Se lo conoce por su aporte de hierro, pero en realidad su mejor virtud es otra: favorece el desarrollo de una buena musculatura y un sistema inmune fuerte.
Aunque es más conocida por su aporte en hierro (tal como nos enseñó Popeye), la espinaca (Spinacia oleracea) es un alimento rico en magnesio. Tanto que si el organismo pudiera absorber adecuadamente todo el magnesio que contiene, una porción de espinaca proporcionaría casi la mitad de la cantidad que el cuerpo necesita por día.
Pero, lamentablemente, la absorción desde fuentes vegetales no es óptima y el cuerpo sólo aprovecha entre el 25 y 35 % del magnesio de las espinacas.
La espinaca se destaca por aportar hierro, calcio y magnesio al organismo.
Combate el cansancio
Que actualmente se hable tanto de las dietas ricas en magnesio, tiene que ver con la capacidad de este mineral de favorecer una buena musculatura y un sistema inmune fuerte, además de reducir el cansancio.
El magnesio, entre otras funciones, es el responsable de la correcta contracción y relajación muscular (incluyendo los vasos sanguíneos y el corazón) y su carencia se percibe con síntomas como pesadez muscular e insomnio.
Las espinacas se pueden comer crudas o cocidas ya que, a diferencia de otros vegetales, el calor no destruye sus propiedades, sobre todo en lo referente al magnesio.
Fácil de cultivar
Las semillas de espinaca se siembran al voleo o en líneas separadas 0,20 m entre sí. También se pueden preparar en almácigo para luego trasplantarlas. En ambos casos, la profundidad de siembra es de 1 a 2 cm. A las dos semanas de haber nacido las plantitas, se debe hacer un primer raleo y dejar 5 a 8 cm entre espinacas.
La planta de espinaca tolera la sombra y la humedad, prefiere un suelo profundo, rico en humus y con buen drenaje y requiere riegos frecuentes y regulares.
Se puede cultivar todo el año pero no tolera el calor y rápidamente se induce la floración con temperaturas altas, por eso es más fácil hacerlo en otoño o primavera.
El rendimiento es de 1 Kg de hojas por mes por metro lineal.
Cuando la planta alcance un tamaño adecuado, se pueden empezar a cortar las hojas grandes de manera selectiva y seguir cosechando 1 o 2 meses más. Otra opción es esperar a que llegue a su máximo desarrollo y cosecharla entera.
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