El barrio céntrico que fue zona de quintas y se transformó en un referente cultural

El barrio céntrico que fue zona de quintas y se transformó en un referente cultural

Tuvo los primeros hornos de ladrillo y se destaca por grandes hitos como la Basílica de María Auxiliadora y San Carlos, el Hospital Italiano, la confitería Las Violetas y la gran cantidad de salas teatrales

Como en todos los barrios, hay historia detrás de los 4,05 km2 de Almagro. Alguna vez fue zona de quintas, cultivos, pastoreo y chacras, y hasta circuló un arroyito por Yatay. En 1839 don Julián Almagro compró estos andurriales y, en 1857, cedió terrenos para emplazar la primera parada del entonces Ferrocarril del Oeste (Sarmiento), cuyo convoy era impulsado por la locomotora “La Porteña”, que hacía el trayecto entre la Estación del Parque (próxima al actual Teatro Colón) y la Estación Floresta. Ocurrió hasta 1880, cuando las vías fueron soterradas en una larga trinchera por debajo de las calles. La terminal −que ya no existe− estaba a 50 m del casco de la estancia de don Julián.

Hoy, el ejido almagrense está delimitado por las siguientes arterias: al este, Río de Janeiro; luego, Av. La Plata, que continúa hasta Independencia. Desde allí, el límite sigue por Sánchez de Loria y Sánchez de Bustamante −su prolongación−, toma un tramo de Díaz Vélez, continúa por Gallo y culmina al norte con la sucesión de avenidas Córdoba, Estado de Israel y Ángel Gallardo.

En aquellos años fundacionales, los padres salesianos se prodigaron con distintos edificios de la orden, incluyendo el Colegio Pío IX, la iglesia dedicada a San Carlos y la Casa San Antonio, donde en 1908 se creó el Club San Lorenzo (luego, más identificado con Boedo).

Primariamente, el eje fue la avenida Rivadavia, que en 1913 vio nacer la primera línea de subte de América Latina. Hacia el norte, en cambio, el foco fue la avenida Corrientes, que tuvo un servicio tranviario y ferroviario en cuya estación, sobre Francisco Acuña de Figueroa, operó un amplísimo taller metalúrgico que se vendió en 1948 a una cooperativa de floricultores.

De tal modo, cuatro años después, el aire perdió el olor metálico y se impregnó de gratos perfumes con el Mercado de las Flores, donde cientos de cultivadores empezaban a la madrugada a acomodar sus puestos para atender la demanda de las florerías y los puestitos de toda la Capital. Así fue hasta 2002, cuando la feria se trasladó a Barracas y el terreno dio lugar a un templo evangélico. Destino similar tuvo el enorme Cine Roca (sobre Rivadavia), diseñado por el arquitecto Alberto Bourdón en 1938.

Los edificios del ADN barrial

El gran clásico es Las Violetas, inaugurada en 1884, con sus vitrales señoriales conservados por la experta María Paula Farina Ruiz. Columnas, capiteles, grandes ventanales, simpáticas luminarias con caireles, fachada y mesas con mármol de Carrara, además de vitrinas repletas de exquisiteces, han sido conocidas por generaciones y por grandes figuras de las artes, como Gardel, Cátulo Castillo, Alfonsina Storni (que vivía en una pensión de Potosí y Bulnes) o Roberto Arlt.

Amén de haber sido locación de varias producciones de cine, recibió a personalidades de la política, de las ciencias, e infinidad de turistas deseosos de sentirse como en Viena en este ámbito declarado “sitio de interés cultural” y catalogado como “confitería notable”.

También es muy histórica la espléndida Basílica de María Auxiliadora y San Carlos, levantada entre 1900 y 1910 por la comunidad salesiana en la intersección de Yrigoyen y Quintino Bocayuva. Fruto del eclecticismo, es una mezcla de neorromántico lombardo y bizantino, entre otros estilos, según los planos del arquitecto Ernesto Vespignani, sobre una superficie de 1.800 m2.

Al mirar hacia arriba impactan muchos detalles ornamentales, pero, sobre todo, la torre campanario con un chapitel que remata a 64 m de altura con una cruz y la cúpula coronada por una linterna que sostiene una imagen de María Auxiliadora de cinco metros. Admirables.

Así como muchos saben que aquí bautizaron en 1936 a Jorge Bergoglio, en su fachada de ladrillos tiene una placa muy interesante recordando que n esta calificada acústica sonó entre 1901 y 1902 la voz del joven Carlos Gardel, dado que integraba, junto con el beato Ceferino Namuncurá, el coro del Colegio Pío IX.

Otro valor patrimonial es el Palacio Raggio, edificado en 1924 en un estilo academicista según el diseño del arquitecto italiano Gino Aloisi. Ocupa una parcela particular de forma triangular donde las paralelas se juntan, Yrigoyen y Rivadavia. Destinado a viviendas de renta, en su cúpula, una escalera caracol, metálica, lleva a las claraboyas para tener una estupenda vista panorámica. El palacete se conserva impecable y la pequeña plazoleta lindera le aporta buen gusto.

Hablando de verde, el principal espacio es la Plaza Almagro, contenida por las calles Salguero, Bulnes, Sarmiento y Perón. Es una manzana sencilla para disfrutar en familia, con una calesita, juegos, clases de gimnasia, una estación saludable con propuestas lúdicas y cancha de básquet con gradas. En su lado norte suele ubicarse, una vez por semana, una feria itinerante de comestibles.

Cabe mencionar que el barrio también palpita con las actividades de la Universidad Tecnológica Nacional (en Medrano y Tucumán), varios templos religiosos de distintos cultos, ámbitos culturales como la Asociación Cultural Casona Humahuaca, la siempre activa FM La Tribu o la Fundación Gutenberg con sus carreras en artes gráficas y de tecnología digital (en Muñiz y Belgrano).

Otros rincones pasan inadvertidos. Entre las curiosidades arquitectónicas, en Medrano y Lezica está el edificio conocido como “La casa de muñecas” por las características de su estructura, creada por el arquitecto húngaro Andrés Kálnay, el mismo que ideó la Cervecería Munich de la Costanera Sur.

También atrae el pintoresco pasaje privado San Carlos, frente al costado de la basílica. Mantiene sus casas cuidadas, con plantas floridas y enredaderas, al igual que los balconcitos. La numeración va del 2 al 70.

Las marcas de la inmigración y el trabajo

A principios del siglo XIX, Almagro dejó de ser una vacía llanura con la llegada de extranjeros que araron campos, criaron ganado, plantaron frutales y levantaron las primeras viviendas. Por esto, entre los lugares renombrados hay sedes sociales, educativas o culturales de colectividades, como la Asociación Calabresa o las gallegas; pero también de japoneses (Nichia Gakuin) y judíos (Club Náutico Hacoaj, Escuela ORT), entre otras.

En tanto que en el rubro de salud lo principal −por ser un centro de alta complejidad y por su larga historia− es el Hospital Italiano, de 1902, con su palaciega entrada de la calle Gascón entre Perón y Potosí. Surgió gracias a una iniciativa de la Sociedad Italiana de Beneficencia y cumple no sólo un rol asistencial de excelencia, sino que también cuenta con áreas dedicadas a la docencia y la investigación.

Para los amantes de los manjares de los varietales de olivos, desde 1958 un punto clave es La Esquina de las Aceitunas, en Guardia Vieja y Billinghurst, fundada por una familia griega y declarada Sitio de Interés Cultural. Priman las aceitunas verdes y negras de La Rioja en sus diferentes preparaciones, además de aceites y otros productos olivícolas. Al frente del tradicional negocio está Claudio Katsaounis, nieto del fundador helénico.

Muy cerca, la fotógrafa Virginia Del Giudice abrió La Percalina, donde ofrece indumentaria vintage original y de marca. Son prendas tan especiales que la buscan desde productoras de cine para colaborar con el vestuario de época.

Otra institución barrial es la Paragüería Víctor, en Independencia y Colombres, con sus carteles, vidriera y marquesina tipo postal del pasado, aunque el colorido y el diseño de los paraguas distan de los monótonos de antes, y siguen restaurando y vendiendo también sombrillas, abanicos y bastones. Elías Fernández Pato, de 94 años, quien abrió el actual local en 1979, continúa trabajando.

“Acá me tienen dedicado a composturas porque mi hijo, Víctor, y los muchachos me tienen de peón”, dice a LUGARES con el humor y el modo de hablar gallegos. ¿Le pagan bien? “No me pagan lo que tendrían que pagarme, pero, bueno, igual lo hago bien; es el oficio que empecé en 1957”, responde riendo. Llegó en 1950 y aprendió las artes de la reparación con unos tíos. “Empecé como vendedor ambulante y, por más que el día fuera soleado, caminaba todo el tiempo por Berisso y Ensenada gritando por las calles: ‘¡Paragüero, paragüero!’”.

Territorio del 2x4 y del ring

Almagro comparte con los linderos Balvanera y Boedo la raíz arrabalera. Por ejemplo, Gardel solía actuar en un bar de Rivadavia al 3800 con su amigo el Negro Congo, quien se ocupaba de pasar el sombrero mientras el Zorzal Criollo encantaba al público. Así como no son datos menores que Sebastián Piana, talentoso compositor, director de orquesta y pianista, vivió en el pasaje Bogado y estudió y actuó aquí.

Como si fuera poco, fue el vecino y maestro Osvaldo Pugliese quien promocionó La Casa del Tango, en Guardia Vieja 4049, que tiene una fundación de ese nombre donde se aprende baile, canto y teatro. Y una calle se llama Aníbal Troilo, aunque sea sólo una cuadra entre Sarmiento y Corrientes.

Para meterse en el vibrar tanguero basta pasar una noche cualquiera por Medrano y Perón, donde El Boliche de Roberto (Bar Notable porteño) hace valer, cada jornada, su espíritu de antaño (surgido en 1893) con tres o cuatro conjuntos o solistas de tango. En este reducto −llamado, oficialmente, 12 de Octubre− se consagraron grandes figuras del ambiente, como el cantante Osvaldo Peredo y, más recientemente, Ariel Ardit.

Al caer el sol, las mesas del patio, del interior y de la vereda se ocupan y algunos se quedan de pie, apoyados en una pared o sentados hasta en el marco de la ventana compartiendo y escuchando a los intérpretes. Si bien se autodefine como “vermutería”, se degustan un trago, una birra o un vino.

En cuanto a moverse al compás, desde departamentos hasta centros culturales reciben a los principiantes. En este sentido, Aoniken Quiroga es uno de los profesores reconocidos como top del tango, por lo cual sus alumnos argentinos y extranjeros (residentes o turistas) viven con entusias clases. “Empecé a bailar a los 7 años y ya llevo 33, en tanto que doy clases desde hace 16”, comentó momentos antes de empezar una sesión en el cotizado El Juvenil, en Corrientes al 4500. “Este lugar fue siempre un espacio de tango, tanto que aquí tocaba Pugliese y las milongas llevan muchos años. Mirá, ya llegaron los grupos de estadounidenses, europeos y asiáticos; los argentinos siempre caen un poquito más tarde”, cuenta Aoniken.

En la misma línea, otras ofertas son: la exitosa y original Orquesta Típica Fernández Fierro, que actúa en el club homónimo (Sánchez de Bustamante 772), donde había un taller mecánico y ahora se presentan otras expresiones artísticas; las milongas Tangótica y El Abrazo Verdadero, que funcionan en el Centro Cultural Macedonia (Sarmiento 3632) con veladas aptas para iniciados o avanzados; y el enorme galpón de La Catedral del Tango (Sarmiento 4006), con bailongos, clases y comida tipo bar.

Cabe citar que otro signo almagrense es el boxeo. Luis Ángel Firpo (1894-1960), el afamado boxeador internacional apodado “El Toro de las Pampas”, fue vecino del barrio e incluso efectuó prácticas en el Almagro Boxing Club (avenida Díaz Vélez 4422), donde todos los días se desarrollan prácticas y destrezas atléticas para todas las edades, tanto por esparcimiento como para cultivar musculación o competir en un ring. Insoslayable referir que también está en el distrito la entidad que rige el profesionalismo en el país, la Asociación Argentina de Box (Castro Barros 75).

La función ya comenzó y sigue

En términos culturales, el acontecimiento más notable de Almagro fue la continuidad y el surgimiento de teatros, salas de ensayo, talleres y escuelas de actuación, que conformaron un circuito artístico efervescente en relación con el histórico del centro porteño. Casi un homenaje a que aquí nació Alberto Vacarezza (1886-1959), el gran dramaturgo y máximo exponente del sainete.

Dado que muchas obras se representan una vez por semana, la cartelera es a la vez variadísima e inmensa. Entre una veintena de escenarios están el Teatro del Pueblo, Hasta Trilce, El Camarín de las Musas, Ítaca, El Tinglado, Abasto Social Club, Actors Studio, Espacio Callejón, Animal Teatro, Felisberto, El Portón de Sánchez, La Fragua, Archibrazo, La Gloria y Beckett Teatro.

Se convirtió en la capital del teatro independiente, off, alternativo, under o experimental. Lo importante es que las piezas −fundamentalmente de autores argentinos− y las puestas tienen calidad en dramaturgia, dirección, actuación y escenografía. Florece una diversidad de propuestas que no suele verse en las salas comerciales u oficiales, amén de que los precios de las entradas son más amigables y las plateas, más reducidas.

Sin dudas, la mudanza del legendario Teatro del Pueblo −fundado por Leónidas Barletta en 1931− de su espacio cerca del Obelisco al actual de Lavalle 3636 fue un suceso de la conducción colegiada de la Fundación Carlos Somigliana, que honró al primer teatro independiente de Argentina y América Latina.

Los espectadores identifican el perfil estético de las carteleras con la convicción de que, si una obra se estrena en alguna de sus salas, “debe ser buena”, como pasa también con las producciones de Hasta Trilce (Maza 177), El Camarín de las Musas (Mario Bravo 960), Complejo Cultural Ítaca (Humahuaca 4027) o El Tinglado (Mario Bravo 948), donde sorprenden puestas en escena relevantes. Estos ingredientes han generado un público exigente, crítico y con la mente abierta a otro estilo de teatro.

En cuanto a las artes plásticas, destaca el Museo Kosice (Humahuaca 4662), instalado en el antiguo taller del artista de vanguardia de origen eslovaco Gyula Kosice (1924-2016), donde se exhiben más de 200 obras de sus 70 años de trayectoria que pueden conocerse en visitas programadas.

El polo gourmet, entre lo histórico y lo nuevo

El salón de Spiagge di Napoli está prácticamente idéntico al ideado por su fundador, casi 100 años atrás.
El salón de Spiagge di Napoli está prácticamente idéntico al ideado por su fundador, casi 100 años atrás.Mariana Eliano

A la hora de la mesa, la oferta es notoria. Cantina Pierino enarbola menús italianos cultivados por una familia desde su inauguración en 1909, de la mano de un inmigrante calabrés. Pastas con y sin relleno, junto a una decena de salsas particulares, son una tentación: unos pappardelle con salsa Pierino (queso azul, crema, parmesano y rúcula) o foratini a la putanesca resultan un regalo para el paladar.

Con la impronta de la península, Spiagge Di Napoli mantiene los sabores de una carta nacida en 1926, sumando a veces toques propios como unos fusilli al fierrito con brócoli y queso opcional. “Giovanni, mi nonno, que llegó en 1926, cuando abrió este restaurante, tuvo un sentido del marketing, porque él venía de Peschici, un desconocido pueblito de la costa oeste de Italia, sin embargo, le puso ‘Napoli’ porque era una referencia geográfica famosa”, cuenta divertido Juan Ranieri, quien está al frente del bodegón.

Muy concurrido, El Banderín –“bar notable” de 1923, ornamentado con cerca de 500 banderines de clubes de fútbol– comenzó como almacén y lidera la esquina de Guardia Vieja y Billinghurst con ricas opciones como ribs con ensalada mixta o tostón de garbanzos con vegetales. Es notoria la presencia de parejas y grupos de amigos.

Auténticamente barrial, sencillo y cotidiano, con buena carta y precios al alcance de muchos, El Símbolo –otro “bar notable”, abierto desde 1954– tiene en su propietario Eduardo Scofu, mozos y cocineros de siempre un equipo que defiende a rajatabla los criterios genuinos de su devenir. Los comensales saludan demostrando ser clientela habitual, como lo fueron Pugliese y Luca Prodan cuando vivía en Gallo y Humahuaca.

La Orquídea, desde 1953 en Corrientes y Acuña de Figueroa, luce cartelería fileteada y una carta que responde a la esencia porteña con platos tradicionales. Si se busca un ámbito under de buen estilo y con música, Imaginario Cultural, en Bulnes y Guardia Vieja, convoca a mucha gente joven.

Asimismo, un paseo nocturno, sobre todo los fines de semana, registra cómo se juntan muchas parejas y grupos con apetito en esquinas con propuestas cancheras: Apórt, con sus paredes cubiertas por buganvillas en Bulnes 900; el comedero y bebedero Guarda La Vieja en Billinghurst 699; la Parrilla lo de Mary en Humahuaca 4099, con sabrosos cortes de carne; o Doña. Cocina tipo casa en Bulnes 802, donde se preparan recetas bien caseras pensando en nuestras madres y abuelas.

Muy interesantes son también los recetarios de la inmigración, preparados con sus clásicos ingredientes y condimentos: las exquisiteces gallegas en Tuy Salceda (Maza 457), conducido por dos hermanos de Santiago de Compostela, o El Faro de Vigo (Quintino Bocayuva 522) con su reconocida paella, ambos centros de la colectividad. Autenticidad de otro punto cardinal se disfruta en Los Trujillanitos (Corrientes 3564), para animarse al picante peruano en ceviches, frito de chancho o sopa de gallina. Y la lista sigue: sólo es cuestión de salir de noche y caminar las calles almagrenses.

Datos útiles

  • El Símbolo Av. Corrientes 3797. T: 4863-5302. Desde 1954, un tradicional y amigable café, bar y restaurante con una clientela fiel. Recomendables la tortilla y el revuelto Gramajo. De lunes a sábados, de 7:30 a 18.
  • Tuy Salceda Maza 457. T: 4957-1386. Un restaurante con platos españoles donde no faltan los frutos de mar. Abierto todos los días de 12 a 16 y de 20 a 0.
  • Las Violetas Av. Rivadavia 3899. T: 4958-7387. Una de las confiterías más hermosas de Buenos Aires por su elegancia, sus delicias y clásicos platos. Abierta todos los días desde las 6 hasta la una de la madrugada.
  • Spiagge Di Napoli Av. Independencia 3527. T: 4931-4420. Este bodegón genuinamente italiano se especializa en fusilli artesanales. Como no toman reservas, hay que llegar con tiempo. Todos los días de 12 a 16 y de 20 a 0.
  • El Banderín Guardia Vieja 3601. T: 7054-2251. Otro bar notable, ideal para los apasionados del fútbol: todos los banderines y TV led para ver todos los partidos. Siempre abierto entre las 11 y las 2.
  • La Esquina de las Aceitunas Guardia Vieja 3602. T: 4847-74308. Un lugar encantador para quienes tienen una vida oliva. De lunes a sábados, de 9 a 14.
  • El faro de Vigo Quintino Bocayuva 522. T: 2520-5013. Lo mejor de la cocina tradicional hispana y gallega. De miércoles a sábado de 11 a 15 y de 20 a 23, domingos solo almuerzo.
  • El boliche de Roberto Bulnes 331. T: 7054-9824. Todos los días, de 6:30 a 01:30 y en las noches shows.
  • Paraguería Víctor Av. Independencia 3701. T: 5263-0324. De lunes a viernes de 10 a 19 y sábados de 10 a 13.

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