La moda, las marcas de lujo, el diseño y una fuerte apuesta al arte definen el nuevo perfil de este distrito al norte de la ciudad que se mueve al ritmo de las tendencias.
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Atrás quedaron los días en que Sobe era sinónimo exclusivo de Miami. Ahora ya no hay un epicentro, sino un conglomerado de satélites móviles: Design District es uno de los mejores ejemplos –Midtown y Brickell son otros– donde la transformación es permanente e imparable.
Lo que comenzó tímidamente como polo de diseño de interiores hace unos 20 años es ahora un imán de vanguardia en arquitectura, moda y arte, catalogado como “el barrio más cool de América” según la revista Vogue.
Además de las vidrieras de alto lujo (Fendi, Hermès, Louis Vuitton, Burberry, Valentino, Givenchy, Bulgari, Dior, entre varias otras), las obras de arte callejeras invitan al paseo ameno, con buenas y muy variadas alternativas de restaurantes para comer al aire libre.
El Departamento de Cultural Affairs de Miami Dade desplegó una red de curadores en espacios públicos, para incentivar a los artistas a intervenir la ciudad y este distrito fue uno de los que más se favoreció con el florecimiento del arte.
Craig Robins, el alma mater del Design District y CEO de Dacra, la empresa inmobiliaria que desarrolló el barrio, declaró un 30% de aumento en la circulación de gente y durante 2020 ordenó varias obras para instalar en espacios públicos.
Como su vecino Wynwood, en el Design el arte trasciende las galerías con obras e instalaciones que sorprenden en los bancos, en las plazas – la escultura de Le Corbusier del artista Xavier Veilhan, por ejemplo– y están al alcance de todos.
Entre los spots favoritos, uno de los elegidos para hacer selfies es el Fly’s Eye Dome, esa bola blanca de fibra de vidrio con burbujas transparentes en pleno Palm Court, obra del arquitecto americano Buckminster Fuller. Otro es el Moore Building, el impresionante edificio de 1921 y la obra “Elastika”, que va de lado a lado de los balcones internos. Irreverente, como si fuera un chicle pegado en las paredes, fue encargada por el inversor Craig Robins a la arquitecta iraquí Zaha Hadid.
El Museo ICA (Institute of Contemporary Art) reabrió y tiene entrada gratuita. Ícono de arquitectura, su volumen cúbico luminoso es parte del paisaje urbano desde 2017. La galería de arte De la Cruz Collection, es una de las mayores colecciones privadas de arte.
Los fines de semana, al cóctel de comercios, cultura y creatividad se suma la música de DJ. Y los domingos funciona el market, con variedad de vendedores de comidas y artistas locales (de 10 a 18 en Jungle Plaza). Casi un secreto: Cartier ofrece servicio de limpieza y arreglo de sus productos para mantener como nuevos sus artículos de cuero, joyería, lapiceras, anteojos y relojes.
Más allá, el Rubell Museum (Warhol, Koons, Basquiat, forman parte de una colección familiar de arte contemporáneo transformada en museo) bien merece la visita aunque en el barrio emergente de Allapattah. Tiene un jardincito y un excelente restaurante vasco, Leku, tan encantador como las obras. Aunque los connoisseurs también se juntan en la parrilla Hometown, una sucursal de la que es considerada “mejor parrilla de New York City” con música en vivo y happy hour de lunes a viernes.
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