Desinhibido, el balneario naturista emblemático de Uruguay sigue vigente: el boom inmobiliario, la llegada del turismo internacional y su historia contada por sus principales protagonistas
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Cuando el hotelero uruguayo Ricardo Rodal (61) y su esposa argentina, Marcela Medina (58), se instalaron en Chihuahua, el balneario no era más que un par de chalets familiares sobre calles de tierra, que desembocaban en una playa extensa y poco conocida, donde algunos turistas acostumbraban a hacer nudismo en verano.
Era 2001. El matrimonio, que solía vivir en el microcentro porteño y se dedicaba a la venta y comercialización de productos naturistas, se cansó del caos generalizado que se vivía por aquella época en la ciudad de Buenos Aires. Y decidió vender todo lo que tenía para aventurarse en un proyecto que sus mismos conocidos y familiares consideraban una “idea loca”: construir el primer hotel naturista –nudista– de la costa uruguaya.
“Fue una decisión jugada, porque en la zona no había nada. Ahora es otra cosa: hay 9 hoteles. Es más, me pusieron uno en frente”, cuenta Ricardo entre risas. En ese entonces, la playa era muy distinta. Parecía más extensa, porque todavía no había carteles que delimitaran sus fronteras –de un lado, limita con el complejo Tío Tom; del otro, con la playa del barrio cerrado Ocean Park–. “Nos gustó porque era muy linda y tranquila. Y tenía más confort que Cabo Polonio, donde solíamos hacer naturismo, porque allá no hay luz, y era complicado ir con hijos chicos”, dice.
La playa fue declarada naturista de manera oficial por la intendencia de Maldonado en el 2000. Pero ya hacía 40 años, desde la década del 60, que algunas personas frecuentaban este lugar, en ese entonces aislado y desconocido, para poder desnudarse sin caer en la censura policial y el repudio social. “Hay registros de esa época. Era un movimiento relacionado con el hippismo. El naturismo en ese entonces era una cosa prohibida, que hacía poca gente y que se ocultaba”, describe Rodal, que guarda libros históricos sobre nudismo y colecciona todos los recortes de notas de diarios y revistas sobre Chihuahua.
El hotelero recibió en El Refugio hace un tiempo a un señor que le contó que él solía visitar el balneario por aquel entonces. También le dijo que, años más tarde, él mismo había sumado a Chihuahua en una guía internacional de playas nudistas, que se comercializaba en Europa. “Después lo corroboré. Y encontré un mapita muy precario de la Federación Internacional Naturista (INF) del año 1976, donde también figura. Punta del Este siempre recibió mucho visitante europeo, aparte de argentino y brasileño”, explica desde su hostería.
El perfil bajo de la playa comenzó a alterarse con el cambio de siglo, cuando ganó reconocimiento mediático. “Las primeras veces que entraron cámaras de televisión fue gracias a nosotros, creo que en el 2004 –cuenta Rodal–. Hablamos con la gente, les explicamos que un periodista quería hacer un reportaje. Le exigimos una sola condición al canal: que no nos pusieran ninguna censura ni barrita, porque no estábamos haciendo nada malo. Y fue así, salimos como estábamos”.
A partir de las apariciones en televisión, y también en diarios y revistas, mucha más gente empezó a veranear en Chihuahua, inclusive famosos, como Rolando Hanglin, Coco Sily, Florencia Peña y Julio Bocca. Hanglin, que llegó a comprarse una casa a cuatro cuadras, fue uno de los periodistas que le dio visibilidad al lugar. “Relataba las cosas que pasaban ahí y cómo era el estilo de vida nudista”, cuenta el periodista, a sus 75 años. Él llegó a salir completamente desnudo en programas de aire con el fin de hacer conocer la práctica nudista. Es al día de hoy que al escuchar Chihuahua, lo primero que les viene a la mente a muchos argentinos es el nombre de Rolando Hanglin.
Fue recién entre 2004 y 2010 que la playa llegó a tener el éxito rotundo con el que se la reconoce hoy, destacan desde la intendencia. Muchos turistas empezaron a comprar y a construirse casas en las calles próximas. Y, a la par, empezaron a erigirse hoteles, cada vez más, hasta llegar a los nueve que hay hoy.
Junto con el auge del turismo nudista, llegaron, también, los problemas. “Hubo personas que se pusieron nerviosas. Venían a decirnos: ‘No pueden hacer esto acá’, llamaban a la policía. Pensaban que hacíamos una orgía gigante en la playa, o vaya a saber qué –recuerda Rodal–. Las inmobiliarias y algunos vecinos nos hacían la guerra. Decían que el nudismo hacía bajar los valores de las propiedades de la zona.
En la última década y media, afirma Bethy Molina, directora de Medio Ambiente de la intendencia de Maldonado, algunos vecinos disconformes abandonaron la zona, vendiendo sus casas o terrenos. “La gente pensaba que sus propiedades iban a valer menos, pero la realidad les mostró lo contrario: ahora los precios de la zona de Chihuahua son mucho más altos, porque hay un público particular interesado”, explica.
Sin embargo, los problemas persisten. Hasta hace poco, había vecinos y turistas que desplazaban los carteles de Chihuahua para achicar la playa. “Eran personas que querían bajar a esa zona, pero no querían formar parte de una comunidad naturista, entonces movían el cartel. Eso tenemos que controlarlo siempre”, destaca.
Los reclamos que aún persisten son los de algunos nuevos vecinos, que compran propiedades en la zona sin saber que la playa es naturista. “Vienen y nos dicen: ‘En la inmobiliaria no me avisaron que era nudista’. Nosotros respondemos que el barrio y la playa están bien señalizados con carteles, que no nos podemos hacer responsables”.
Hanglin, que conoce más de seis playas nudistas de diferentes partes del mundo, define a Chihuahua como una playa “ejemplar”. “Es especial porque es sencilla, sin vueltas. Chihuahua es bien uruguaya: es poco ostentosa, poco manda parte y educada, tranquila”, dice.
El periodista pasó temporadas enteras en su casa de Chihuahua, junto a un grupo de amigos, con quienes solía coincidir en la playa. Conoció el lugar en la década del 90, a través de una pareja amiga, y un par de años después, se compró una casa, que luego vendió para comprarse otra en la playa naturista de Chapadmalal. Le queda más cómoda la costa argentina porque es más cerca de Buenos Aires, explica.
“Al nudismo hay que probarlo para entenderlo: una vez que te metés al mar desnudo, nunca más te ponés un traje de baño. Es así. Sentís el agua fresca en el cuerpo, la libertad en la piel. Sentís el mar. Nadie te molesta, no molestás a nadie. Es muy especial”, describe.
Hanglin y Rodal concuerdan en que el perfil de las personas que van a Chihuahua es muy variado. “No va ninguna bomba atómica; va gente que no llama mayormente la atención”, dice el periodista. “Hay desde familias con hijos chicos, hasta jóvenes con amigos o adultos mayores –suma Rodal–. Algunos vienen un día de visita a ver de qué se trata, quedan encantados y empiezan a venir siempre. Al conocer el lugar, se sacan los tabúes que tienen en la cabeza”.
El público –”por suerte”, destaca Rodal– se renueva. “Últimamente, veo a muchos jóvenes que se acercan”, afirma. El nudismo es opcional en la playa, al igual que en su hotel. La presencia de nuevas generaciones llena de esperanza a la industria del lugar. También lo hace la presencia de uruguayos.
En el verano, El Refugio acostumbra a tener una gran mayoría de huéspedes extranjeros –”casi el 90%”, subraya su dueño–. Por eso, no sabía cómo iba a ser la temporada del año pasado, con las fronteras del país cerradas por la pandemia. Pero se sorprendió: “La playa explotó de gente, como siempre, pero esta vez eran todos uruguayos –exclama–. Hoy muchos más locales están viendo al naturismo como lo que realmente es, sin prejuicios”.
Desde la intendencia aclaran que el año pasado Maldonado recibió mucho más turismo interno que de costumbre, especialmente los fines de semana, y eso ayudó a paliar los efectos de la crisis que sufrió el sector turístico, acostumbrado a los visitantes extranjeros, por la pandemia.
Ahora que abrieron las fronteras, la hostería de Rodal espera volver al flujo normal de turistas internacionales. Además de una gran cantidad de argentinos, Rodal destaca que su hotel suele recibir una importante cuota de huéspedes franceses cada verano. “Los franceses practican mucho el nudismo. También solemos recibir alemanes, chilenos y brasileños”.
Según Molina, existe la posibilidad de que en los próximos años la zona avance hacia un nudismo más integral, como sucede en otros balnearios del mundo, donde las personas puedan circular sin ropa por la calle. “Por ahora no se puede, es ilegal, solo se permite el nudismo en la playa. Pero lo estamos analizando. Cuando el barrio se convierta en totalmente nudista, se avanzará sobre esta idea”, anticipa.
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