El estudio del gran arquitecto Diego Montero reformó esta casa extendiendo cada ambiente al máximo y la rejuveneció con un diseño interior de inspiración italiana.
“La base de lo que ven es una casa construida en los 80 por el arquitecto Guillermo Guerra sobre casi dos hectáreas cubiertas de árboles añosos”, nos decía el arquitecto Diego Montero, un referente absoluto de la arquitectura esteña, cuando visitamos esta obra que atrapa mucho de la Punta del Este de ayer sin caer en una nostalgia desactualizada.
“Para refrescar la fachada sin perder su esencia, quitamos las tejas y revestimos todo en ladrillo enrasado pintado de blanco. Rehicimos la pileta, más alejada de la casa: así ganaba privacidad y se aprovecha mucho más el jardín”, nos explicaba el arquitecto.
“La estructura de hormigón se conservó porque era correcta y de calidad: no vale la pena gastar tiempo de obra y dinero en rehacer algo que está bien. En este caso, además, tenía elementos distintivos como la torre: es un rasgo de personalidad que si se construyera desde cero hoy no tendría”, comentó Montero.
El interior, por su parte, se rediseñó por completo. “Lo fundamental para los nuevos dueños era suprimir la mayor cantidad de divisiones y arcadas posibles para obtener menos ambientes, pero mucho más grandes”. Para ello, el Estudio Montero hizo, en colaboración con la artista Laura Sanjurjo, de 3 Mundos, muebles que respetan su escala.
"Conservamos la estructura original porque tenía una muy buena volumetría, pero modificamos completamente el interior: eliminamos los muros internos para lograr espacios lo más amplios posible."
Arq. Diego Montero
“Si bien la casa tiene las comodidades para recibir gente y está a tono con un lugar de playa, no la pensamos como una ‘casa de veraneo’ sino para usarla todo el año”
“La ambientación tuvo su punto de partida en los primeros muebles que trajeron los dueños, de diseño italiano. Después nosotros creamos otros para completar: bien modernos, ‘usables’ y en la escala de los ambientes”.
Sorpresa en la cocina
En inesperado negro brillante, los muebles le dan potencia instantánea a la cocina que, además de estar comunicada con el comedor, tiene una cómoda salida al jardín.
Un cuidado camino a los dormitorios
“Siempre que se pueda, prefiero reemplazar los artefactos embutidos por gargantas que oculten la fuente de luz. Ese efecto, sumado al revestimiento de madera, convierte el pasillo en un recorrido cálido”, comparte Montero.
La suite se extiende en lo que antes eran dos cuartos, un living con kitchenette y un baño. En un ambiente tan amplio, es la sabia combinación de texturas –madera, cuero, lino, piel y cemento– la que da forma y sentido.
“En el baño usamos un revestimiento de mármol manchado, de una cantera local. Para evitar darle un aire pretencioso que no viene al caso, lo dejamos sin pulir del todo”.