Suave” con Luis Miguel [junto a Mariana Fabbiani y Victoria D’Apice]. El recuerdo que tengo es de amistad, crecimos juntos y lo vivimos casi como un viaje de egresados. Prácticamente fue lo primero que hicimos en nuestras carreras y eso, creo, hizo que se fortalecieran tanto los vínculos. Nos mandamos juntos a una aventura en la que no sabíamos qué iba a pasar, y fue tanto lo que se generó que nos tuvimos que abrazar para poder transitarlo sin marearnos. Hoy seguimos siendo amigos, tenemos nuestro chat y nos juntamos a comer. Nos gustaría repetir esa experiencia tan linda y siempre estamos con ganas de hacer algo, pero nunca nos terminamos de decidir.
–Julieta, ¿alguna vez viste Montaña rusa?
–No, vi algunos capítulos sueltos en la tele o clips que me manda mamá por Instagram. La primera ficción de ella que recuerdo haber visto fue Somos familia. Yo tenía 8 años y la acompañaba a grabar, entonces después me copaba ver en la tele cómo salía eso que había presenciado.
–Cuando eras chica, ¿sabías que tu mamá era famosa?
–Sabía que era actriz y me re copaba todo ese mundo de los sets de filmación, las cámaras, el director, los actores. Al ser más conocida por adultos, no fue tanto el impacto entre mis amigos y la gente de mi edad, pero sí quizás me pasaba que algún profesor me preguntaba por ella.
–En ese entonces, ¿ya querías seguir sus pasos?
–Siempre me di cuenta que me apasionaba el arte y el teatro, de chica hice seminarios de teatro, canto, danza escocesa y tocaba el violín. Mamá siempre se encargó de que mis hermanos y yo tuviéramos una educación artística, porque más allá de que te dediques a eso o no, te forma mucho y te abre el cuerpo y el alma. Hoy me gusta actuar, escribir y dirigir.
–El año pasado terminaste el colegio. Teniendo en cuenta tu vocación artística, ¿te resultó fácil elegir qué camino seguir?
–Fue difícil porque es un punto de tu vida en el que no sabés bien para dónde ir. Tenía varias opciones, entre ellas estudiar Dirección de Cine, pero me decidí por la carrera de Comunicación en la Universidad Austral, que incluía todo lo que me gustaba. Lo que sí tenía claro es que quería seguir estudiando teatro: de los 15 hasta que terminé el colegio [Northlands] fui a Otro Mundo, de Cris Morena, donde crecí un montón como artista, y ahora hago teatro con Julio Chávez.
–Betina, no podés ocultar tu mirada de orgullo mientras tu hija habla. ¿Qué consejos le das desde tu experiencia?
–Primero tiene que estar el placer, la pasión por lo que hace, porque esa es la manera en la que todo fluye y sale bien, sin estrés ni presión, y menos a esta edad. Que se tire a la pileta y empiece a probar qué es lo que más le gusta. La aconsejo, pero no tanto porque confío mucho en ella y ya tiene una formación sólida.
Julieta: Algo que me decís mucho es que yo marque mi propio camino, que no me deje llevar por lo que me dicen.
–Más allá del parecido físico, ¿qué similitudes encuentran entre ustedes?
Betina: Somos estudiosas y cuando queremos algo vamos para adelante. También tenemos una sensibilidad parecida, cuando vemos una película triste es un drama. [Se ríe].
Julieta: Somos muy cariñosas, de abrazarnos mucho y decirnos que nos queremos. Y somos muy exigentes.
–¿Y en qué se diferencian?
Betina: Ella es mucho más segura y decidida que yo, tiene las cosas claras, yo a su edad no era así. También es mucho más práctica, yo soy más desbolada.
Julieta: Hay algo que no es ni una similitud ni una diferencia, pero yo quiero ser como ella en cuanto a su entrega. Mamá dedicó su vida a mí y a mis hermanos, siempre nos puso por delante de sus intereses. Es algo que me di cuenta cuando fui creciendo y en un futuro, si tengo hijos, me gustaría ser igual.
Betina: Para que ella se quede tranquila, yo no siento que haya dejado mi vida a un lado porque en realidad mi vida fue cambiando. En un momento la prioridad estuvo puesta en el trabajo, pero después cambió y estuvo puesta en mis hijos. Fue una elección, nadie me obligó, y lo volvería a hacer. Yo había soñado con formar una familia, gracias a Dios la tuve, y quería disfrutarla a pleno.
–Después de alejarte de la tele para dedicarte a tu familia, ¿en qué momento llegó el coaching?
–Tenía ganas de hacer algo distinto a la actuación y la conducción, entonces pensé en estudiar. Siempre me gustó mucho la psicología, pero hacer la carrera implicaba muchos años. Me puse a investigar, descubrí el coaching ontológico y encontré el lugar ideal para hacerlo. Para mí fue un cambio total y una alegría absoluta porque descubrí un montón de cosas mías.
–¿Qué descubriste?
–A veces uno trae muchas creencias del pasado, que no están mal ni bien, pero en realidad tenés que descubrir tu propia forma, entender lo que sos y no lo que te dijeron que tenías que ser, empezar a pensar qué te pasa, qué querés y cuáles de esas creencias te sirven y cuáles te limitan. Eso me sirvió para dejar de lado lo que me pesaba, al igual que la gente con la que tenía contacto sólo por compromiso.
–¿Con este nuevo proyecto, ¿todavía tenés ganas de seguir actuando?
–Me siento libre para mechar las dos cosas porque la actuación me gusta, y creo que el coaching suma a ser mejor en todo.
–¿Tenés sueños por cumplir?
–Nunca me lo puse a pensar, soy muy de vivir el momento. Creo que mi mayor sueño lo tengo cumplido y lo vivo cada día, que es mi familia. Tengo mucho para agradecer y quiero seguir disfrutando de ver crecer a mis hijos y verlos felices cumpliendo sus sueños. También me gustaría poder ejercer el coaching de una forma que saque a la luz otra parte mía distinta, es algo que me voy a proponer para el año que viene.
Maquillaje y peinado: Natalí Pomasoncco y Luana Clemente para Estudio Sebastián Correa
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