Pensado al detalle. Una pareja de arquitectos construyó su hogar con un sinfín de ideas originales

Los arquitectos Ignacio Trabucchi y Vanesa Lijdens ya tenían un proyecto familiar juntos, pero cuando el estudio de él, ATV Arquitectos, comenzó la obra del edificio de la esquina de Ravignani y Nicaragua, ese proyecto se materializó en lo que sería su hogar ideal. “Este departamento era parte de una obra que sabíamos que iba a durar dos años. Teníamos dos años para experimentar, probar cosas y tener mil idas y vueltas”, cuenta ella, quien se hizo cargo del interiorismo a través de su estudio, Lijdens Arquitectura + Interiorismo.

Gran ambiente social

Al desarrollar el interiorismo simultáneamente con la obra se pudieron hacer previsiones como el calado en el hormigón para esconder el riel de las cortinas, que más tarde hubiera sido imposible.

Durante la obra, la pareja dedicó todos sus fines de semana a buscar soluciones. La paciencia fue clave: probar mil opciones hasta dar con el material indicado, corregir lo que no es exacto y esperar por una idea excelente, todo en pos de respetar un máster plan que los dos conocían bien. En palabras de Vanesa: “Siempre hay algo más para agregar, pero es verdad que cuando finalmente nos mudamos acá, la casa ya estaba muy parecida a lo que es hoy, justamente por haber tenido tanto tiempo para planificar, proyectar y elegir”.

El mueble de roble americano sobre la medianera toma toda la profundidad de la vivienda variando sus funciones en el recorrido.

Siempre en la misma gama de gris, los tapizados van de los linos naturales a la pana generando una paleta de texturas. El objetivo del interiorismo fue experimentar con el tacto de los materiales.

Un sistema de paneles móviles que corren alineados en un riel y se pliegan debajo de la escalera permite independizar la cocina o tenerla abierta según la necesidad. Para mantener la continuidad, el cerramiento se trabajó en roble americano, igual que toda la planta. Como es imposible embutir en el hormigón, Vanesa diseñó contenedores de chapa que colocaron durante la construcción del edificio para los spots.

Desde el principio los roles estuvieron definidos: Nacho se abocó a las estructuras y Vanesa al interiorismo. “No hubo conflicto, fue un proceso súper enriquecedor para llegar exactamente a lo que habíamos soñado”, explica ella.

En las alacenas se experimentó con bastidores de esterilla, un género resistente y poroso que resultó ideal para esconder el split. El mueble que recorre toda la casa dobla y se prolonga como bajomesada, mientras que la tapa hecha de una delgada losa de hormigón aquí se transforma en alzada.

Tajantes, los dueños de casa no querían saber nada con agregar otro elemento que rompiera con la premisa de la síntesis material, por eso optaron por planos de vidrio como baranda para la escalera.

Primer piso: habitaciones y escritorio

“En toda la casa no hay un solo espacio que esté desperdiciado. Este pasillo es ancho y quisimos darle una función; si tenemos chicos el día de mañana puede ser un buen lugar para los deberes, porque está súper integrado”.

La suite está separada de otras dos habitaciones por un pasillo-escritorio que balconea a la planta baja.

“El balcón es nuestro lugar preferido. Tiene un vidrio que da a la doble altura y si mirás para arriba, ves la terraza y la pileta: es como un mirador estrátegico hacia toda la casa. Además de la posibilidad de abrir las ventanas un sábado o un domingo y desayunar al sol”.

La utopía urbana

En el tercer nivel está la terraza, que cuenta con un quincho con parrilla y pileta propios.

Plano del depto