Hay numerosas opciones de tratamiento para mejorar la agudeza visual
Sabrina tiene 9 años, y espera en el hall del consultorio del oftalmólogo con los ojitos tapados. No durmió en toda la noche, la ansiedad fue más fuerte que el cansancio. La posibilidad de volver a ver con mayor nitidez le quitó el sueño. El día anterior fue operada de los ojos, ya que la evolución de unas cataratas congénitas había llegado hasta el punto de obligarla a dejar segundo grado.
La familia de Sabrina se ocupó del tema desde el primer momento. En 2003 tenían un turno para la operación en la Casa Cuna, pero no contaban con los recursos para comprar las lentes. Finalmente, con la ayuda del Club de Leones de Ezeiza se obtuvieron los fondos. Luego, en la Fundación Médica de Salud Visual y Rehabilitación (Fusavi), Adolfo Güemes, especialista en baja visión e integrante de Consultores Oftalmológicos, donó su conocimiento.
En otro consultorio, Carla está familiarizándose con su nuevo telescopio, que llevará colgado del cuello, tal como muchos chicos llevan hoy los celulares. Su diagnóstico no está totalmente definido, pero esta niña de 7 años ve muy poco de lejos. Allí también está Carlos, su mellizo, que cuenta que la cuida en los recreos para que no se golpee y le prohíbe jugar al elástico.
"Tengo ganas de ver bien y de usar el telescopio todos los días. Ahora voy a poder hacer mejor la tarea, ver el pizarrón, y también desde la puerta de mi salón hasta la salida de emergencia", dice Carla con una sonrisa sumamente tierna. Mabel, la mamá, cuenta que su hija está tan contenta que ya le contó la novedad a casi todo el barrio.
Meses atrás, Carla había empezado a trabajar en el colegio con una profesora para chicos ciegos. "Ahora seguirá haciéndolo, pero la tarea se centrará, por ejemplo, en que sus compañeros conozcan el telescopio", cuenta Susana Pereira, estimuladora, rehabilitadora visual y directora pedagógica del Centro IV Interdisciplina para la Visión. Ella es la encargada de enseñarle a Carla cómo manejarse en la vida cotidiana con la nueva herramienta óptica.
Como en el caso anterior, este avance no hubiera sido posible sin la ayuda del Club de Leones, pero esta vez de José C. Paz. Ellos donaron el dinero para comprar el telescopio para esta pequeña que ahora sueña con ser "doctora de ojos".
Estos dos ejemplos son sólo una pequeña muestra de las complicaciones que acarrea tener baja visión, pero también de las posibilidades que un tratamiento adecuado y realizado a tiempo ofrece.
Rehabilitación visual
"La baja visión se define como una merma de la función visual, fundamentalmente la agudeza visual, con respecto a la población normal", explica Carlos Argento, director del Instituto de la Visión y jefe del Servicio de Oftalmología del Hospital de Clínicas.
"Existen grados de esta dolencia, los muy acentuados pueden atentar contra el normal desenvolvimiento de la vida del paciente -explica-. Algunos casos pueden ser corregidos por lentes, otros son enfermedades oculares que necesitan tratamientos médicos o quirúrgicos. También hay otros que sólo podrán ser tratados con rehabilitación visual."
"Es un problema psicosocial, ya que interviene en el desarrollo social, personal y económico de la persona. Cuando se da desde la infancia es más grave, por todo el tiempo que el pequeño tiene por delante. En esos momentos, la responsabilidad del oftalmólogo es muy grande", afirma Güemes.
Al nacer, los bebes tienen un grado muy bajo de visión. "Desde el primer día, el cerebro va recibiendo estímulos visuales y así se desarrolla la visión. Para que el proceso sea normal, las imágenes deben ser nítidas y similares en ambos ojos. Esto se extiende hasta los 8 años", aclara el integrante de la Fusavi.
Si en esa etapa hay alguna enfermedad en los ojos -genética, vascular, cataratas congénitas o problemas en la retina-, se produce una disminución en la calidad de las imágenes. En los casos severos, puede llevar a la ceguera.
En la Argentina, la mayor causa de baja visión en la infancia es la retinopatía del prematuro. "Si el bebe al nacer pesa menos de 1500 gramos o tiene menos de 32 semanas de gestación, la retina no está madura, entonces se forman vasos anormales y fibrosis que a veces provocan el desprendimiento de la retina. Esto se comenzó a ver en la década del 50, ya que antes estos niños no llegaban a vivir", aclara Güemes.
Otra causa evitable es la catarata congénita, como la que padecía Sabrina. Esos niños pueden desarrollar una visión casi normal si se los opera precozmente.
"El entorno es un factor importante para ver las causas de los niveles de baja visión en una población. En los Estados Unidos, la primera causa de baja visión son las enfermedades neurológicas. Mientras que, en la India, la mayor incidencia viene de la mano de la desnutrición. Esta provoca úlceras en las córneas que dejan cicatrices permanentes", describe Güemes, que también es miembro de Orbis, una ONG internacional que capacita a los oftalmólogos para el tratamiento de estas afecciones.
Cuando las alternativas quirúrgicas y los tratamientos médicos ya fueron utilizados, todavía queda algo más por probar: la estimulación visual.
"Cuando llegan al consultorio son chicos inquietos, que se levantan para ver el pizarrón o la tele... Es que no ven -dice María Pilla, directora médica del Centro IV-. Acá les ofrecemos elementos para que puedan manejarse mejor en la vida diaria, desde ayudas ópticas de corta, media o larga distancia, equipos electrónicos para leer mediante la televisión hasta anteojos con filtros especiales para quienes padecen fotofobia."
Para Pilla, la medición de cuán baja es la visión depende de qué puede hacer el paciente con lo que ve. "Muchas veces nos sorprenden. Estimulados y entrenados, pueden lograr cosas asombrosas. Una paciente nuestra tenía 0,04 décimas de visión, logró adaptarse e ir al colegio sin tener que recurrir al Braille", cuenta orgullosa.
Dónde consultar
Fusavi: www.fusavi.org.ar
Orbis: www.orbis.org.ar
Centro IV: www.centroIV.com.ar
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